Capítulo 2 *

1879 Palabras
Capítulo 2 Peleas de terreno  —Podrías haberte emborrachado aquí —me señala Laura como si fuera obvio. Me doy cuenta de que trae pantalón, lo que es raro. —Y que me diga Fray que he convertido a su esposa en una borracha. No gracias —bromeo. La verdad es que anduve por todos lados y en ningún lugar, quiero deshacerme de los accionistas y para eso está la manipulación. Observó a mi familia convivir, mientras yo sigo devorando el pastel. Las botellas de licor y las bromas con la música de fondo es algo típico en nuestras vidas. Sin embargo, siento que algo me falta. Sé lo que falta cuando observo a Fray y Laura mirarse como si escondieran un gran secreto, sé que es lo que quiero, pero también sé lo que no quiero, sé la clase de persona que soy, no me gustaría condenar a nadie o a mí mismo. Me debato entre sí tomar o seguir comiendo pastel y mi glotonería gana está ronda. Fray parece contento mientras me lo devoró. Laura se acerca para sentarse a un lado mío, ata mi cabello en una coleta baja. Parezco el niño mimado. Dejó de comer para observarla. Creo que su relación me provoca envidia y es lo que me orillo a Luisa. No los culpo, pero ¿Podrían dejar de actuar así frente mío? Y si agregamos ahora mis problemas existenciales no hacen nada por ayudar. Cuando están borrachos, la mayoría llega la hora de irse. Salgo de su casa con Alexis. Sé que mañana se va por lo que no me molesta que venga. Caminamos por el bosque hasta que habla. —¿En serio? —comienza y sé que no podré pararlo. —¿Me vas a venir a cuestionar mi vida amorosa cuando ustedes ni siquiera pueden con la suya? —contraataco con burla, lo escuchó soltarse a reír. —No está mal salir a divertirse —insinúa encogiéndose de hombros. Alzo las cejas negando. Increíble. Mis hermanos creen que por qué no me ven entrar y salir con mujeres como ellos dos, me hace diferente o que algo me falta. Apuesto a que piensan que soy, digamos diferente en gustos y para ser sinceros no lo sé, no he sentido de forma atrayente por ningún ser viviente. Puedo tolerarlos como lo es con algunos integrantes de mi familia. Hasta por Luisa siento lástima lo que no me ha llevado a gritarle. Considero que lo que está mal en mí, lo está en mi cerebro, carezco de las emociones. ¿Habrá arreglo? ¿Soy capaz de enamorarme? Hay ocasiones que tengo que fingir es como si estuviera apagado. Me sigue mirando, esperando una respuesta, supongo que lo he reflexionado demasiado. No me gusta profundizar en el tema. Ya que comienzo a molestarme, es el sentimiento más fuerte que tengo. —¿Crees que no me sé divertir? —cuestiono, y quizá tenga razón, aunque no del todo. Hoy estoy más divertido que nunca por lo que lo miro con los ojos entrecerrados a su sonrisa inocente, algo hicieron. ¿Deberé fingir sorpresa? Solo necesito hacer una llamada y lo tengo. —Exacto no sabes divertirte —afirma señalándome de forma acusatoria. Lo único que puedo hacer es sonreír y negar ¿Cómo le digo que mi diversión es ilegal? Si cruzo esa línea puedo ser libre ya no habrá dudas, pero no creo que siga pensando de la misma manera si lo supiera. Seguimos caminando hasta llegar a la carretera donde cruzamos y entramos a mi cabaña. Después de una pelea ganó mi cama y el su lugar en el sillón de mi sala. Me cambio y me recuesto dejándome caer, observó el techo y no estoy a gusto, siento que hace falta algo. Por lo que me siento y escaneo el sitio buscando con que distraerme, me encuentro mis pendientes de la empresa, por lo que me enfoco en ello hasta que me gana el sueño. Alguien me mueve por lo que gruño dando un manotazo, la risa que escucho me indica quien es. Cameron. —Los odio —gruño alto para que lo sepa. Escucho sus risas cuando sale de mi cuarto. Me levanto para bañarme y al salir me encuentro a una chica de cabello castaño corto arriba de los hombros, sonriéndome, tiene ojos azules, grandes y admito que es hermosa. Su piel morena destella con su vestido azul brillante que se le ve de muerte a su prominente figura, sin embargo, es la misma reacción. Nada. Para este punto me he rendido, viviré solo y seré el tío que consienta a mis sobrinos con una casa llena de gatos. Bueno, ese podría ser el caso, pero no me gustan los animales, por lo que esa opción no es posible. No me molesta desnudarme en sus narices, me coloco bóxer un pantalón de mezclilla y una playera. Ato mi cabello, creo que debería cortarlo, pronto se volverá molesto. Agarro un par de calcetines y camino hasta la cama para sentarme, me coloco las calcetas y mis botas. Todo lo hago ignorándola por completo. —Me contaron —murmura llamando mi atención. ¿Qué han hecho?, la interrumpo antes de escuchar la absurda historia que le dieron. —¿Qué intentan quitarme lo homo con mujeres? —le sonrió divertido cuando me observa sorprendida y luego llega la furia. —Me alegra que no te escondas —me da una sonrisa cálida y se levanta para salir. Me apresuro para salir a ver lo que pasara, esto es mejor el reality show. La chica se acerca decidida a Cameron y le da una bofetada antes