Sarah disfruto del delicioso desayuno que le había hecho su tía Mary, aunque no eran huevos florentinos, tenían un buen sabor, el pan se veía delicioso, pero no sé atrevió a comerlo, esas eran demasiadas calorías y ya se había pasado el día anterior.
–Le había pedido a Mark que les mostrará la granja –comentó Mary –. Pero estará ocupado el resto de la tarde, ¿Qué les parece si vamos juntas?
–No es necesario, tía Mary –habló Sarah tomando la servilleta de tela para limpiarse la boca, sus modales seguían siendo únicos –. Yo me quedaré en casa, tengo que hacer unas llamadas y por ahora no me gustaría salir, pero si Isole quiere ir.
–Yo ya fui por la mañana –dijo rápidamente la chica –. Es una bonita granja.
–Gracias cariño –le sonrió Mary –. Bueno, si van a estar ocupadas, supongo que debería dejarlas, yo seguiré con mis cosas, cualquier cosa pueden buscarme y aquí se almuerza a las doce treinta por si desean acompañarnos.
Sarah vio su teléfono, eso sería en cuarenta minutos, acababa de desayunar, no iba a volver a comer, eso sería demasiado, Mary se levantó y se fue, Isole se quedó acompañando a Sarah.
–Así que… –murmuró –... Fuiste a conocer la granja.
–Sí –le sonrió –. Es un lugar bonito, aunque los animales son un poco escandalosos, me asustaron al principio y cerca del establo está sucio por las lluvias que cayeron hace poco.
–¿Y huele mal? –preguntó Sarah.
–Sí, un poco, especialmente donde están las vacas.
–Lo mejor es quedarse en la casa, pronto nos iremos, no te preocupes –comentó Sarah, se dió cuenta que Isole abrió los ojos, luego la boca, iba a decir algo, pero luego cerró la boca –. Aunque si tú quieres puedes ir.
–No sé.
–¿Qué ibas a decir? –cuestionó Sarah –. Puedes hablar, aquí nadie te va a corregir.
–Solo quería saber si en el hospital te dieron mi medicina.
Sarah no esperaba que le hiciera esa pregunta, por un momento pensó en negarse y decirle que todo iba a ir bien, pero recordó que la había dejado en el cajón del armario.
–Si, está en el armario junto a la receta, si quieres puedes tomarla aunque yo creo que no la necesitas.
–Prefiero tomarlas –comentó –. Aunque si se me acaban no tengo dinero para comprar más.
–Eso lo veremos después –le respondió Sarah.
Ambas subieron al dormitorio, Sarah se dio cuenta que Isole ya estaba saludando a las personas dentro de la casa, no llevaba mucho tiempo y ya la conocían, parece que socializaba muy bien.
Sarah le dio el medicamento junto con la receta, Isole se tomó su tiempo para leerlas y organizarlas, Sarah no tenía mucho conocimiento con las personas que estaban mal de la cabeza, pero estaba segura que ninguna sería tan organizada como Isole.
Isole salió del dormitorio y Sarah se quedó porque quería hablar con su madre y comunicarse con algunas de sus amigas, no había tenido noticias de ninguna desde que salió de Nueva York.
–Hola mamá.
–Sarah, cielo, que bueno esuccharte, ¿cómo estás?
–No muy bien, pasé una noche terrible, la cama es horrible, hay animales por gritando en la noche y a veces entra un mal olor, creo que es el establo o algo así.
–Lo siento tanto, es cuestión de acostumbrarte, mira a tu tía Mary y lo bien que le va, nunca se ha quejado de esas cosas.
–Porque ella lleva años aquí, ¿sabes cuánto tiempo más estaré aquí? –preguntó, no quería terminar como su tía Mary.
–Solo ha pasado un día, Sarah, no es que haya pasado un mes.
–¡¿Un mes?! –exclamó.
–Sabes que estás cosas llevan su tiempo, especialmente con tu padre, en cuánto pongas un pie aquí, te enviará directamente con el señor Linden.
–¡No! ¡Eso no!
–Entonces quédate con tu tía Mary por ahora –se detuvo y una voz se escuchó del otro lado –. Tengo que dejarte, han llegado al café de la tarde, cuidate mucho cielo y no te acerques a esos animales, adiós.
–Mamá no me… –el sonido de la llamada cortada se escuchó –. ¿Mamá?
Vio su teléfono, le había cortado, su madre le cortó la llamada, eso era el extremo, había dicho un mes, apenas había sobrevivido una noche, no iba a pensar en estar aquí un mes, no podría soportar quedarse en esa casa por más tiempo, tenía que dormir bien, qué tal si se le formaban arrugas, ahora que lo pensaba bien, cuando encontró a su tía podía ver que subió de peso y tenía unas cuantas arrugas y tal vez canas. Oh no, podría soportar volverse así.
