CAPÍTULO 3

2235 Palabras
—No puede engañarme, ha sido usted el hombre…   —Buenas noches señorita Morrison —Lisa fue interrumpida por la voz gélida de Petrov.   —Me marcharé; mas eso no cambiará mi pensar. Puede huir de mí si lo prefiere señor Vladimir —la opresión en su pecho aumento, no podía explicar la razón. Quizás era el hecho de ser ignorada o la angustia inexplicable nacida desde sus entrañas.   —Lee usted muchas novelas de ficción, no podía esperar más, es usted periodista e hilar historias es, su trabajo señorita Elisabeth, lamento no poder complacer y aceptar algo de lo cual no tengo idea. Considere, esta reunión no tuvo lugar, soy un hombre de negocios y cada minuto es importante para mí —no giró la silla en ningún momento, no podría cuando sus colmillos abandonaba sus labios, la sangre en Elisabeth le llamaba de una manera muy tentadora, el olor era peculiar en ella, no olía igual a otros humanos, tenía miedo y sin embargo no era esa esencia  que le hacía salivar, la ponzoña mojo su lengua.   —Pensé, creí que todo era un sueño, el hombre de ojos rojos no podía ser real y solo un producto de mi imaginación —Lisa continuó sin ser consciente del peligro—. ¿Sabe? Antes de acudir a esta cita con usted, fui llamada para cubrir una nota en la morgue.   —No estoy interesada señorita por favor márchese —Vladimir dijo con voz profunda le era imposible hablar sin salivar, sin recoger el aroma de la mujer a su espalda ¿Qué parte de no querer continuar con la conversación no entendía? ¿Era consciente del peligro? ¿Lo tentaba a propósito? Era muy posible, ella desconocía su naturaleza predadora.   —Eran dos tipos, los dos que me atacaron anoche, uno tenía el cuello roto y múltiples golpes en el cuerpo, recuerdo el sonido de sus huesos romperse —Elisabeth parecía no ser ella, podía recordar las imágenes de la noche anterior no con horror sino con ¿fascinación? —El primero tenía una perforación en el estómago, ni siquiera recuerdo qué sucedió con él yo solo…   —¿Está drogada? Cielos señorita Morrison su historia es digna de una película de terror —dijo con crueldad, la necesitaba fuera del edificio para poder salir e investigar lo ocurrido  él había asesinado a uno de ellos; más desconocía la muerte del segundo hombre.   —Lo lamento, me marcho —Lisa salió de su trance, camino hacia la puerta lamentándose el dejarse llevar por su mente imaginaria, perdió la entrevista más importante de su vida por relacionar a Vladimir Petrov con su salvador. Era ilógico si lo pensaba bien, el hombre era millonario ¿Por qué estaría rondando una zona como aquella? El frío de la noche le saludo, sus ideas ahora parecían más claras y muy tardías. Debía volver a casa, mañana disculparse con Allan por haber fallado estrepitosamente tendría mucha suerte si Petrov no se queja sobre su comportamiento poco profesional o terminaría en la calle con seguridad.   ⧓⧓ —¡Maldición! —el golpe de su puño partió su escritorio, nunca antes ayudar a un humano había terminado tan mal “bórrale la memoria” su conciencia gritó. —No puedo ella tiene algo distinto a los demás, nunca nadie lo había relacionado en el pasado no era un novato tenía doscientos cincuenta años en la tierra. Pero esta exótica humana le atraía de una manera equivocada, no solo deseaba alimentarse de su sangre sino… ¡Arg! Esos cuerpos en la morgue debían ser su prioridad, el segundo hombre muerto era quien le preocupaba ¿Quién había asesinado al tipo? Salió de su oficina amparado el manto oscuro de la noche.   ⧓ Elisabeth estaciono el auto, a una cuadra de las oficinas del Grupo Petrov, ante la insistencia de su móvil, no deseaba atender la llamada y no lo cogería si no fuese Allan.   —Buena noche para ti Allan —dijo con entusiasmo fingido, tratando de no pensar en el error cometido.   —Buenas noches mi reportera estrella —Lisa tragó el nudo en su garganta ¿Cómo le diría que no había conseguido siquiera hacer una sola pregunta a Petrov?   —Allan yo…   —El señor Vladimir, llamó para disculparse por hacerte esperar, envió las respuestas de la entrevista hace unos minutos, excelente trabajo descansa Lisa, buen trabajo —Allan cerró la llamada sin más dejando a la mujer mucho más confundida que antes ¿A qué jugaba Vladimir? Puso en marcha el auto y giró en el primer semáforo que encontró debía hablar con él, algo no iba bien con el tipo.   ⧓⧓ —No es posible determinar las huellas en los cadáveres Jack —Clark explicó detalladamente los resultados de las autopsias —parece ser un profesional —terminó de decir antes la mirada estoica del detective.   —Me parece mucho más complicado que un asesino profesional, déjalo a mi cargo Clark, gracias por todo —Clark se marchó, dejando a Jack solo, el detective estaba confundido, no había sangre drenada en ninguno de los cadáveres; más no significaba tener la certeza de ser un ataque de vampiros.   Vladimir se abrió paso sigilosamente procurando parecer tan humano como podía en caso de ser sorprendido por algún vigilante. Olfateo el aire, el olor a carne muerta le hizo arrugar la nariz, la sangre muerta podía ser letal para su especie. Se movió a la velocidad de la luz al notar la presencia de cámaras, si bien estas posiblemente no podían grabar con seguridad su imagen mostraría manchas negras en su lugar.   Los cuerpos estaban sobre la fría plancha, revisó primero al hombre a quien él había matado y como era de esperarse no había huellas que pudieran delatarlo, camino hacia el otro cuerpo el responsable de su presencia en el lugar violando la regla número uno volver al lugar del crimen, en este caso a los cuerpos. No había huellas tampoco, si Elisabeth Morrison hubiera luchado contra él ¿No tendría que tener su huellas en él? destapó el resto del cuerpo encontrándose el abdomen perforado del hombre, frunció el ceño, la herida había sido provocada por garrar  y las suyas no fueron ¿Había otro vampiro en el lugar? Imposible él era territorial y su zona estaba prohibida para los forasteros, recogió de nuevo el aroma y no recogió ningún otro aroma extraño más que el suyo y el de Elisabeth.   El sonido del arma al disparar le sacó de su estudio, maldijo al sentir la bala rozar su costilla derecha, su mirada se dirigió al hombre frente a él, era un cazador, un maldito licántropo.   —No escaparas esta vez maldito vampiro —Jack activó nuevamente el arma, las balas estaban modificadas, hechas con veneno de lobo. Si lograba atraparlo vivo sería maravilloso.   Vladimir atravesó la habitación a una velocidad impresionante, los disparos pasaron a su lado, el lobo era rápido; pero no tanto como él, si no estuviese herido. Podía sentir el veneno drenando su fuerza, le  sería imposible llegar lejos, el lobo seguiría su rastro…   —¡Entra! —Lisa gritó, tenía la puerta abierta y el auto encendido parecía haberlo seguido ¿Cómo? No preguntó más al sentir la presencia del lobo a su espalda subió sin tener otra opción.   —¿Qué demonios hacías en la morgue? —Lisa grita nuevamente, mientras conducía a gran velocidad, rogando porque nadie la persiguiera o identificará el auto, no era suyo en primer lugar y Sonya no agradecería pagar una multa por su causa.   —Estoy herido —murmuró   —Te llevaré al hospital —dijo convencida, extrañada porque el olor a sangre no le mareaba como normalmente le ocurría, todo lo contrario el extraño olor que emanaba de él, le hizo agua la boca.   —¡No! —Vladimir apretó los dientes, sus colmillos ansiaban por salir y drenar la sangre de Lisa, eso ayudaría a su pronta recuperación, pero se negaba, él no era un animal salvaje, él no bebería de ella.   —Entonces ¿Qué hago? —preguntó desesperada, el olor estaba narcotizando sus sentidos, podía sentir cómo su cuerpo se calentaba ¿Qué estaba mal con ella? —Llévame a tu casa —Vladimir podía ir a su mansión, podría; pero entonces no tendría más información sobre esa extraña mujer de cabello cenizo.   —Espero no lamentarlo —murmuró tan bajo; pero Vladimir pudo escuchar perfectamente bien.   Elisabeth condujo a su departamento preguntándose sobre el impulso que le llevó a seguirlo ¡No solamente seguirlo! Le estaba ayudando a escapar. Viera por donde lo viera Vladimir Petrov, violó la ley entrando sin autorización a la morgue. Mas le debía la vida, ella nunca podría olvidarse de algo tan importante como eso.   