Capítulo 3

1360 Palabras
–Amanda me llamó para decirme que si podías venir a quedarte unos días y yo acepté sin dudarlo –sonrió Mary –. Hace tanto que no te veía, aunque sigues preciosa, dime, ¿Cómo está Robert? Ahora mismo a Sarah no le apetecía hablar de su padre, pero no tenía opción, era lógico que su tía Mary quisiera saber sobre su hermano y la familia que no veía hace años. –Bien, papá sigue trabajando, ya sabes. –¿Y tu hermano Shawn? ¿Dónde está ahora? –Sigue en la ciudad, tomará el cargo de papá muy pronto –mencionó –. Realmente te agradezco que podamos quedarnos aquí, tía Mary. –Nada que agradecer –les colocó un plato de comida a cada uno –. Verás que nos la vamos a pasar bien, aunque es un poco más tranquilo que la ciudad, pero siempre hay como divertirse. Sarah cuestionó un poco lo sencillo que se veía el pedazo de carne con las verduras pero Isole dio gracias y empezó a comer, asi que ella también lo hizo, apenas dio el primer bocado se sorprendió. –No puede ser –murmuró –. Esto está… –Fresco –terminó Mary –. La carne y las verduras aquí siempre son frescas y limpias, cariño, verás que te va a gustar estar aquí. En ese momento Mark entró a la cocina. –Las maletas estan arriba en las habitaciones –mencionó –. Espero haberlas colocado bien. –Seguro que sí –le sonrió Mary –. Supongo que ya conoces a mi sobrina Sarah y ella es su amiga Isole –señaló y luego se dirigió a ellas –. Él es Mark y administra la finca, ha sido un gran apoyo desde que Teddy ya no está con nosotros, se conoce muy bien la finca y cualquier cosa pueden preguntarle. Isole le sonrió de forma sincera, aunque Sarah no le tomó demasiada importancia, pero aún así lo saludó con educación. –Mark, casi lo olvido –comentó Mary caminando a la cocina –. Hice un poco de pastel de manzana, por favor llevale un poco a Addison, no la he visto por aquí y supongo que tiene muchas cosas que hacer. –Yo se lo daré, gracias Mary. –Gracias a ti. Pastel de manzana. Sarah pensó en que seguramente estaba tan deliciosa como esa comida, pero vio como le dio todo a Mark para esa chica Addison. Así era mejor, así no le costarían más calorías, aunque eso no evitó ver a Mark alejarse con el pastel de manzana. –Muy bien, en cuanto terminen de comer las llevaré a conocer el lugar. –Tía Mary –la interrumpió Sarah –. Es que estamos un poco cansadas, el viaje fue muy largo y… –Por supuesto, que tonta soy –respondió ella –. Vamos, las llevaré a sus habitaciones. Sarah no quería volver a salir y ensuciarse de nuevo los zapatos, seguramente todo el lugar estaba sucio, solamente dentro de la casa se veía seguro, así que era mejor quedarse dentro el mayor tiempo posible. Subieron las escaleras, caminaron por el pasillo mientras Mary iba explicando algunas partes de la casa, en realidad era bastante grande aunque un poco… convencional. –La repostería está del otro lado, aunque ya conocen la cocina normal –indicó – Pero en esta parte solo están las habitaciones, al fondo me quedó yo, es el dormitorio principal y los otros cuatro son para los invitados, tenemos mucho espacio. –¿Y sus hijos? –preguntó Isole. –Oh no, cariño –sonrió triste –. Teddy y yo no tuvimos hijos –suspiró –. No por decisión propia, porque hubiera querido tener muchos, pero las circunstancias no lo permitieron. –Lo lamento mucho, no era mi intención… –No te preocupes –movió la mano –. Por eso tengo a mis queridos sobrinos –abrazó a Sarah y ella sonrió. –Te quiero, tía. –Yo también te quiero, cielo –contestó –. ¡Ah! Casi lo olvido, si continúan subiendo las escaleras podrán ir a la terraza, tiene una vista preciosa de toda la granja y del lado derecho pueden ver un poco el pueblo cercano, pero ahora las dejo descansar, pueden tomar las habitaciones que gusten, aunque Mark les dejó las maletas por acá. Sarah fue la primera en quedarse en un dormitorio, para ella era pequeño, tenía una cama, un tocador y un armario, pero no tenía baño, debía usar el de afuera y eso no le parecía mucho, no tenía dónde colocar sus cosas, tendría que arreglarsela. Sin embargo lo primero que hizo fue tomar su teléfono y llamar a su madre. –Sarah. –Hola mamá, estoy con tía Mary. –Que bien, pero sé que te llevaste a alguien en el auto, ¿quién es? El chófer la delató, debió amenazarlo que le quitaría el dinero si lo hacía, no lo pensó bien. –Ammm… es una amiga mamá, tía Mary nos recibió bien, preguntó por papá. –Por eso no te preocupes, la última vez que tu padre llamó a Mary fue para darle el pesame por Teddy y eso fue hace ocho años. –Está bien…. solo que es un poco… sucio. –Lo siento mucho, Sarah, pero no puedo hacer nada, tendrás que esperar a que tu padre se le pasé el enojo, yo mediaré por tu reputación, pero no será fácil, por favor, trata de soportar. –¿Cuánto tiempo estaré aquí, mamá? –No lo sé, mi vida. –¿Una semana? –cuestionó Sarah con un poco de esperanza, pero el silencio de su madre la preocupó, escuchó un suspiro finalmente. –Es mejor que por ahora no pienses en eso. –No me quiero quedar aquí. –Lo sé, lo sé y ya te dije que haré lo posible, pero puedo asegurarte nada. Sarah estaba a punto de gritar al teléfono cuando su puerta se abrió, Isole apareció enseguida con una sonrisa tímida. –Hablamos después –cortó la llamada, no tenía sentido seguir insistiendo a su madre cuando no le podía ayudar en nada –. Isole. –Hola –le saludó ella –. ¿Aquí te vas a quedar? –Sí –contestó –. Sé que es algo pequeño y que no es la gran cosa, espero que al menos puedas instalarte… –Oh no, a mi me queda perfecto –comentó Isole –. En el hospital teníamos habitaciones compartidas y creeme que no es bonito compartirla con un cleptómano. –¿Clepto.. qué? –Ammm… me robaba mis cosas –suspiró –. Era un poco difícil. –Lo imagino. Isole siguió ahí parada y Sarah no se atrevía a seguir viendo su teléfono porque ella estaba ahí, pero no decía nada, comenzó a volverse incómodo hasta que Isole volvió a hablar. –Sabes… a mi… es que… yo… amm… –¿Qué quieres, Isole? –le dijo Sarah frustrada. –Quiero saber si puedo dormir contigo –Isole lo dijo tan rápido apretando sus manos que se arrepintió en el momento que vio el gesto de consternación de Sarah –. Olvídalo, es una tontería. –¿Por qué quieres dormir conmigo? –No sé –suspiró –. Es que… tengo años de no dormir en otra parte y en el hospital había alguien a mi lado, además estaba esa luz y… lo lamento, es una tontería. –Está bien –contestó Sarah. –¿En serio? –Sí, pero veamos las otras habitaciones, seguro una tiene que ser más grande que esto –señaló alrededor. Salieron del dormitorio y vieron los demás, cerca del dormitorio de su tía había uno más amplio con dos camas, aunque solo había un armario, Isole mencionó que apenas traía poca ropa y que solo necesitaba dos cajones máximo, eso convenció a Sarah y aceptó, además que el baño estaba más cerca y no tendría que caminar demasiado con sus cosas. Intentaba ser optimista a pesar de que pasó la peor noche de su vida…
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