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Amor Divino

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Descripción

Ella es la Diosa de la primavera, él es el Dios del inframundo, ella se dedica a crear vida, él cuida los muertos que viven en su reino. Se pensaría que dos Dioses tan distintos no deberían estar juntos pero esta es su historia de amor.

Reimaginación del mito del rapto de Perséfone

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El encuentro
Hades el Dios del inframundo se aburría en sus aposentos, "Hubiera elegido el mar" se decía a si mismo cada que un alma nueva llegaba, de vez en cuando platicaba con esas pobres almas, los mortales eran muy divertidos cuando se lo proponían, tenían deseos sencillos y temores banales. No tenía muchos amigos y el único que lo visitaba era su sobrino Ares a quien le gustaba y hasta cierto punto le divertía provocar guerras y catástrofes en el mundo mortal. Hades estaba de acuerdo con eso, siempre era bueno platicar y conocer gente nueva, sin embargo, odiaba todo el caos que se armaba en el Inframundo con cada guerra que provocaba el pequeño Ares. Hades no se llevaba bien con sus, Deméter era pretenciosa y creía que era la más poderosa por crear "vida" cuando la vida era efímera pues tenía fecha de caducidad, Hestia lo hartaba cada que se veían, le decía que lo que necesitaba era una familia o mínimo alguien a su lado tener un hogar feliz con ese alguien, Poseidón era algo egoísta pero Hades no lo odiaba, quizá porqué tenían cosas en común y de vez en cuando le enviaba pescadores y piratas que tenían buenas y graciosas historias. Pero Hera y Zeus eran la gota que derramaba el vaso, siempre tenían fiestas para demostrar su superioridad y falso matrimonio, Zeus la engañaba constantemente con mortales, pero Hera fingía que no le afectaba. Hades era el rey del inframundo, pero al menos no andaba por ahí fingiendo amor a quien no se lo merecía. Cierto día Hermes fue al inframundo llevaba un mensaje urgente de Zeus quería verlo antes de una fiesta importante, al parecer iba poner una nueva constelación en el cielo, a Hades le daba igual la constelación. —¿Que ocurre si no voy Hermes?—pregunto Hades. —¿A cuál de los dos eventos? A Hades lo hirritaba Hermes, en general todos ellos lo hirritaban, había jurado no ir desde la ultima fiesta que no resulto bien para Ares quien estaba a su cuidado. —Ambos. —Es solo una invitación Hades, creo que Zeus te quiere ahí porque eres su hermano y le deprime un poco que estés aquí tan solo. —Si le entristece tanto ¿por qué no viene él? y ve como este lugar lúgubre es bien dirigido. El inframundo era el lugar mas estable de todos, llegaba un muerto y Hades lo enviaba por el rio y después en base a lo que habían hecho en vida los juzgaba, para ser justos tenía ayuda, Minos Éaco y Radamanto lo ayudaban a juzgar las almas que llegaban al inframundo . —Tan solo toma la invitación, tengo mejores cosas que hacer que estar aquí—Hermes no mentia, él odiaba el inframundo, no había ni un rayo de sol y el lugar estaba lleno me muertos   Hades tomo el pergamino y en un segundo estaba en un prado con flores a su alrededor, todo lucia tan limpio, con vida y fresco. —¿A dónde crees que vas Hermes? —Zeus dijo que en cuanto te trajera aquí, me fuera y eso hago. Zeus siempre hacia esa clase de cosas, era un idiota pero siempre se salia con la suya. —¿Así que mi hermanito me puso una trampa? —Hades grito mientras veía como Hermes desaparecía—, Zeus sal de donde quiera que estés, entre más pronto vengas y hablemos, más pronto regresare al Inframundo. —Eres muy aburrido a veces hermanito—dijo Zeus detrás de Hades Zeus siempre lucia igual, barba platinada y cabello largo, a veces si prestaban atención se veía como la electricidad corría