Capitulo 8*

1902 Palabras
Capítulo 8 De vuelta a casa La tapo con una cobija y hablamos de cosas banales. Se ríe con facilidad de mis historias, no me molesta en lo absoluto ser un payaso. No está esa incomodes después del sexo de la que hablan mis hermanos cuando ya no sabes qué hacer, que por cierto esperaba, aunque de hecho pareciera que tenemos plena confianza el uno del otro. Mientras me cuenta de una de sus amigas, contempló la línea de pecas en su rostro, se maquilla eliminándolas. Tiene un lunar bajo su pecho izquierdo y en su abdomen hay tres lunares seguidos que parecen puntos suspensivos, podrían ser confundidos por un tatuaje. Las pecas le llegan hasta sus pechos, son sutiles, pero ahí están, ¿También las maquillará? —Debemos darnos un baño —murmuro, eso hará que le quite el maquillaje por completo. Me levanto, me causa gracia que se tape mientras se debate entre ir y no hacerlo. —Con mi esposo no me baño —murmura bajo, pestañeando y avergonzada. Parece tentar contra mi paciencia. Me muerdo la lengua cuando voy a decir “Pues déjame decirte que tu esposo es un cabrón y eso llevo conociéndolo menos de un día”. —Bueno, yo no me alcanzó la espalda —me acerco a ella y quito la sábana para tirar de su pie para acercarla a la orilla. Ríe por mi acción. Nos llevó al baño y abro la llave escuchando su grito al sentir el agua fría. Suelto una carcajada, creo que debo colocar un calentador. Nos damos un baño y así puedo admirar sus pecas que le dan un toque inocente que he descubierto no tiene. —Tienes muchos tatuajes —dice pasando sus manos por ellos, delineando los contornos. —Me gustan —es lo único que puedo decir, parece darse cuenta por lo que coloca su palma en el centro de mi pecho y se alza para besar mi barbilla. Esto me agrada, sería muy fácil enamorarme, absurdo ya lo estoy. Salimos del baño para secarnos y le presto una playera mía, bueno, ella la agarra. La observo pasearse por mi cabaña mientras agarra cosas y las deja en lugares diferentes, a comparación no me molesta en lo absoluto. Hasta que llega el momento en el que debe irse y quiero hacer berrinche, pienso en que decirle para que no lo haga, sin embargo, me recuerdo que tiene un marido al cual volver y eso me cala muy en el fondo, así que me muerdo la lengua. Debes ser paciente Silas. —Es tonto —argumento remarcando con un bufido como si fuera obvio. Tengo la facilidad en algunas cosas y soy un desastre en otras. Comienzo por vestirme cuando ella lo hace, aunque me doy cuenta de que su ropa interior aún sigue tirada. —Es más tonto cuidar al hijo de tu esposo con tu mejor amiga —suelta como una confesión, su cuerpo se relaja como si un peso se hubiera quitado de sus hombros, mientras yo quiero cortar cabezas. Me regresa a mirar buscando que la juzgue o algo, pero no soy quién para hacerlo, más bien admiro lo fuerte que es. Debe amarlo demasiado. Alejo ese pensamiento, si lo amara no habría lágrimas ni miedo, es otra cosa lo que la mueve. Es la triste realidad de muchos. —He llegado tarde a tu vida —susurro con un suspiro. Debí ser un viajero para poder conocerla y evitar que cometa el error de su vida. Casarse con él. Puede que nuestra historia no vaya tan lejos del robo. Comienzo por reclamarme cuando ella me saca de mis pensamientos colocando su mano en mi mejilla en un gesto que me sorprende, es íntimo y directo, al menos es lo que pienso. —Me tengo que ir —dice con una sonrisa y ese brillo en los ojos. La observó sopesando la idea de dejarla ir o atarla a mi cama, le sonrió y me acerco agarrando su mano y tirando de ella en mi dirección para abrazarla. Debe querer volver a mí, por primera vez quiero hacer las cosas bien o al menos intentarlo. Me acerco para darle un beso lento, terminando con un mordisco en su labio bajo, que es un gemido de parte de ella. Decido rematar con algo más, ella debe regresar, hasta que un día diga me quedaré. —Los cafés me quedan de maravilla, puedes venir cuando gustes. Te estaré esperando —su respiración es errática y el brillo en su mirada se intensifica, bien hecho Silas. Me dejo caer en la cama para que ella se siente en mis piernas. —Estoy casada —susurra como respuesta, hago que nuestras narices se rocen. No la dejaré ir hasta que esté seguro de que volverá. Sin embargo, no puedo ser tonto, debo tener un plan, en estos momentos seré lo que ella necesita sin perder lo que soy. Aunque podría dormir tranquilo, si no lo fuera, he vivido siéndolo durante años, por ella no me costaría. —Eso no lo detuvo a él, no me detendrá a mí —afirmó convencido. Maldición, cállate, Silas. —Sé que yo puedo darte lo que él no —determinó seguro. Contiene la respiración mientras me mira buscando si estoy burlándome, pero no lo hago de manera inconsciente, he ventilado mi plan, pero ella está tan conmocionada que lo olvidara. Se acerca más a mí y me besa para luego levantarse dando el último pico, recoge sus cosas y sale de mi cuarto. Me levantó para seguirla. Cuando sale de la cabaña, me recargo en el arco de la puerta para observarla. De repente se detiene y