Fui hasta la cocina que quedaba en la entrada del apartamento. Era un poco oscura porque no había ninguna ventana, pero era realmente amplia e incluso, tenía su propio baño. Genial, podré cagar mientras hago las lentejas. A veces mi mente divaga aún cuando no lo quiera y me pierdo mucho tiempo imaginando cosas. Imaginé entonces que me llamaba Mileidys y que era una chica pueblerina, estaba de muy buen ánimo considerando el oficio que me tocaba, que esperé que fuera menos al vivir sólo dos personas aquí, pero estaba completamente equivocado. El lugar era un completo desastre, es que parecía que fuera el fin del mundo y que aquí sólo vivieran los sobrevivientes en alguna especie de realidad caótica, porque no había forma de explicar cómo es que todo podía lucir de esa manera, no con sólo dos meses de ausencia. Parecía el hogar de esos acumuladores que salen en televisión, me daban ganas de cortarme las venas de tan sólo ver todo y no tener idea de dónde empezar, porque era demasiado para ser real. Todo estaba grasoso, había ollas por todas partes, vasos y platos llenos de comida pegada, que desagradable. Tanto que dice que es aseado, pero bueno, también dijo que estuvieron sus familiares aquí, que parecía ser gente salida de las cavernas, porque no era lógico que pudieran ensuciar a tal punto de que era mejor prenderle fuego al lugar que limpiarlo. Está bien, con quejarme no gano nada, mejor empiezo. Tomé aire y me puse unos guantes porque no quería pegarme sida o alguna porquería, así que lo primero que hice fue que levanté la licuadora y quise llorar al ver una cucaracha aplastada rodeada de hormigas. Creo que ya estaba momificada del tiempo que llevaba allí su cadáver.
-AAAH MALDITA SEA.-Grité tratando de contener las lágrimas, lo cual fue todo un reto.
-¿Qué sucede?-Preguntó Bruno completamente alterado, quien llegó apenas me escuchó gritar. Creo que se había imaginado lo peor por la expresión de su rostro.
-Lo siento, vi algo que me hirió profundamente. Olvidé que no debía hablar, perdón.-Rió al escucharme, pero creo que estaba decepcionado. Rodó los ojos, ignorando la escena que acababa de hacer y simplemente se fue. Creo que mejor iba a mantenerme callado antes de que Bruno me odiara. Me puse unos audífonos viejos que tenía y reproduje una canción que se llama What have i done to deserve this, del grupo Pet shop boys, quedaba al pelo con la forma en que me sentía, con muchos deseos suicidas. Me estiré un poco y empecé con el calvario, porque entre más pronto empezara, más pronto se acabaría la tragedia. Al menos hoy sería difícil, pero dejaría todo impecable y será así mucho más fácil de limpiar los días siguientes, porque no dejaré que vuelva a estar en este estado de putrefacción el lugar, parecía Silent Hill. Tardé exactamente noventa minutos en limpiar solo la cocina y ocupé cuatro bolsas grandes de basuras, que hicieron que me mirara muy raro la gente cuando las llevé al final del pasillo para lanzarlas por el ducto de la basura, tal vez por el olor, creían que yo llevaba partes de gente ahí metidas o no lo sé, era una teoría bastante aceptable. Pensé que había limpiado lo más difícil, pero estaba completamente equivocado. Lo peor por lejos, fue cuando llegué a la habitación principal. Había papeles regados que parecían ser muy viejos, ropa en el piso, empaques de frituras, botellas de vino vacías y miles de latas de cerveza vacías por doquier, las cuales emanaban olores terribles.
Ese primer día fue muy complicado, mis hermanos no me advirtieron que me tocaría limpiar semejante basural. Lógicamente, tardé otra hora ahí en su habitación y otras tres en el resto de la casa. Al final, cuando por fin el cielo pareció iluminarme cuando terminé de limpiar todo, acabé como si hubiera ido al gimnasio, me dolían mis pequeños brazos y sudaba como pollo en rosticería.
Durante esa primera tarde y noche, noté varias cosas sobre mi nuevo jefe. Bruno era muy extraño, un ser intimidante en todo el sentido de la palabra, porque noté que me miraba mal todo el tiempo o bueno, no estoy seguro de si era una mirada de enojo o una más bien penetrante, acechadora. Me sentía acosado, es que me vigiló cada instante, pero creo que es comprensible, tiene que desconfiar de todo y todos, creo que me tocaba más a mí ganarme su confianza y lo quería hacer, porque no podía darme el lujo en estos momentos de perder el puesto que me acaban de dar.
