Mireya Definitivamente, la vida siempre está a mi favor, pues parece que todo me lo están sirviendo en bandeja de plata. Tomo asiento en el sillón y me cruzo de piernas con una sonrisa en mi rostro. Qué patético es Manuel sentirse todo un héroe solo porque tiene un arma en sus manos, cuando esa arma me puede beneficiar más a mí que a él. Yo suelto una carcajada y él voltea a verme. Sus manos tiemblan, así que suspiro, tomo un cigarrillo y lo enciendo. Lo miro directo a los ojos y le digo: —Sabes que no deberías jugar con eso, ¿cierto? Puedes lastimar a alguien o matar a alguien. Yo volteo a ver a Erick y él se ve nervioso; está pálido y sudando como un cerdo. Volteo los ojos con fastidio. Definitivamente, todos los hombres son patéticos. Me pongo de pie y doy un paso hacia Manuel, pero

