Capitulo 6*

1870 Palabras
Capítulo 6 Al acecho  Sus manos van a mi pantalón y es cuando algo hace clic en mí, ¿Qué clase de imbécil soy?, Ella me gusta de una manera inexplicable y ¿Le daré sexo en el auto? Sé que mañana, no de hecho hoy lo haré. Sé que me arrepentiré de esto, aunque también sé que regresara, haré lo que sea necesario, pero debo detenerme, uso toda mi fuerza de voluntad para alejarme. —Perdona, no puedo hacerlo en el auto. Me gustaría que fuera en mi cama —susurro en una confesión, dándole el último beso. Eso parece enfriar el momento porque me mira indignada y molesta, aprieto el botón para que se abran las puertas y ella no duda en salir, me dejo caer en el asiento, cuando escucho el chirrido de los neumáticos al irse. Observo la sudadera tirada junto con los cables. La agarro y salgo de la parte trasera, cierro la puerta para volver al asiento de piloto, dejó la sudadera a un lado e intento arrancar, en efecto, lo hace. Decido conducir hasta mi cabaña de manera lenta, estoy furioso conmigo. Paso por la casa de aún lado dándome cuenta de algo, ya no será necesario acosar a todo el pueblo, ¿El destino está de mi lado? Me doy cuenta de su auto mal estacionado. Sigo mi camino hasta entrar por una vereda hasta dejarlo estacionado entre la maleza, si yo me di cuenta ella puede hacerlo. Lo mejor es pasar desapercibido por ahora. Saco la foto para admirarla antes de dormir y la sudadera para caminar hasta la entrada, uso mi llave para entrar y prendo las luces. Aún puedo sentir mi corazón latir como loco. Me doy un baño y me dejó caer en la cama para repetir lo imbécil que soy, debí meterla al auto y traerla a mi casa, eso sería lo más conveniente. Parezco un acosador dando sus primeros pasos, olfateo su chamarra y observó su foto, esto es material para una paja, sin embargo, no lo haré, esperaré. Soy tan positivo. Estoy tan desesperado que estoy dispuesto a mandarle un mensaje a Fray para exigirle la dirección y proseguir con mi acoso, debí seguir leyendo en lugar de quedar embobado con ella. Sigo quejándome hasta que suelto un suspiro exasperado, tengo que aguantar para contemplarla, despertar en mi cama, por qué lo hará. Debo ser minucioso, ningún paso debe ser en falso, todo debe estar bajo estricta vigilancia. Si su esposo hace bien su trabajo es caso con dificultad elevada por qué no me rendiré. Pero ese no es el caso, será pan comido, aunque un punto a recordar es el que estaba llorando en un auto, no buscando su consuelo, lo que te hace dar una idea de lo rota que está esa relación. Un matrimonio con fracturas corre el riesgo de que alguien pueda colarse. Si fuera mi mujer, no estaría llorando en una esquina, esa es la diferencia entre él y yo. Estoy seguro de que sintió lo mismo que yo al saltar a mis brazos, por lo que el terreno está listo. Me quedo dormido bajo todas las ideas conspirativas que tengo. Soy despertado con unos golpes en la puerta, por lo que me levanto, me coloco mi playera y abro la puerta. Fray está aquí mirándome de forma amenazante con su traje azul marino, parece que el asunto no lo dejó dormir por lo tenso que parece, de todos nosotros parece ser el único que piensa cada paso que dará de una forma minuciosamente legal a lo contrario mío. Al menos, si se trata de Laura, sé que la cabeza que piensa no está sobre su cabeza, lo que me parece perfecto, me gusta ver a mi hermano en el modo salvaje. Ahora viene su discurso de moral, aunque no lo llevo a cabo ayer. Ha esperado lo que me dice que es uno bueno, no soy quién para cortarle el rollo, a pesar de que mis argumentos pueden aplastar los suyos, me quedo cayado. En esta ocasión permitiré que su mente lo torture, es divertido. Entra a mi cabaña, cierro la puerta y lo sigo hasta la cocina donde deja dos cafés sobre la mesa y se da vuelta para hablar. De alguna manera sé que esta plática la tuvo con mis hermanos. Sé que no se irá por las ramas, a comparación de nuestro padre que primero habla de lo que está mal mientras se da golpes en el pecho sobre la moral cuando metía a cuanta mujer en nuestra casa. Abre la boca y luego la cierra. —Quiero que me prometas que no destruirás un matrimonio —dice ya acusándome, elevó la ceja y lo observó hasta que decido responder. —De eso debería preocuparse el marido —bromeo, pero no parece relajarlo, al parecer vio más por lo que debe preocuparse. ¡Esto es culpa de Laura!, pude haberme robado la foto después. He dejado a la vista más de lo que debería, su detector no falla, sin embargo, como hermano confiara en mí. Pero me conoce lo suficiente para no hacerlo del todo y no lo necesito siguiéndome cada paso. Aquí es donde entra la manipulación, una forma cobarde de obtener lo que quieres. —Me duele que me compares con Cameron —susurro, eso parece relajarlo. En su mirada hay arrepentimiento, estás en mi poder. —No te comparo, sin embargo, reconozco esa mirada —declara dándome una pequeña sonrisa, odio que me conozca bien. —Me mantendré a raya, solo quiero su amistad —miento, aunque quizá sea lo que necesito para meterme entre sus piernas. Sé