Entonces transcurrieron unos días. Me acostumbré fácilmente al trabajo, es que tampoco es que fuera difícil. Yo siempre fui muy organizado y tenía mis propios métodos para todo, así que me era fácil limpiar todo y me desocupaba muy rápido, por ese lado no tenía problema alguno. Lo que realmente me incomodaba, era este sujeto, el cual no hacía las cosas fáciles para mí en nada. No parecía conforme con mi presencia, jamás dejó de mirarme mal y pensé que podría preguntarle, qué era lo que le molestaba tanto de mí, si era la forma en que me vestía o cómo trabajaba, que no creo que fuese alguna de las dos, porque siempre me vestí decente, tampoco elegante, pero siempre estaba bien en ese sentido y cumplía con todo lo que me pidió, hasta hacía muchas cosas de más, entonces no entendía cuál era el problema.
Recuerdo el miércoles, cuando cumplía una semana de estar trabajando para él, en que empecé a notar cosas de la vida personal de Bruno que no, no parecían nada buenas en lo absoluto. Su novio, al parecer estaba de viaje o a esa conclusión llegué, porque nunca lo vi y he notado que Bruno… parece deprimido. No lo sé, es como una impresión que tengo, por claro está, no lo conozco en lo absoluto, sólo he visto la rutina que tiene, las cosas que hace. Temprano nunca está, supongo estará haciendo sus actos delictivos o no lo sé, ¿cuál será el itinerario de un narcotraficante? Digo, 9am desayuno con proveedores ilegales, 11am, cargamento de coca desde el puerto del río y al mediodía, ensayo de tiros en un descampado de Puerto Colombia. Bueno, en realidad no tengo idea de qué hace, siempre estoy solo hasta que regresa en la tarde, pero cuando está en casa, no hace más que leer, escribir y ve televisión a ratos, es demasiado tranquilo en ese sentido, pero… bueno, sé que me mira mal y esas cosas, pero cuando está solo y no nota que lo estoy mirando, he notado que siempre su mente parece ida, en otro lugar lejos de aquí. Parece estar muy deprimido por algo, ¿será que extraña al tal Daniel? ¿será su ausencia el motivo suficiente para que se sienta tan mal? Todo lo que sabía eran meras teorías, pero lo empezaría a conocer un poco con el pasar del tiempo.
Resultaría ser una persona más complicada de lo que parece.
Para esa tarde de miércoles, lo escuché llegar a eso de las tres y fui a saludarlo, siempre lo hago por cortesía, pero todo siempre ha sido formal, manteniendo distancias, pero hoy sería la primera vez que mantendría una conversación con él o bueno, lo más cercano a una conversación. Siempre que llega, tengo la costumbre de servirle de comer enseguida y se come todo lo que hago, hasta repite a veces, come muchísimo, pero hoy luego de servirle y de ir a preguntarle si había acabado para recoger las cosas, noté que tenía la mirada perdida, pero… lucía triste, bastante. Cualquiera podría haberlo notado de lejos y no me gustaba eso, ¿qué problema tendrá? Estaba sentado en la sala, siempre come ahí y no en la mesa, pone algún programa cultural, documentales o cosas así, pero ni siquiera encendió la televisión. Lucía realmente mal y me preocupaba un poco. Vamos, sé que no lo conozco aún, pero llevo viéndolo una semana y creo que cualquiera, sentiría al menos un poco de empatía hacia alguien que veía así de mal como él lucía, por lo cual me acerqué a él, guardando distancia claro y lo miré a los ojos. Ni pareció notar mi presencia.
-Bruno.-Lo llamé por su nombre, porque me pidió tutearlo.-¿Le pasa algo?
-Mmm.-Se enderezó un poco, noté que se puso incómodo de inmediato. Tal vez no le gusta que lo vean en ese estado.-No.
-Usted luce muy triste.-Afirmé y de inmediato, dejó de mirarme al sentirse descubierto.-Si quiere, me puede contar, si desea hablar con alguien.
-¿Qué consejo o ayuda me puede dar un mocoso de quince años?
-Oh.-Bien, genial. No esperé que me respondiera de una manera tan grosera cuando sólo quería saber sobre él o ayudarlo.
-¿Por qué no mejor te vas? Me incomodas.
-Mmm, está bien. Lo lamento.-Tomé los platos y las cosas de la mesa, me di la vuelta, pero él me detuvo.
-Oye, niño. Disculpa, ando un poco de malas hoy.-Dijo poniéndose de pie.
-Bueno.
-¿Ya acabaste de trabajar?-Preguntó y lo pensé unos segundos, asentí. Siempre me desocupo temprano y el resto del tiempo no sé qué hacer.
-Tengo que ir a comprar unas cosas, ¿me acompañas?-Preguntó y asentí. ¿Qué más daba?
