Mi vida
Mi nombre es Sandra Cazares.Soy la menor de tres hermanas, y aunque siempre me han dicho que tengo suerte de tener una familia unida, no siempre se siente así. Sofía, mi hermana mayor, ha sido el centro del universo de mamá desde siempre. Su condición del corazón la hace frágil, y mamá ha hecho todo lo posible por mantenerla a salvo. Es admirable, sí, pero a veces, viviendo bajo esa sombra, me siento invisible.
Luego está Sam, la mediana. Ella es una copia exacta de mi madre.
Mamá es doctora, la mejor en su campo, y papá, un arquitecto reconocido, lidera una de las empresas más prestigiosas del país. Sofía siempre dice que heredé la sensibilidad de mamá y la creatividad de papá, pero yo no estoy tan segura. Entre ellas dos, me siento como la pieza que no encaja.
—¡Sofi! —dije mientras me sentaba en la cama junto a ella, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Ya casi! En una semana regresará mi amor y seré la señora de Omar Stone. ¡Todavía no puedo creerlo!
Sofía levantó la mirada y me sonrió apenas, como si esa expresión le costara.
—¿Estás bien? —le pregunté, inclinándome hacia ella—. Te noto rara.
—No, no es nada, Sandra —dijo rápidamente, pero sus ojos la delataban—. Estoy feliz por ti, de verdad.
La conocía demasiado bien para creerle. Algo la estaba afectando, y no era justo que lo llevara sola.
—Sofía, dime la verdad. ¿Qué pasa? ¿Te hice sentir mal con algo que dije? —insistí, tomándola de las manos.
Ella suspiró profundamente, como si las palabras que tenía dentro fueran demasiado pesadas para salir.
—No, no es eso... —murmuró, bajando la mirada—. Es solo que todo está pasando tan rápido. Siento que... te estás yendo de mi lado.
Sus palabras me golpearon. Sofía siempre había sido mi roca, mi mejor amiga, y no quería que sintiera que la estaba dejando atrás.
—Ay, Sofi, perdóname. No quiero que pienses eso —le dije, apretando sus manos con fuerza—. Tú eres lo más importante para mí. Siempre lo has sido.
Ella intentó sonreír, pero sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
—Sandra, tú mereces todo lo que estás viviendo. Omar es... es un hombre increíble, y sé que vas a ser muy feliz con él.
Al escuchar su nombre, sentí un calor en el pecho. Omar Stone era mi todo. Habíamos pasado años a la distancia mientras él terminaba su carrera, y nunca había habido nadie más para mí.
—Gracias, Sofi. Sabes cuánto lo amo. Lo he esperado tanto tiempo... y ahora que está aquí, siento que todo vale la pena.
Pero al mencionar a Omar, noté cómo Sofía apartó la mirada. Sus labios temblaron ligeramente, y algo en su expresión me hizo sentir una punzada de inquietud.
—Sofi... ¿segura que estás bien?
Ella asintió rápidamente, limpiándose las lágrimas antes de que rodaran por sus mejillas.
—Sí, claro. Es solo que... quiero que sepas que siempre voy a estar aquí para ti, pase lo que pase.
La abracé, intentando calmarla, aunque no podía quitarme la sensación de que había algo que no estaba diciendo. Nunca habría imaginado que el hombre al que yo había esperado tantos años era también el que había capturado el corazón de mi hermana.
Lo que más deseaba era que llegara la boda.. Mi vida entera había girado en torno a este momento, a este sueño de estar junto a Omar Stone para siempre.
Omar… solo pensar en su nombre hacía que mi corazón se acelerara. Nos conocemos desde niños, y siempre supe que él sería mi todo. Era el hijo de una de las familias más importantes, los Stone, y aunque la gente siempre decía que yo era afortunada de estar con él, yo sabía que era más que eso. Nuestra conexión iba más allá de lo material.
Él fue mi primer beso, mi primer novio, mi primer amor. Nunca olvidaré aquella tarde en el jardín de su casa, cuando, con nervios y risas, me robó ese primer beso. Desde ese momento supe que mi corazón le pertenecía.
Cuando Omar se fue a estudiar a la universidad, yo tenía apenas dieciséis años, pero le juré que lo esperaría. Cinco años parecían una eternidad en ese entonces, pero mi amor por él fue más fuerte que el tiempo o la distancia. Yo le jure que le guardaría mi pureza.
Cumplí mi promesa, y según sus palabras en nuestras llamadas y mensajes, él también lo hizo. Ahora, finalmente, el día que tanto soñé está a la vuelta de la esquina. En dos días, Omar llegará.
Había soñado con este momento durante años, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago, algo que no lograba entender.