que suena mal, pero obteniendo su confianza podre encadenarla a mi cama en mi primera oportunidad, no necesito a mi hermano sobre mí. Parece no convencerlo mi respuesta, termina dejando caer sus hombros queriendo confiar en mí. Nueva carta, verdades a medias. —Es la primera vez que llama alguien mi atención, quiero explorar todo el paquete. Estoy consciente de que está casada y que ama a su esposo —suelto siendo firme. Me observa buscando entenderme, pero sabe que no lo hará. Solamente un día llegaré y le diré, “¿Recuerdas que me dijiste que no me metiera?, Pues me metí y muy dentro” o también podría quedar esta frase “Hermano, pise el acelerador y choque de lleno contra ella, me trae loco”. Aunque también puede aplicar “Ella me engatuso” podría decirme que sea su amante y yo diría, ¿Finjo ser el amigo gay? Eso me hace sentir patético ahora que lo analizo solamente con un encuentro, ya me tienen a sus pies y no lo sabe ¿Qué pasará cuando lo sepa? Esto se saldrá de control, repito. Asiente, más tranquilo y sale de la cocina, escanea el lugar buscando que más decir. —Te veo luego —dice, aunque suena más como una advertencia. —Estoy seguro de que lo harás —contesto con burla hasta que llegamos a la puerta y abro. Alguien llama mi atención, apenas y logro observarla pasar, pero reconozco esa mata de cabello rojizo, estoy seguro de que es ella. No pongo atención a lo que mi hermano dice, solo asiento, tratando de controlarme mientras lo observó caminar hasta su auto. Fray, me da una sonrisa que probablemente me haga sentir mal pronto, sin embargo, vuelvo a ser yo. No tengo dudas en lo que haré. Siento que esa parte mía vuelve. Tengo un objetivo claro, me siento con vida y me aferraré a ese sentimiento tanto como pueda, tenga que pasar por quien tenga que morir, así de simple. Ella es mía y nadie me la va a quitar. Los accidentes pasan, de casada a viuda solo hay un problema solucionado. Mi hermano arranca el auto y se va, observó cómo se pierde en el camino mientras mi sonrisa se extiende. Primer paso, reconocer el terreno. Así que entró corriendo y me coloco una playera limpia junto con la sudadera de ayer que dejé tirada, guardo la foto y su sudadera en mi escondite para luego salir, no se me puede escapar ahora. Camino hasta la orilla de la carretera y sigo el camino por el que la vi pasar, rogándole a todos los dioses, no pudo haber regresado sin que yo la viera, no tarde ni un minuto. —Le rezaré al diablo todos los días, si ella aparece —masculló por lo bajo cuando la contemplo, viene corriendo hacia mí, esta vez aprecio sus curvas por completo. ¿Es que le gusta tentar a mi gordura? Maldita sea ni mi imaginación no le hizo justicia, ni lo poco que vi lo hace. Me ha quitado la satisfacción de desenvolver mi regalo, parece que recupero su seguridad y eso es aún mejor. Cintura marcada con unas piernas tonificadas y gruesas, ¿Eso escondía bajo esa ropa deportiva?, delgada y si es posible aun pequeña. Su cabello está atado en una coleta baja, aunque hay algunos mechones que se revelan. El sudor que escurre por su cuello pasa hasta perderse entre sus pechos que son un poco más grandes que mis manos, estoy dispuesto a lamerlo con la excusa de que quiero limpiar su perfecto cuerpo. Reaccionó hasta que pasa por mi lado ignorándome por completo, creo que quede demasiado embobado viéndola. Doy vuelta para caminar tras ella, esto es realmente patético. Corre unos metros más hasta que se detiene para hacer calentamientos y admiro a ese culo redondo que necesita unos buenos azotes. Se levanta y da vuelta, la licra le queda a la perfección. Por la mirada que me da sigue molesta. Me repito el plan, para que mis cálculos sean correctos, solo tengo que meterla a mi cabaña, lo demás será pan comido que la atracción haga su trabajo, solo hay que darle un empujón. —Te invito un café —es lo primero que se me ocurre y señaló mi cabaña. Observa el punto donde señaló y vuelve a mí. Si pasas no la logras observar hasta que te acercas, me mira buscando descifrar el truco. —Presiento que algo tramas —me señala con el dedo, pero levanto los brazos en forma inocente. —Vamos, te debo una —argumento, aunque no parece detectar mis intenciones porque asiente. Hoy no parece ser el conejo asustado. Hago una señal para que ella camine primero. Observo su culo mientras camina, es redondo y apretujarle, me doy cuenta de que lo mueve de manera provocativa, no sé si camina así o yo estoy muy caliente. Decido mirar a otro lado, no quiero ponerla incómoda o parecer un depravado. ¡Compórtate! Llegamos y subimos los escalones hasta el porche, de este modo me adelantó para abrir la puerta y dejarla entrar. Mientras escanea el lugar decido ir a hacer el café, entró en la cocina y agradezco que Fray trajera café que ni siquiera probamos. Lo colocó en un pocillo y lo dejó calentar unos minutos en la estufa. Ella entra a la cocina, parece estar fascinada con mi cabaña y toma asiento en una de las sillas frente a la encimera. Estamos en un silencio cómodo.
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