por sus venas. Ese día usaba una túnica azul cielo que contrastaba con sus ojos. Hades por otro lado era sencillo, le gustaba ocultarse tras una túnica negra con capucha, tenía la piel pálida y los ojos azul eléctrico que si te veían directamente sentias como te hipnotizaban, sus cabellos eran n***o y tenia barba bien recortada, siempre había sido. Sabía que no era feo o al menos era lo que algunas mortales le habían dicho cientos de años atrás sin embargo le costaba estar con su familia porque sabía que no era el rostro predilecto de la familia. Despues de todo era el único que aun apoyaba a Ares después del incidente con Afrodita y Hefesto. —¿Para qué me quieres?­­—Hades se cruzó de brazos —Tengo dos asuntos que tratar contigo, el primero es invitarte a la revelación de una nueva constelación —Hermes me lo dijo ¿por qué lo repites? —Porque hace 150 años te invité a un festín y no fuiste porque no fui al inframundo a buscarte, ahora no tienes pretexto. —Cuantas veces tengo que decirte que no me interesa pasar tiempo con mis hermanos mucho menos las fiestas y festines que ofreces. —No te gusta pasar tiempo con la familia, pero si con mi primogénito Ares. Las cosas siempre eran así de tensas, Zeus de cierta forma se sentía desplazado porque Ares no regresaba al Olimpo, el no estaba exiliado, pero nadie ahí lo quería, no realmente. —Es un gran chico, aunque me gustaría que deje de provocar tantas guerras, los guerreros no son seres interesantes para platicar. —Quiero que te alejes de mi hijo, Hades. —Yo nunca lo busco, el me busca a mí, tal vez es porque necesita atención de sus padres. ¿Sabes todas las veces que tuve que cuidarlo cuando se drogaba? Lo ayude a salir de ese abismo en el que estaba, abismo del cual sus padres debieron sacarlo, —Hades, ¿me vas a venir a dar consejos de paternidad? —Zeus rio—, tú que le temes a los lazos afectivos y vive todo el tiempo encerrado en el inframundo —¿Vas a juzgar mi estilo de vida tú que te metes que cada mortal o ninfa que se mueve? —Hades dio la media vuelta y trato de ir al inframundo. —Olvide decirte que el efecto del pergamino hace que estés aquí en la Tierra hasta que se ponga el sol —Da igual lo que quiero es alejarme de ti—Hades pensó en el único lugar en la Tierra donde quería estar: El estanque de Narciso. —Igual iras a la fiesta ¿cierto? —pregunto, pero su hermano ya se había ido. Las reuniones de Hades con sus hermanos siempre terminaban así, todos juzgando su forma de vivir, cuando no entendían que a él le resultaba placentero no hacer daño a nadie y escuchar historias de los muertos. Al aparecer en el estanque de Narciso noto que no había Narcisos "quizá no es temporada" pensó, "o quizás Némesis ya le quito el castigo", de igual forma se concentró en el estanque cristalino, se veía a sí mismo. El día estaba tranquilo Hades se acosto en el pasto a mirar el cielo y sentir la brisa, al menos ese dia le serviría para relajarse un poco. Estaba tranquilo hasta que una risa perturbo su calma, una ninfa aparecía de entre los árboles, su piel era linda y del color del barro, su cabello ondulado y n***o llegaba hasta la cintura, su vestimenta era blanca y se notaba que no era delgada, los rayos del sol acariciaban la piel de la joven lo cual hacia que pareciera que irradiaba luz propia, Hades estaba seguro que jamás había visto una criatura más bella que esa. Ella corrió hacia él, se quitó la ropa y se lanzó al estanque —Si las ninfas te preguntan diles que no sabes de quien hablan, nunca me has visto—le dijo ella, tenía una voz hermosa—avísame cuando se hayan ido. Ella se sumergió y al parecer era buena nadando y sosteniendo la respiración. Hades rápidamente se sentó sobre la ropa de ella para no causar sospechas, no creía lo que estaba haciendo, pero lo