de salir dando un portazo, luego escucho un auto irse y es cuando me suelto a reír, son contadas las ocasiones que lo hago tan abiertamente, pero el momento lo amerita. Creo que hasta la más mínima sonrisa sincera no se la merece cualquiera, la mayoría de mis sonrisas son específicas y con un objetivo claro. Cuando logro recuperarme, Alexis me ve divertido y Cameron se esfuerza en mantenerse enojado. —¿Debo aceptar a mi hermano? —alza las cejas preguntando. Extiendo mi sonrisa y camino a la cocina, abro el refrigerador observando los tóperes que me dejo mi nana, escojo uno y lo meto al horno. Agradezco a la ciencia por facilitarnos la vida. Me siento en el taburete y abro el tóper, agarro una cuchara y me embullo la comida. —¿Debo hacerlo? —cuestiona observándome Alexis, su preocupación es diferente. Su cerebro está procesando que decirme y decido terminar con su tortura. Me he esforzado mucho por tener una relación medianamente aceptable con mis hermanos, lo más normal que se pueda. Puedo darme cuenta por su mirada que piensa que me juzgara, quiere que confiase en él, pero ¿Cómo puedo decirle algo que no sé? Siento que es algo importante para él. Cameron está más enfocado en verme salir y entrar con diferentes mujeres por día, sin embargo, algo que entendí gracias a mis padres es que el sexo solo llena tu soledad de una forma pasajera. Deberían preocuparse más por Cameron que por mí, pero soy el menor, al menos por edad. —No he encontrado alguien que me guste —afirmo con una mueca. Él sonríe, se nota más tranquilo cuando sale dejándome solo. Agarro la cuchara con fuerza, me siento inestable, sé que en cualquier momento gritaré. Termino de desayunar y salgo por la puerta trasera, no es la primera vez que lo hago. El bosque me da cierta tranquilidad que nadie puede darme. Camino por no sé cuánto tiempo hasta llego a un círculo de robles y observó el rosal que está en el centro, me doy cuenta de que me he alejado bastante. Me dejo caer en el pasto y me recargo un árbol apreciando el lugar, debí traer mi cámara. Abro los ojos cuando escucho pasos. Parece que me he quedado dormido, Goldon aparece con su traje de sheriff, sonríe en cuanto me ve. Su cabello es canoso, pero aún puede teclearte y mostrarte que la edad es solo es un número. Al parecer he pasado bastante tiempo por aquí. —¿Qué pasa muchacho? —se acerca hasta mí para sentarse a un lado. —Estás viejo —suelto como si lo acusara de ello, por lo que sonríe. —No lo suficiente, aún puedo darte una paliza —anuncia extendiendo una sonrisa. ¿Qué pasará cuando no pueda? —Antes de tu esposa —comienzo, no me siento bien de hablar de ello. Aunque me ha demostrado que sabe cómo me siento y lo que pienso. Que me entiende de la misma retorcida manera, porque no hay como llamarlo. No es como si me hubiera preparado para algún partido. —No hubo más mujeres, un día la vi y sabía que debía ser mía —dice perdido en sus pensamientos, recordado. Me regresa a mirar y siento tranquilidad. No estoy fallando, debo ser paciente. —Ella llegará cuando menos te lo esperes, por lo mientras sigue analizando la especie llamada mujer —bromea haciendo que ría. —Gracias —murmuro y le miro, tiene esa sonrisa que me incita a correr. Me levanto y corro riendo. Esto me agotará hasta dejarme en el suelo. Sé que no le veré ni el polvo, pero nada pierdo intentándolo, me detengo y escaneo el lugar. “Sé sigiloso”, hay momentos en los que no entiendo como con su enorme tamaño puede moverse sin dejar ningún sonido o rastro. Aunque él tiene más experiencia, eso es un punto a su favor. Me muevo con cuidado escaneando el sitio, agudizo mis sentidos, al menos lo intento, cuando un sonido me alerta, así que me acerco lento, sin embargo, es una emboscada, no me lo veo venir, me sorprendo por lo rápido que ha sido o yo he sido lento. Soy sostenido por su cuerpo y lanzado a un lado, por lo que ruedo hasta chocar. Gruño dejándome caer de manera abierta cuando él se suelta a reír. Decido quedarme en el suelo, no he estado descansando correctamente y el hecho de no haber resistido el primer golpe o siquiera ser rival para el gato, me molesta. —Creo que debes entrenar —se burla. Me agarra de la playera y jala de mí, no me opongo sé a dónde me lleva, esto me recuerda a los viejos tiempos. —Creo que pensar en si moriré solo me afecto —confieso, en estos momentos no importa si me veo patético. Quizá el paso por ello. Laura daba el grito cuando de repente desaparecía y él sabía donde moverse para encontrarme y me llevaba a rastras a mi casa. Hubo una etapa en la que quería regresar con mis padres, ahí tenía mi espacio. Ignorado a sobremanera y aquí todos miraban mis movimientos. Por lo que, en efecto, era atrapado antes de dar un paso dentro de las instalaciones y cuando mi madre me encontró por la calle, me llevo a casa. Goldon se encargó de decirle que mi custodia la tenía mi hermano Fray dejando caer la amenaza de cárcel, en eso sé que él le ayudo, mi padre es un rival enorme a comparación.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR