BERLÍN, ALEMANIA. Las notas del periodico lo echaron todo a perder. Una fuerte bofetada impactó en el rostro de Christof cuando su esposa lo recibió en su casa aquella tarde. Los ojos de Edwina permanecían llenos de lágrimas, mientras que en sus manos permanecía una nota de periodico. —Eres un bastardo infeliz. ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! —Tienes que calmarme Edwina. —¡Calmarme! No digas estupideces. Toda la vida he permanecido a tu lado. Te he apoyado en cada uno de tus proyectos, he dado mi vida entera en tu beneficio y ¿Cómo me pagas? ¿Viéndome la cara junto con la maldita de Becca? —Escuchame… —No mereces que lo haga. ¿Qué va a decir nuestra hija? ¿Qué va a decir Erika cuando lo sepa? Tu y Becca estaban empeñados en su relación con Henrik… —¿Yo y Becca? ¿Qué hay de ti? P