hizo. —Oye tu—le gritó a Hades una de las Ninfas—, ¿has visto a nuestra amiga? —¿No sabes con quien hablas? —preguntó otra de ellas—es el rey del inframundo. A Hades lo conocían las Ninfas por su ex, Mente, preferia no ser vinculado con ella, lo había herido, nunca se había sentido tan mal por alguien, ella había dejado un vacio. Un vacío que nunca se había ido del todo. —Así es y no, no sé de qué hablan, si no quieren terminar siendo mis esclavas les aconsejo que busquen a su amiga en otra parte y me dejen en paz. Hades odiaba causar miedo, pero le divertía asustar ninfas, eran tan fastidiosas y ruidosas, pero la chica del estanque era diferente a todas las demás. Las ninfas desaparecieron dejándolo solo con la ninfa que acaba de conocer. —Ya puedes salir, ya se fueron—le susurro al estanque. Ella solo asomó la cabeza y parte de su pecho sin mostrar por completo sus senos. —Gracias, por librarme de ellas...—ella hizo una pausa— me hartan a veces. —Creía que a las ninfas les encantaba andar siempre juntas haciendo travesuras. Hades la miro bien, ella no era una ninfa su piel descrubia que era una Diosa, los dioses irradian un brillo propio que los hace inconfundibles e irresistibles. —A mí no me gusta estar con ellas, necesito mi espacio ¿nunca has sentido que no encajas con los que te quieren? —ella toco alguna fibra sensible de Hades —Realmente no creo que alguien me quiera. —Por favor alguien debe de quererte, y si no es así ahora te quiero yo—ella tomo la mano de Hades, nunca había tocado algo tan frio. Él por otra parte sintió como si rayo lo hubiera recorrido, era una sensación extraña, y era extraño tener justo enfrente a una Diosa tan hermosa que no lo conociera. De pronto ella tiro de él y en menos de un segundo Hades ya estaba en el estanque completamente empapado, no estaba molesto, en realidad le causó gracia la trampa que le había puesto esa diosa hermosa con la cual ahora estaba nadando en un estanque poco profundo. —¡Hija! —un grito a lo lejos rompió la calma —¡ay no! —dijo ella y rápidamente salió del estanque Comenzó a ponerse la ropa y Hades miraba su figura y su piel, ella era perfecta en todos los sentidos, no necesitaba conocerla, simplemente lo sabía. —¿Que ocurre? —preguntó Hades —Es mi madre, probablemente las ninfas le dijeron que no me encuentran. Hades salió del agua y se acomodó el cabello pensando en una forma de pasar más tiempo con esa chica. No podía llevarla al inframundo en primer lugar porque seguía con la maldición de Zeus de no regresar hasta que se pusiera el sol y no quería asustarla. —Vamonos lejos ¿sí? —No lo sé ¿Quieres decir ahora mismo? —Si, toma mi mano y vámonos, prometo regresarte al atardecer. Hades le extendió la mano para que la tomara. Ella titubeó un segundo, pero los gritos de su madre se acercaban más y más, no es que no quisiera a su madre, pero si se enteraba que estuvo con un desconocido desnuda nadando en un estanque la castigaría sin salir y eso era algo que no quería. Así que tomó su mano. Hades abrió un portal grande para los dos. —¿Cuál es tu nombre? —pregunto ella —Soy Hades, Dios del inframundo—Respondió el y desaparecieron entre humo y fuego azul. Ella veía el paisaje que tenía enfrente, los tonos azules del cielo y el mar formaban un solo conjunto de colores, ella no sabía dónde empezaba el mar y terminaba el cielo. Miraba a Hades sus cabellos y ojos hacían juego con el paisaje. —¿Tienes un nombre? —preguntó él —Me llamo Perséfone. —¿Qué es lo que haces? Quiero decir todos tenemos actividades designadas por Zeus, cual es la tuya. —Ayudo a....