Mi primer desastroso día de trabajo
Los inútiles de mis hermanos lo que hicieron fue asustarme aún más de lo que estaba originalmente, me dijeron con sus malditas rimas que él iba a masacrarme si le arruinaba algo de su casa, me resaltaron bastante que él tiene un genio terrible y por eso no podía cometer ningún error. Incluso Pipe, insinuó que Bruno tiene un sótano de torturas que equipó exclusivamente para masacrar a tipos pequeños y feos, justo como yo, hasta que ya tenía un espacio reservado por si se veía obligado a fusilarme. Maldita sea mi suerte, deben estar mintiendo.
Qué va, ellos son unos malditos exagerados, no podía creerles nada y menos, cuando dijeron que incluso, había ordenado a hacer mi lápida en Italia, no creo que gaste mucho en un ser plebe como yo y menos, que ya esté planeando liquidarme sin conocerme, es que es inconcebible, pero preferí prevenir la tragedia, sólo por si acaso. Antes de ir, corté un poco mi cabello con unas tijeras de dudosa procedencia que encontré en el baño porque debía lucir como una lesbiana desempleada y quería dejar una muy buena impresión. Sé que tampoco es que debiese ir vestido de esmoquin ni mucho menos, pero tampoco es que iba a ir como pordiosero y, además, si quería conservar mi vida al menos unos meses más, debía lucir impecable. Así que me puse una camisa azul, los mejores jeans que poseía, que ya estaban algo desgastados, pero qué más daba y también me apliqué perfume, pero no sé si sirvió de mucho porque era de los baratos y como tardé en llegar, creo que el olor lo perdí en la calle. Es de esos que duran calle y media.
Tardé casi medio año en llegar hasta su vecindario, él vivía realmente lejos de mi barrio. Yo en el sur, el en el norte en un edificio antiguo del barrio ciudad jardín, lo cual se me hizo muy extraño porque a pesar de ser tan rico como dicen las malas lenguas, vive en un vecindario bastante normal, claramente mejor que el mío y mejor ubicado, pero tampoco era un barrio que justificara a una persona como él, que genera cientos de millones por semana. Al parecer, no podía vivir en un lugar más ostentoso por no llamar la atención, lo cual me pareció extraño porque los narcos de la televisión siempre presumen del dinero y se duchan entre billetes y prostitutas, pero al parecer, este sujeto estaba lejos de ser así, lo cual me dejó desconcertado. Según me dijeron mis hermanos, siempre hay que justificar de donde sale el dinero, pagar declaración de renta, impuestos y demás, y este apartamento era de su difunta madre, lo cual no levantaría sospechas. ¿Dónde esconderá su dinero? ¿lo mandará a algún paraíso fiscal o lo guardará debajo de su colchón? O bueno, no creo que quepa tal cantidad de dinero en su casa, aunque sería genial. Creo que si quisiera, podría comprarse a Donald Trump y ponerlo a barrer su balcón o a darle uvas en la boca. Es justo lo que yo haría.
El apartamento era en un quinto piso y no hay ascensor así que toca subir por unas doce o trece escaleras, tres de la entrada y dos por cada piso, qué porquería, tan rico que eres y no has mandado a hacer un ascensor, creo que me quedé sin piernas, tendrán que amputarme o no lo sé, tal vez suba en jet pack. Llegué muy agotado y con un genio del demonio, sentía que se me iban a caer las piernas, como si me estuviera derritiendo o mutando, no lo sé, especialmente porque manejé mi bicicleta por treinta minutos para llegar a su apartamento y para colmo había tantas escaleras, maldito sea el individuo que diseñó este lugar sin ascensor, debía morir de diarrea. Estaba muy nervioso, ¿Cómo sería Bruno? ¿Cómo me trataría? ¿Sería tan malo como me lo pintan? ¿Qué edad tendrá? ¿Conducirá? Espero no me reciba a tiros apenas me vea. ¿Tendrá armas hasta debajo de los cubiertos? ¿o dinamita? Dios, ¿me implosionará? O bueno, para eso tendría que llenarme de explosivos, lo cual es muy posible que lo haría.