regresa a mirar, parece feliz de que esté aquí, le doy una sonrisa que me devuelve para luego volver a dar vuelta para seguir su camino dejándome con la incertidumbre de si volverá. La relación entre mis padres no fue la mejor, eso quizá me llevo a querer algo más que solo un trato familiar. Papá entrando y saliendo con sus amantes mientras mi madre lo hacía de igual manera. Compitiendo por quién trae el mejor, sin embargo, yo me enfoque en mis estudios, eso enorgullece a mi padre hasta que me metía en problemas y me gritaba. Medio recuerdo el día que mi hermano Cameron llegó por mí. Estábamos en una fiesta y yo me encontraba borracho hasta caerme, de hecho, era la quinta o puede que sean más. Una mujer ya se encontraba sobre mí intentando desvestirme. Sé que esto podría ser traumático, sin embargo, padre dijo que era cosa de hombres, como una absurda excusa. Tengo borrones de esa noche, Cameron llegó a tiempo, llamo a Fray y recogieron mis cosas para sacarme de ahí. Principio y fin. Fue así como conocí a su esposa, ella me cuidaba y me daba consejos convirtiéndose en mi mejor amiga. Llegue a la edad de 12 más o menos. Fue cuando me entregaron unas escrituras y comenzaron con el plan para hacernos una casa mientras vivía en la casa de Fray. Rechace todas las propuestas de mis hermanos y decidí yo mismo hacer mi casa. Debía darle privacidad a un matrimonio que estaba sanando. Fray iba a la universidad y ella trabajaba de mesera, pero todo lo que ingresaba era para su carrera, ella estaba decidida a darle lo que perdió de igual manera. Él le daba un hogar, ella una carrera, aunque luego él le comenzó a construir lo que hoy es su hermosa casa. Esa clase de amor es lo que quiero y necesito. Una chispa, apoyo y amor. Aunque sé que buscar en un pueblo sería fácil, he conocido a la mayoría de las chicas de mi edad, pero eso es arriesgarme a que pueda ser mi hermanastra. La mayoría de los que son infieles o los amantes lo hacen porque buscan esa intensidad que te da el sentir que haces algo prohibido a escondidas, es un subidón de adrenalina es lo que te incita. Salir de la rutina que algunas parejas se crean, absurdamente, encontrar lo que no tienes en casa o puede que simplemente sea que esa persona sea un imbécil, simple. Sin embargo, no es mi caso, la quiero en mi cama, en mi vida, verla al despertar, ser la razón de su sonrisa, mierda, esto me tiene mal. Paso mi mano por mi cabello alborotado de la parte de enfrente, pero lo arregló de nuevo, parezco ser otro con traje. Así quiero que sea frente a Luis, así podre verlo como el pobre don nadie. La mayoría de los empleados me conocen de este modo, además de que mi hermano no dice de nuestro parentesco, solo saben que somos accionistas y que nos deben respeto, supongo que Fray los asusta con nosotros. Entró en la empresa y voy directo a la zona donde está el café para prepararme uno, sabe mal por lo cargado que es esto, quizá me haga subir mis ánimos, es hora de estudiar al enemigo. ¿Qué tengo yo que él no pueda darle?, sonrió. Confianza, el hombre coquetea con todas las damas de aquí y por las miradas que se lanza con la de recursos humanos ya hubo más que manoseo. Admiro la rapidez con la que envuelve a las mujeres. Es un maestro en ese arte. A pesar de que él trabaja en su mayoría en casa, razón por la que suponía que Gales no ha ido a verme, estoy creyendo que piensa dejarme de la forma que pensaba que sería, te probé y ahora me voy, quizá deba darle un empujón. He estado reflexionando en lo que ella deduciría, basándome en lo poco que sé dé ella y lo que me contó. Doy vuelta con mi taza de café para dirigirme a la sala, tomo asiento a lado de mis hermanos que me observan y luego a mi cuello. Los miro con la ceja enarcada mientras Fray me observa con horror, ¿Se habrá detenido en el auto? Lo dudó o. —Dime, que no estabas tan urgido para ceder ante Luisa —esa pregunta me descoloca. — ¿Qué estupidez? —es lo único que sale de mí. —Traes chupones en el cuello —dice Alexis con una risa, ahí lo recuerdo y sonrió es inevitable. —¿Tu amor platónico? —dice con ironía Fray, me ve fijo esperando respuesta, asiento. Da varias maldiciones y maldice a nuestra madre, ya que la putería viene de ella a mi padre que, de igual manera, a toda la familia. —Me presento a alguien —acabo con su drama, a lo que me regresa a mirar arrepentido mientras mis otros hermanos ríen. Mentir es algo natural, la población se divide entre los que tienen la facilidad y los que son pésimos, todos mentimos aunque traten de negarlo, no hay ser humano que no lo haga. Lo aprendí en uno de los libros que leí de mi padre, “Lo que un hombre exitoso debe saber”, me considero culpable de aplicarlo, más también comprobé su teoría y puedo decir que todos mentimos. En realidad no miento del todo, me presento a otra mujer, conocí a una avergonzada y tímida, una mujer llena de miedos, pero la que estuvo en mi cama fue otra, vivaz y demandante, buscando su placer, aunque le hace falta desenvolverse más.
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