Debo aceptarlo, esto era jodidamente extraño, que me hubiese pedido que lo acompañara a algún lado cuando escasamente hemos cruzado palabras estos días, pero hoy actuaba diferente por algún motivo. Bajamos y cuando salimos del edificio, caminamos por la calle, esta era la 43, en que siempre hay mucho ruido y congestión al ser una calle principal, pero esas cosas pasaron a segundo plano, porque sólo la miraba a él. Estos días lo he podido notar, era difícil no mantener presente el hecho de que Bruno fuese tan precioso como lo era o bueno, al menos para mí sí lo era, pero desde el primer momento me tracé una raya que jamás debía cruzar, pero esa tarde, caminando junto a él bajo el cálido sol de la tarde, me puso en serios aprietos. Me perdí viéndolo por algún motivo y lo peor, es que él lo notó y por supuesto, entré en pánico. Soy muy nervioso, es algo que no he podido controlar.
-¿Por qué me miras así?-Preguntó y quise que justo en ese momento, un autobús se desviara y me arrollara, por tonto.
-Nada, creí que estabas llorando.-Dije y él me fulminó con la mirada.-Estaba bromeando.
-Niño, tienes un humor extremadamente extraño.
-Me vas a bloquear, ¿verdad?
-¿De dónde o qué?
-De la vida real.
-Mmm.-Creo que prefirió no responder. De nuevo vino a mi mente el hecho de que creía que no le agradaba en nada, así que sólo seguimos caminando en un silencio incómodo, hasta que él me habló.-¿Puedo hacerte una pregunta que te puede incomodar?
-Sí, supongo.
-¿Por qué debes trabajar a esta edad? Digo, deberías estar en la escuela y por las horas que pasas en el apartamento, no creo que asistas.
-Yo estuve estudiando hasta hace poco, pero mis padres no pudieron seguir pagando mi colegiatura y no pude seguir yendo. Tenemos muchos problemas de plata, ojalá pudiese hacer algo al respecto.
-Mmm, bueno. Haremos una cosa.-Dijo cuando nos detuvimos en un semáforo.-En tu salario incluiré tu colegiatura porque no quiero a ningún ignorante trabajando para mí.
-¿Sí? ¿y por qué contrataste a mis hermanos?
-¿Quiénes son tus hermanos?
-¿No los conoces?-Pregunté y él negó con la cabeza.-Pero tú los contrataste, Pipe y Juan Andrés.
-Ah, creo saber quiénes son. No, yo no contrato a nadie, lo hacen mis hombres. Tampoco sabía que un niño trabajaría en mi casa, me enteré como una hora antes.
-Oh, entonces ese par de mintieron.
-Mmm, tu comentario de ahorita, ¿lo hiciste porque tus “hermanos” no son muy inteligentes o qué?
-No es que no sean inteligentes, es que ni llegan a esa palabra.
-Mmm, igual para el oficio que hacen, no es que requiera que tengan un máster ni mucho menos. Con que tengan malicia y sepan conducir, todo está bien.
-Supongo.-Me encogí de hombros.
Entramos a un supermercado cercano y él agarró un carrito. Nos acercamos a la sección de enlatados y noté que él miraba meticulosamente cada producto que tomaba, desde la etiqueta, el estado del empaque y todo, qué misterioso eres. Llenó todo el carrito de productos que desconocía, pero todos eran mayormente de dieta o eso creía, es que desconocía casi todo lo que compró, pero nada fue barato, escogió lo más caro de todo, lo cual me pareció innecesario.
Cuando salimos, quise cargar todas las bolsas yo al ser su esclavo, pero cuando lo intenté, logré tomarlas todas, pero caminé solo un par de pasos, en que él me miró confundido y yo, al no poder con tanto peso, me caí bocabajo de una forma muy aparatosa y lamentable, junto a todas las bolsas, provocando que se salieran los productos y quise llorar, es que odio caerme, ¡lo odio profundamente! Me ensucio y pierdo mi dignidad, es una tragedia, al menos para mí.
Bruno, divertido, quiso ayudarme a levantar, pero no lo dejé hacerlo.
-No me toque, ¡yo puedo solo!-Me quejé y me levanté, pero claramente dejando mi dignidad en el piso. Me limpié un poco y notaba que él evitaba reír a toda costa, pero le costaba. Recogió las cosas y quise ayudarlo, pero estaba molesto y ni sé bien por qué.
-Qué berrinchudo eres.-Dijo entre risas. Tomé un par de bolsas y salimos.
-Usted dijo que yo era un niño, ¿no es eso lo que los niños hacen?
-Sí, pero uno pequeño. Tú ya hasta debes tener pelos en el trasero.
-Claro que no, si quiere se lo enseño.
-¡No!-Se quejó, alterado y reí. Esto fue muy divertido.
Genial, creo que empezamos a entendernos o bueno, eso creía en ese momento, cuando no tenía idea de todo lo que iba a venir.