Lisa abrió la puerta de su departamento entro, esperando porque el hombre de origen ruso le siguiera los pasos, no fue así Vladimir se quedó frente a la puerta abierta incapaz de dar un solo paso más. Ya tenía bastante dificultad para recuperarse y encima tenía que permanecer de pie ahí con la peligris observándola como si fuera un idiota.   —¿Qué sucede? —Lisa lo observó detenidamente, el olor de su sangre volvió a hacerle agua la boca parecía adictivo.   —Invítame a pasar —dijo con los dientes apretados, tentado de exponer sus colmillos, su fuerza estaba drenándose. Justo lo que el cazador licántropo esperaba para poder atraparlo, era una suerte haber escapado con vida nuevamente.   —¡¿Qué?! —Elisabeth fue sorprendida por la petición   —¡Maldición invítame a pasar! —elevó la voz casi nada; más para Lisa fue un grito claro.   —Entra —Vladimir entró sin dudarlo, mientras recorría el pequeño departamento evitando el espejo, no, no era cierto que los vampiros no tenían reflejos; pero cada vez que se veía en uno, ese pequeño artefacto le enseñaba el monstruo que llevaba dentro.   —¿Cómo te encuentras? —Lisa fue por el botiquín, corrió de regreso para poder ayudarle a detenerle sangrado o estaría muerto en cuestión de minutos.   —No te preocupes no voy a morirme —Lisa abrió los ojos pareciera como si pudiera leerle la mente ¿Cielos estaba loca? temía estar a solo un paso de la locura.   Lisa hizo presión sobre la herida, la sangre roja se le antojo ¿Qué? Definitivamente había perdido la cabeza, sus dedos estaban rojos y sin poder evitarlo los llevó hasta su nariz, aspirando, no era el típico olor a óxido que sentía siempre y este aroma lejos de bajarle la presión parecía alentarla a probarla.   Vladimir abrió los ojos sorprendido ¿Quién era esa chica? Y la pregunta del millón ¿Qué era?   —¿Te apetece probar mi sangre? —dijo con voz ronca y profunda al ver la pequeña lengua lamerse los labios ¿Estaba tentándolo de manera descarada o inconscientemente?   —Estás loco —dijo apartando la mano de sus labios ¿había estado a punto de…? Negó    —¿Tienes amigos? —la pregunta le sirvió para enfocar la conversación lejos de sus debates mentales.   —Por supuesto no soy ninguna ermitaña, Clark es médico forense, quizás deba llamarlo para ver esa herida   —No es necesario, ha dejado de sangrar —Vladimir podía sentir su cuerpo debilitado, necesitaba alimentarse de un ser vivo para establecer su condición.   —Pero la herida sigue abierta —Lisa insistió   —He dicho que no Elisabeth, estoy bien, lo estaré solo necesito descansar “Y alimentarme” susurró para sus adentros.   —Bien, no se te ocurra morir aquí, porque te juro que ataré tu cuerpo a una gran roca y lo lanzaré al fondo del río Támesis —amenazó mientras se puso de pie, necesitaba lavarse las manos. Camino hacía el cuarto de baño, su consciencia le recriminaba una y otra vez sus acciones, era tarde, Petrov estaba en casa y echarlo sería inhumano… olvido su discusión mental al darse cuenta de lo que estaba haciendo su dedo medio estaba dentro de su boca. Lisa abrió los ojos para verse en el espejo y podía jugar por un momento haber visto sus hermosos ojos verdes cambiar a rojos. Movió su cabeza, lavó sus manos con rapidez.   —¿Algo de beber? —preguntó volviendo a la sala como si no hubiese sucedido nada en el cuarto de baño.   —Gracias, prefiero no beber ningún líquido “excepto si me ofreces tu sangre”   —¿Has dicho algo? —Vladimir negó, santo infierno ¿Quién era esa mujer? Volvió a preguntarse   —¿Cómo llegaste al callejón? —preguntó para hacerle cambiar de tema, la herida había dejado de sangrar, pero seguía abierta, el maldito licántropo parecía haberle puesto una dosis alta de su veneno.     —Deje tu oficina dispuesta a perder mi trabajo, apenada por todas esas cosas que te dije ¿De verdad no necesitas un médico? —Preguntó, él negó con un movimiento de cabeza—. Allan me llamó para felicitarme por conseguir sacar la entrevista, no podía creerlo así que volví para agradecerte el gesto yo, te seguí…   —¿Quién eres Vladimir Petrov? ¿Qué eres? Creo que estoy volviéndome loca, apareciste de la nada en el callejón ni siquiera te vi venir yo…   —Soy un vampiro, Elisabeth…
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