Capítulo 3
Entre calles solitarias
—Cuando tengas dudas, pregúntame —me regaña cuando estamos cerca, sé que a él también le cuesta abrirse, sin embargo, parece tener el terreno dominado.
—Sé que tu familia está en casa —me defiendo, razón por la que no he ido a ver a su esposa.
—Mi esposa te extraña y si no vas mañana me aseguraré de arrestarte y dejarte una semana ahí —amenaza, solo él puede hacerme sentir pequeño, por lo que asiento rendido.
Hace un movimiento que me indica que me dejara caer, por lo que coloco las manos, suspiro cansado. Me suelta y pronto escucho el grito de Laura y sus pasos acercarse. Me levanto para darle una sonrisa, Goldon se va, dejo la patrulla frente mi cabaña.
—Tus hermanos son unos imbéciles —gruñe atrayéndome para abrazarme.
No importa lo que diga. Ella me tratará como si fuera un niño. Asiento dándole la razón y doy un suspiro dando énfasis a mi drama, de alguna manera puedo hacerlo con ella.
Es una parte de mí que no me agrada del todo. Creo que pensar en todo eso me da jaqueca. Mis hermanos contienen la risa, pero Laura los observa de manera amenazante, al parecer no habrá más pasteles. Antes de entrar me quito las botas para no ensuciar. Voy directo al baño para bañarme, estoy lleno de tierra.
En cuanto salgo me encuentro a mis hermanos, vienen a darme un sermón. Me observo en el espejo, tengo un moretón en el abdomen baja y entro el pecho los tocó midiendo que tan adolorido me dejaran, esto fue intencional.
—Quiero dormir —anuncio dando vuelta para dejarme caer en la cama, pero pronto me quejo, si van a doler.
—Recibí un golpe por él —me acusa, sé a dónde va.
Supongo que estamos lo suficientemente grandes, pero de alguna manera siempre estaremos en este punto. Lo que me hace sentir bien en ocasiones, es de los momentos que puedo ser un chico veinteañero del montón, peleando con mis hermanos. Sin embargo, el replanteamiento de lo que paso hace que me tense. No sabía que esto me molestaba de esta manera, hasta ahora que siento la furia crecer, han invadido mi privacidad.
—¡Él metió a una mujer a mi casa! Mi cuarto. Mi cama —enfatizo cada cosa con molestia.
Fray me observa, parece entender por lo que jala de mis hermanos para salir. Me quito la playera y me acuesto en la cama. Siento molestia cuando me percato de un olor en mis sabanas, por lo que quito las sábanas para tirarlas al suelo y coloco otras para acostarme de nuevo.
Me despiertan unos fuertes golpes en la puerta. Por lo que me levanto y camino por el pasillo hasta llegar a la puerta para abrir. En cuanto lo hago me observa Goldon alzando las cejas, parece que lleva rato tocando. Corro dentro para darme una ducha con agua fría para terminar por despertarme, me cambio de manera rápida y salgo.
Observo el reloj en la sala, ha pasado de las tres de la tarde, he dormido bastante. Agarro mi sudadera con las llaves y corro a la salida. Goldon está esperándome montado en la patrulla, no es novedad verme a lado del sheriff si contamos mi historial, pero mágicamente desaparece, aunque cumplo las horas dentro.
—Tu casa está llena de tus nietos —me quejo.
—Solo nos visitan una vez al mes y eso porque mis hijos los obligan, ¿Crees que no sé qué vienes todos los días? —me da una mirada de reojo. Me encojo de hombros y le sonrió. Ese comentario me hace sentir culpable.
—Bueno, está claro que me gusta venir sin chantajes—lo acuso.
Salimos del auto en cuanto llegamos. Me mentalizo antes de dar los rimeros pasos. Al entrar me doy cuenta de que no hay fotos, las han quitado. Goldon es muy tedioso en ese sentido. Llego a la sala donde están todos viendo una película que parece aburrida. Observo a los 4 presentes que me regresan a mirar. Dos chicas y dos chicos, la mayor de cabello rubio debe tener 17, luego está el chico de cabello n***o de al menos 16, luego un par de gemelos de diferente tono de cabello n***o y rubio de 13 años.
—Hola —saluda por lo que veo la mayor y por la mirada que me da, no es por educación que me saluda.
No veo a Leila, así que camino hasta el control, pero me es arrebatado por Goldon, lo miro con los ojos entrecerrados.
—Soy invitado, es lo menos que puedes hacer —sigo a la defensiva, nuestras miradas conectan, estamos peleando mentalmente, hasta que suspira y me lo entrega.
Comienzo por cambiar de canales hasta un programa serial, me gusta debatir estos programas con Goldon, por su sonrisa sé que piensa lo mismo.
—Silas —escucho a Leila decir alegre.
La regreso a mirar cuando me pasa una taza y me siento junto a ella y por desgracia la que me hace ojitos. Me siento incómodo y trato de ignorar los toquecitos que me da en el brazo intentando llamar mi atención.
—¿Qué pinta el aquí? —dice otro de sus nietos, el que tiene 17 años y por su actitud chocara conmigo.
—Es un invitado —corta Goldon antes de que salte.
Mi teléfono suena, así que cuando miro el teléfono veo “Laura” “¿Cómo estás?”, releo el mensaje y veo a Goldon que al sentir mi mirada me observa. “Goldon me está torturando, ¡Sálvame!”.