Quise llorar, pero evité hacerlo por miedo a que me fusilara, así que calmé mis nervios como pude y tomé aire, tal vez demasiado el tiempo, debía ser valiente. Muy bien, no debo temer, aún. Toqué el timbre y como tardó, observé los detalles alrededor, la puerta era blanca y rasgada, parecía vieja, el piso de la entrada era rojo ladrillo, tenía muy ambiente el lugar, lástima que este tipo viviera aquí. Había mucho sol porque era de tarde, este entraba por el balcón del pasillo, pero era un sol agradable. Hay que recalcar que, por todo el pasillo de todos los pisos del edificio, hay un balcón gigante por el cual se ven las calles, la universidad metropolitana, techos de casas y parqueaderos. Me gusta el lugar.
Lo que no esperaba, es la forma en que me impresionaría el verlo por primera vez, porque no resultó ser ni cerca lo que imaginaba.
Abrió la puerta y al verlo, me quedé paralizado unos instantes, es que no salía de mi asombro. ¿Este era Bruno o tal vez sería su hijo? Porque la persona que me recibió, era muy joven y no tenía la apariencia de maleante ni mucho menos, por el contrario, lucía completamente normal. Era más alto que yo como por unos 10 cm debo recalcar, aunque no es un gran logro porque soy diminuto. Tenía el cabello n***o lacio algo despeinado, cejas gruesas, piel blanca, ojos de un tono verde bastante diferente, no lo había visto antes, pero sus ojos eran muy llamativos en general. Se notaba que iba al gimnasio o se ejercitaba de alguna manera porque se le notaba de lejos, aunque no era tan exagerado como unos tipos que he visto, lo normal. Maldición, si este sujeto llega a ser Bruno, sería muy complicado todo para mí, porque es jodidamente impresionante. Sí, era precioso, de eso no cabía duda. Podría tener quizá unos veinticinco o poco más, no lo sé y por su apariencia, se nota que es de familia pudiente, porque en esta ciudad, hay claros rasgos fáciles diferentes debido a las clases sociales. Pipe tiene una teoría sobre esto, no luciría igual alguien que creció en el sur, todos los días comiendo baratijas, bienestarina y bajo el sol, que alguien cuya familia viene del exterior, jamás toma el sol y tuvo alimentación de lujo toda su vida.
Algo que debo decir sobre mí, es que desde muy pequeño tuve mi orientación s****l muy definida. Desde siempre he sabido que me gustan los hombres, lo supe desde que tenía unos cinco o seis años e incluso, en mi casa todos lo saben, lo cual claramente ha causado todo tipo de bromas por parte de mis hermanos, pero les daba francamente igual, a mis padres también y como tal, nunca he tenido una relación y sí es algo que lo haya pensado antes, me gustaría tener un novio alguna vez, aunque no me he roto la cabeza pensando mucho en el tema porque tengo otros problemas más grandes, pero ciego no soy y viendo a alguien como Bruno todos los días con esa apariencia, me lo pondría difícil. Espero sea una persona completamente desagradable, porque sería jodido en muchos sentidos si cometo el terrible error de fijarme en él o bueno, tampoco es como si pudiese decidir.
Me intimidé y más, por la forma en que me miraba, como a la defensiva.
-¿Eres Nicolás?-Preguntó al fin después de repararme de pies a cabeza, tal vez con desprecio, no lo sé. Por su tono, se notaba que desconfiaba por completo en mí y lo entiendo, alguien como él siempre debe estar alerta.
-Sí, disculpa la tardanza… tardé mucho en encontrar la dirección y además, me caí unas dos o tres veces, encima de gente.-Admití y él, enarcó una ceja. Parecía fastidiado, ¿tan rápido y ya me está detestando?
-¿Cómo es que te caíste tantas veces encima de la gente?
-Bueno… fue a propósito, en fin.-Bromeé, pero el parecía que no tenía ningún sentido del humor. Creo que mejor no bromeo con él, sería buena idea para conservar mi vida. Siempre he tenido un humor que sólo mis hermanos comprenden y me cuesta evitar decir comentarios así, se me salen solos por más que quiera evitarlos.
-Mmm vale, ven entra.- Me dijo haciéndome señas de que ingresara y me apresuré en entrar detrás de él.-Te advierto, el lugar está hecho un asco así que no pongas mala cara. Duré fuera del país unos tres meses y aquí sólo estuvieron mis primos, quiénes no asean jamás y como llegué esta mañana, no alcancé ni a medio limpiar un poco.
-Está bien.
Sus primos, sus dichosos primos. Pensar en los problemas que me causarían a futuro ese trío de árabes infelices.
