Cristóbal se sentó en la cama, sentía que su mundo se derrumbaba una vez más y que era su culpa. No debió dejar que Klaus se hiciera cargo de todo, así se hubiese enterado de que Verónica no había muerto y que seguía siendo un peligro latente para su familia. Daniela entró corriendo, escapaba de Lucas y de Rodrigo, con los que jugaba ajena a todos los problemas. ―¿Papi? ¿Estás triste? ―le preguntó la niña al percatarse de su presencia. ―No, hija, estoy cansado, iba a dormir una siesta. ―Ah, ¿de verdad? ―Sí, mi princesa. La niña abrazó a su papá y le dio un beso en la mejilla. ―Te quiero, papi, no te voy a meter bulla para que puedas dormir. Salió corriendo y Cristóbal alcanzó a oír cómo ella les daba instrucciones a sus primos porque su papá iba a descansar. Pocos minutos