—¿Tu novia? —la siento demasiado cerca por lo que me levanto, dejo la taza, pero Laila me detiene, en mi huida. Ella se recorre y me deja su lugar.
Suspiro para volver a sentarme.
—Casandra, él es parte de la familia. Te sugiero que sigas jugando con alguno dentro de tu línea —la calma de Goldon me da un escalofrío, por el tono que usa. Es una clara advertencia.
Me pregunto cómo fue la infancia de sus hijos, aunque entiendo el por qué todos son tan respetados en el pueblo teniendo un padre como Goldon. Esta familia tiene una línea intacta, mientras que la mía está llena de turbulencias, estoy seguro de que Cameron se casará con una prostituta y Alexis se dará a la fuga con una de las hijas respetadas de los accionistas. Lo que me será divertido, ansió ese momento.
Seguimos viendo el programa mientras me quejo de lo falso que se ve el cuerpo. Goldon ríe por la defensa y dice que en efecto le ha tocado casos así. Laila trae más café y galletas. Es en estos momentos que de alguna manera me siento tranquilo. Con mis hermanos lo soy hasta que sacan un tema a colación o me sacan de quicio.
Sin embargo, él me entiende, me enseño lo que ahora sé. Me esfuerzo por seguir el camino que debo seguir, ya que al desviarme no abra opción para retroceder y perderé a mi familia, seguro. Camino hasta mi casa, necesito despejar mi mente. Mente fría Silas, no necesitas esto. Me detengo y miro tras de mí, aún puedo ver la casa de Goldon a través de la ventana. Niego y sigo mi camino.
En cuanto me levanto, vuelvo a mis entrenamientos habituales. Mi rutina consiste en ejercicios de pesa que tengo en el jardín trasero, correr por el bosque y trabajo. Una monotonía que he adoptado desde hace tiempo y que me ha funcionado. No hay tiempo para más pensamientos absurdos. Al menos es lo que intento hasta que Laura vuelve a entrar como si fuera dueña, sin embargo, no me molesto la comida, ha llegado, lo sé por el olor. Observo mi nuevo libro con fiereza “Como conquistar a un conquistador” el título es redundancia, sin embargo, su forma de explicar cómo puede llegar alguien mejor que tú y del cómo puedes volverte tu propio enemigo. De alguna manera me hace volver al hoyo, pero no me gusta dejar nada a medias, por lo que vuelvo a abrirlo. Laura lo arrebata de mis manos y se sienta frente mío con una sonrisa victoriosa, alzo las cejas en una silenciosa pregunta. Saca de su bolso el libro de mis tormentos, lo dejé en su casa a propósito. Suelto un quejido alto, pero me ignora. Comienza a leer el libro mientras yo escucho. Me recargo en el sillón rendido y cierro los ojos.
—No volveré a leer algo que me recomiendes —la acuso haciendo que ría.
—Lo próximo será de algún romance extraño —alza las cejas de manera divertida, esto es nuevo para los dos de diferentes maneras.
Romance, bueno, es más sexo que historia, aunque este libro fue bien elegido. Me ha causado problemas existenciales. No me pasó por la mente el amor o familia y me siento identificado casi en su totalidad con el protagonista. La lectura se siente diferente, puedo estar más tranquilo, ahora. Mi mente está en blanco analizando las palabras que dice de manera lenta. El sonido de mi teléfono interrumpe. Suelto un bufido y observo el aparato. “Veámonos” releo el mensaje de Luisa una y otra vez. Es un hecho que esto no nos llevara a ninguna parte. Laura me observa curiosa, pero no preguntará. “Mañana, misma cafetería a las 9 am” presiono enviar y luego volvemos a lo que estamos. Son contadas las veces que logro tener esta tranquilidad durante un largo tiempo, por lo que la disfruto. Es como si fuera un oso invernando.
Acompaño a Laura hasta su auto y la observo irse con la promesa de que le contara como termino a Fray. Vuelvo a quedarme solo. Observo mi cabaña dándome cuenta de que esto parece más un refugio. Niego, necesito dejar de darle vueltas y para eso debo de eliminar mi problema de raíz. Debo regresar a mi normalidad donde puedo manejarlo, voy a pintar una línea y enfocarme en lo que debo. Atrancó las puertas para que nadie entre y cierro las ventanas. Me siento en el sillón y saco uno a uno mis cuchillos dejándolos en el centro de la mesa. Saco una piedra especial para lijarlos. Me gusta el resultado, su filo es brillante. Mi fascinación en los cuchillos es innegable. Aunque no he tenido el placer de usarlos correctamente. Me doy una ducha y voy a la cama, tengo el presentimiento de que mañana será un día largo. Observó el café como si fuera lo más interesante que hay en el lugar, ¿En qué momento caí en algo tan estúpido como esto? Vaya que lo intente, no creo en esas tonterías de que el amor llega con el tiempo en un matrimonio, creo que es una relación que se construye. Además de un buen sexo. Aunque hay algo de eso, estoy seguro, es que esta chica ha saltado en más camas de lo que han saltado en la mía, pero no está la química que me gustaría o que pensé que nacería, siento como si estuviera obligado y la evito la mayoría del tiempo.