—pensó en decirle sobre quién era su madre, pero se arrepintió— Deméter a cultivar. Hades sonrió esa chica creaba vida y el cuidaba de los muertos. —¿Entonces me podrías decir porque en el estanque no había narcisos? Él trato de hacerle platica, quería conocerla, saber que ella era todo lo que había soñado —Deméter odia los Narcisos, dice que Narciso no merecía ese castigo por tener amor propio. —¿Conoces esa historia? —Hades se sentó a contemplar el paisaje e hizo una seña para que ella se sentara a su lado. —En realidad creo que no, Deméter no habla mucho de esas cosas, cree que los Dioses son algo—ella se detuvo pues recordó que Hades era un Dios. —¿Egocéntricos? Lo son, hace mucho me aleje de ellos, incluyendo de Deméter, son mis hermanos y los amo, pero...—suspiro—... me gusta vivir a mi manera, sin hacerle daño a nadie ni causar problemas, el inframundo es bastante acogedor a veces. —¿Qué te trajo a la Tierra hoy? —Hermes, por encomienda de mi hermano, quería invitarme a una fiesta mañana, a la cual no iré. Perséfone había sido invitada a esa fiesta, en verdad quería ir pero su madre había dicho no, en parte porque era reencontrarse con Zeus y Demeter lo odiaba y en parte porque tenían mucho trabajo como siempre. —¿Por qué no? —Porque a nadie ahí le caigo bien, solo iría a comer y estar en un rincón solo escuchando las hazañas de todos. —Posiblemente yo vaya... —dijo ella, tratando de asegurar volver a verlo. —Solo los Dioses, medios Dioses y seres dignos pueden entrar al Olimpo. —Ese es mi secreto, soy una Diosa. —Lo sé eres hija de Deméter y Zeus lo cual hace que puedas entrar a cualquier lugar, lo supe en cuanto dijiste tu nombre. Lo cual no me sorprende cierto brillo emana de tu piel. —¿Entonces tú también eres un Dios? —El del inframundo, así es—Hades vio como estaba atónita—, tu madre no habla mucho de eso ¿cierto? —No, en realidad ella odia ese mundo —Yo también, creo que todos odiamos el Olimpo por diferentes razones, tu madre tiene las de ella, yo tengo las mías. —Yo nunca he estado en el Olimpo, quisiera conocer ese lugar —Es un lugar muy hermoso lleno de gente odiosa a que a veces quiero matar hasta que recuerdo que eso me daría más problemas de los que ya tengo. Perséfone rio a carcajadas, se la pasaba bien con ese oscuro ser, era divertido después de todo, había conocido Dioses antes, pero ninguno era como Hades, tenía algo, era algo raro. Su madre le había presentado a Hermes, Deméter enserio quería que ella lo amara, pero Hermes era un idiota con aires de superioridad, en general era aburrido y ansioso. Perséfone quería conocer el mundo y eso era algo que con Hermes no iba a conseguir. Hades nunca había oído a alguien reír así, él no era gracioso o bueno no se esforzaba por serlo. —Detesto ser hija de Deméter, quiero decir ella me ama, pero... —¿Que ocurre? —él tomo su mano —Es complicado, creo que ella quiere que sea de cierta forma, que sea la hija ideal, que no de problemas y que siempre está para todos. —Es bueno tener mi propio reino, no hay reglas y todos son bienvenidos. Sería bueno que me visites un día. Pasaron un largo rato mirando el paisaje tomados de la mano, ocasionalmente Hades miraba a Perséfone, los rayos del sol la tocaban sin realmente tocarla. —¿Quieres comer algo? —dijo ella finalmente —Claro, porque no. Ella puso sus manos en el suelo, no estaba segura que quería cultivar, pero algo se le ocurriría, pensó en uvas, luego en naranjas y finalmente surgió un manzano, movió sus manos hacia arriba y el árbol simplemente creció y creció, vio como salieron unas florecillas para después salir unas pequeñas manzanas. Hades estaba frente a alguien que creaba vida mientras tanto el cuidaba a los muertos, eran polos opuestos evidentemente pero había algo en su forma de moverse que hacía sentir que no necesitaba nada más, quería pedirle que se fuera con él al inframundo en ese momento, Hades nunca había experimentado algo así, algunos mortales le habían dicho que existía el amor a primera