Dean.
Observo cómo Emely se mueve de un lado a otro, revisando meticulosamente cada estante de la cocina. Solo estamos nosotros dos en el vasto silencio del comedor; Darren y Dennis aún no se han despertado, y creo saber exactamente por qué. Desde que la tensión conmigo se disolvió, mis hermanos han estado casi adheridos a ella. Cada vez que me doy la vuelta, los encuentro compartiendo un momento íntimo, y la punzada de celos es un aguijón que se hace más profundo. Sí, la guerra terminó y ya no la evito, pero no tengo la misma cercanía física o libertad que mis mellizos disfrutan. Me estresa no poder ir más allá de un simple beso, como si estuviera atrapado en una jaula de cristal mientras ellos viven en el exterior.
—Aquí tienes tu desayuno, guapo —Emely deja el plato de waffles con fru
