SIETE “Una y listo” es un concepto ridículo ahora. Había sido mi plan: probar la fruta prohibida, sacármela de la cabeza y seguir adelante con mi vida. Pero no. Y no hay “Una y listo”. Después de encontrarla rota y vulnerable en el baño, abrazando sus rodillas contra su pecho, solo queda “Mía” Mía para abrazar. Mía para proteger. Jessy encuentra quién cubra su turno en la cafetería esta mañana, lo que le permite dormir el resto de su resaca. La llevo a su cama, le dejo un poco de agua e ibuprofeno, y me pongo a trabajar distrayéndome con ejercicio. Me pongo unos pantalones de chándal grises y opto por pesas, abdominales y flexiones, luego abro mi portátil para encontrar la empresa de pintura de interiores más rápida que pueda contratar. Necesito volver a pintar las paredes de mi dormitor