vista y él creía en eso pues cupido era bastante travieso, pero estaba seguro que cupido no tenía nada que ver, era algo más quizá un capricho del destino que quería unir a la vida y la muerte solo para ver qué pasaba. Perséfone solo convivía con Ninfas y su madre, Hades le parecía atractivo, se sentía cómoda con él, más de lo que alguna vez se sintió con las ninfas o incluso con su madre. Sentía que podía ser ella no había necesidad de fingir inocencia y bondad. Ella tomo una de las manzanas del árbol que recién había creado y se la entregó a Hades. —¿Entonces iras mañana? —pregunto ella —Solo si tú vas. Hades le dio una mordida a la manzana, era muy dulce como se lo imaginaba. —Ahí estaré, ¿ahora podrías llevarme a mi casa? Creo que mamá se molestará si no me encuentra —Toma mi mano—dijo el y ella lo hizo, automáticamente se transportaron a la pradera donde vivía ella. —Te veré mañana en el Olimpo —Es una cita. Hades regreso al inframundo envuelto en humo lo recibió Cerberos su perro, Hades les acarició las cabezas, cerberos tenía tres cabezas y la capacidad de cambiar de tamaño. Hades subió a su barca para ser transportado hasta su trono ahí le esperaban dos sirvientes. —¿Novedades? —Pregunto Hades. —Ares vino a buscarle Señor —¿Que quería? —Pregunto algo irritado —Se comió una uva y se fue a platicar con los muertos. —¿Me estás diciendo que estará una semana aquí? —Hades solo tenía una regla, nadie podía comer nada que creciera en el inframundo a menos que quisiera pasar una eternidad con él, y él no quería pasar una eternidad con nadie, excepto quizá solo con la chica que acababa de conocer—Tráiganlo ante mí. Hades quería a su sobrino, incluso Ares pasaba tiempo ahí sin estar obligado, pero habría comido la Uva para no ir a la fiesta que ofrecería Zeus, en otras ocasiones Hades le habría apoyado para sabotear al Olimpo, pero esta vez él quería ver a Perséfone y solo podía hacerlo si se veían en la fiesta de Zeus. Hades no quería problemas con Zeus y si Ares no aparecía en el Olimpo iba a haber problemas. —¡Tío! —dijo Ares—¿Qué quería mi insufrible padre? —Lo mismo de siempre, vino, fiestas y Olimpo. Pero habló de otra cosa... —Apuesto que lo sé, no quiere que pase tiempo aquí contigo ¿cierto? —Cierto, Eaco dice que comiste una UVA —En realidad no, solo bromeaba, valoro mucho mi libertad de poder ir a donde quiera cuando quiera. —En ese caso, mañana iremos al Olimpo. Ares arqueo una ceja. —¿A qué se debe? —Simple, conocí a una chica, no cualquier chica o ninfa... es una diosa. —¿La conozco? —No lo creo, me ha dicho que su madre, Deméter la ha ocultado haciéndole pasar por ninfa. —¿Me estás diciendo que la tía Deméter encontró alguien lo suficientemente valiente para que le engendrase una hija? —Te estoy diciendo que tu padre es ese ser valiente. Mañana irá al Olimpo. Quiero verla. —¿Te gusta? —Ares veía a su tío algo emocionado. —Es posible, pero no sé si yo le gusto, quiero decir, quizá no le parezco atractivo o parezco aburrido para alguien como ella... Ares echo una carcajada. —¿Bromeas, tío? —tomo su hombro— tienes un súper perro, un casco con el que nadie te puede tocar, realmente no eres feo y por cierto eres el rey del inframundo, podrías tomar a quien quieras y convertirla en tu reina. —No quiero simplemente tomar a alguien, hacerla mi esposa y ya, quiero que alguien me quiera por lo que soy —¿Un Dios Sombrío que asusta a los niños? Los mortales respetaban a Hades pero a veces asustaban a los pequeños con la figura imaginaria que tenían de él. —Muy gracioso, como sea, no nos vamos a librar de la reunión familiar de tu padre. —Si bueno, supongo que el Olimpo le vendría bien sacudirse un poco. Ares hizo un ademan y golpeo el pecho de su tío.

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