Sacudió su cabeza y tomó su teléfono de nuevo, no podía pensar en eso ahora, era mejor buscar otra distracción, buscó el número de sus amigas, ellas comprenderían por lo que estaba pasando, además quería decirles que estaba bien, eso de desaparecer sin hablar era mejor aclararlo.
Sin embargo, después de tres llamadas a distintos números nadie respondió, le pareció extraño, siempre que las llamaba en Nueva York para salir le respondían, volvió a intentar con alguien más, llamar más de una vez le parecía descortés, pero con Liriah que era su amiga de confianza podía insistir.
Al tercer intentó finalmente alguien respondió.
–Hola.
–Liriah, al fin respondes –suspiró –. Me tenias preocupada.
–Sí, es que estaba en la ducha y sabes como es.
–Creí que te llevabas tu teléfono a la ducha.
–Oh si, es que ya sabes tampoco tenía carga, en fin, ¿cómo estás? –preguntó.
–Muy mal –chilló Sarah –. No sabes lo horrible que la he estado pasando… –se detuvo cuando escuchó unos murmullos –. Liriah.
–Ajá, sí, escucha… tengo que colgar y creo que por ahora ya no deberíamos hablar, es mejor que por un tiempo nos demos distancia.
–Pero eres mi amiga…
–Sí, exacto y me quieren relacionar con lo que hiciste, yo no sabía nada, se lo dije a la policía, pero no sé si me creyeron, así que me recomendaron mantener distancia, espero que lo entiendas.
Al terminar de decir eso cortó la llamada, Sarah se quedó pasmada con el teléfono todavía en la oreja sin poder creer lo que estaba pasando, por eso sus otras amigas no le habían respondido, todos la estaban evitando, prácticamente ya no tenía a nadie.
Sintió sus ojos arder, pero se levantó enseguida para ir a verse al espejo.
–No voy a llorar por esto –negó.
Se vio en el espejo, estaba huyendo de su padre, su madre le había cortado, sus amigas la estaban evitando, ya no tenía a nadie con quien hablar y lo peor es que seguramente en este lugar no hubieran tiendas de ropa bonita para desahogarse comprando, ya no tenía nada…
–Eres como una Barbie…
Se dio la vuelta rápidamente cuando escuchó la voz desde la entrada, una niña la observaba desde la puerta, aunque no se veía tan pequeña, tal vez unos diez o doce años.
–¿Cómo llegaste aquí? –le preguntó Sarah.
La niña se lo tomó como una invitación y entró con una sonrisa.
–Solo subí las escaleras y la puerta estaba abierta –respondió y señaló su ropa –. Tu ropa es muy bonita, me gustan tus zapatos aunque aquí es un poco difícil andar en tacones.
–Lo sé –suspiró Sarah –. Mis Salvatore Ferragamo se han arruinado por completo.
–¿Son las zapatillas o tacones?
–Tacones rosa con la orilla dorada –fue cuando Sarah reaccionó –. ¿Sabes de zapatos?
–Los vi en internet –la niña encogió los hombros –. También hay unos que son super caros y bonitos con una línea roja en la suela… Lubutin
–Louboutin –corrigió Sarah –. Yo tengo unos en casa, tuve miedo que se pudieran arruinar aquí y preferí dejarlos, mira cuánta razón tuve.
–Vaya, debes tener mucho dinero para comprarlos.
–Tengo una línea de tiendas de ropa, se llaman Sarah…
–¿Y dónde están?
–En Nueva York.
–¡Vaya! –a la niña le brillaron los ojos –. ¡Yo lo he visto en la tele! ¡Tiene edificios grandes y personas bailando en la calle!
–Hay que ir a la Quinta Avenida, pero sí, algo así –sonrió Sarah.
–Debes se super famosa para vivir ahí y con lo bonita que eres.
–Oh bueno…
Ambas vieron a la puerta cuando escucharon un ruido que venía de abajo.
–Ya me tengo que ir –dijo la niña –. Me gusta mucho tu cabello, eres increíble.
No dejó que Sarah le respondiera porque salió corriendo, Sarah volvió a verse al espejo, había tenido un día terrible y se había dado cuenta que lo había perdido todo, pero esa niña había venido a su dormitorio, la había elogiado por su ropa, le dijo Barbie, le dijo bonita y le dijo que era increíble. Por supuesto que era increíble, ella había hecho su propia línea de ropa y tenía varias tiendas con su marca en Nueva York, podía salir de esto, solo necesitaba sobrevivir el tiempo necesario.