El lugar era inmenso, era todo de un tono azul claro. Era un apartamento antiguo, podía ser de los noventa o de principios del 2000, pero era muy bonito, techos altos de machimbre, cocina moderna e incluso, dos balcones, cuánta finura. Me llevó para mostrarme las habitaciones, eran tres y eran grandes todas, la de él tenía un baño muy caluroso que al menos era simpático, había un balcón que se ve apenas se ingresa, los muebles eran oscuros, numerosos, había bastantes fotografías de grupos grandes, de él junto a muchas personas, cuadros raros y espantosos, en uno salía un tipo tenebroso, como un señor en algún desierto, usando turbante, ¿será su amor platónico o qué? Lo extraño es que noté que el alumbraba todo el apartamento con lámparas, no como en todos los lugares del universo y no lo entendía, ¿pertenecerá a algún culto o religión extraña? Porque noté que todo era muy raro, pero su ropa, todo, parecía de algún país de medio oriente y hablaba enredado, no en las palabras que usaba, era el acento, pero no parecía ser estadounidense o de algún país latino ese acento, no lo podía reconocer.
-Niño ven y siéntate que te voy a decir lo que debes hacer.-Comentó desde la sala y fui con rapidez, porque creo que notó que había estado mirando todo detalladamente, es que sería imposible no hacerlo. Me senté en un mueble de cuero n***o que él me indicó. Bruno estaba sentado con las piernas cruzadas y parecía estar de mal genio, ¿será siempre así o es el día de hoy? ¿se irritó tal vez por mi presencia?-Te espero de lunes a sábado de las dos hasta las nueve de la noche o antes, no sé. Ya sabes lo que debes hacer, limpiar la sala, los cuartos, los baños, la cocina. Por cierto, me dijeron que cocinas muy bien así que puedes preparar básicamente lo que quieras, me gusta todo, para tres personas.
-¿Para tres?-Pregunté, pero mi voz por algún motivo se escuchó muy rara, como la de un pedófilo. Maldición.
-Sí, Daniel, tú y yo.
-Oh, ¿vive alguien más aquí? Digo, para saber.
-Sí, mi novio, salimos desde hace seis años.-Enarqué una ceja, sorprendido. Bruno no aparentaba en nada que le gustaran los hombres, pensé que tendría alguna novia, esposa o hijos, pero vaya que él no era ni remotamente cercano a lo que había imaginado. Ni sabía que hubiese narcotraficantes homosexuales, es absolutamente genial.
-¿Seis años?-Pregunté asombrado, era muchísimo tiempo.-Hace seis años pensar que yo estaba en primaria comiendo arena.
-Fingiré que no dijiste nada.-Dijo irritado.-¿Hay algo más que quieras saber?
-Lo siento, tal vez más sobre ti o perdón, usted. Lo que debería saber.
-Tranquilo, puedes tutearme. Bueno, me llamo Bruno, tengo veinticinco años, soy bastante estricto, pues con respecto a la limpieza y el orden, no hablo mucho. Frecuentemente vendrán ciertos familiares que ya conocerás, ellos no molestan mucho, pero puede que te cueste acostumbrarte a eso, ya que eres sólo un niño.
-Tengo quince, no soy un niño o bueno, eso creo.
-Lo eres y me da francamente igual, pero te recuerdo que soy muy estricto, no quiero que andes jugando por ahí ni haciendo desorden.
-Eso está bien.-Rodé los ojos, como que cree que tengo siete años.-Un tipo estricto… con razón todos te temen.-Él tenía una expresión muy seria, me daba miedo mirarlo a los ojos porque parecía que literalmente fuera a incendiarme con la mirada. No sabía si los narcos tienen poderes o la capacidad de lanzar rayos láser, así que me tapé los ojos para evitar cualquier eventualidad.
-¿Por qué te tapas los ojos? ¿Acaso eres retrasado?-Se quejó y me alteré de inmediato.
-¿Qué? ¿Yo qué? Tú lo serás.
-¿Sabes algo? Te daré una nueva función.
-Claro.
-Mantén tu boca cerrada mientras yo esté presente.-Asentí de inmediato con la cabeza, creo que mejor me callaba.- Ve, empieza desde ya.
Vaya comienzo desastroso, creo que no le agradé y era de esperarse, fue algo mutuo.