CAP. 17 - ES TIEMPO DE UN BUEN AMOR
Es la primera vez que Lidia se permite dar una ojeada a sí misma más allá de su lucha por Mogna. Siempre ha estado atareada, siempre ha cuidado de otros, siempre ha tenido un proyecto que la mantenía en movimiento. Pero ahora, en el silencio de su duelo, siente el peso de su propia soledad.
Diego, con su paciencia invariable, no la apura, no la fuerza, simplemente está ahí, esperando a que ella acepte la posibilidad de compartir su vida con alguien.
El obsequio del caballo no fue solo una muestra de apoyo. Fue un gesto que abrió una puerta que Lidia nunca había apreciado antes.
No hay apremios, no hay declaraciones urgentes. Pero en los pequeños encuentros, en los diálogos calmos, en la forma en que él le da espacio sin retirarse mucho, Lidia siente
