Capitulo 1
Madian
Decir que estaba feliz era poco. Dios, me veía en el espejo y todavía no lo podía creer. En un mes más, me casaría con mi prometido, el chico que ha estado a mi lado desde que tengo memoria. Así es, José está conmigo desde que somos pequeños. Siempre fuimos mejores amigos, pero cuando llegamos a la edad de 15 años, me pidió ser su novia, y ahora, después de ocho años juntos, por fin nos vamos a casar. Me volteo a ver a mi hermana y ella está con una gran sonrisa. Mi madre también se ve tan feliz, y yo agradezco por eso, pues ellas son parte importante de mi vida.
—¡Les gusta! —les digo tan emocionada. Mi hermana suelta un grito de felicidad y aplaude. Mi madre se levanta, viene hacia mí, me besa en la mejilla y me abraza.
—Te ves preciosa. Serás la novia más hermosa que he visto en mi vida.
Yo devuelvo el abrazo y limpio sus mejillas, pues ha derramado algunas lágrimas.
—Gracias, madre. Gracias por siempre estar a mi lado y amarme como nadie. Sin ti, no sé qué sería de mí.
Ella sonríe, se da la vuelta y se sienta en las pequeñas sillas que han adaptado en la tienda de novias. Toma una copa de champagne y la alza hacia mí.
—No tienes nada que agradecer, cariño. No te voy a mentir, a pesar de que no estuviste en mi vientre, te amo desde el primer momento en que te conocí, y voy a hacer lo posible para que seas muy feliz. Estoy segura de que José te hará muy feliz.
Mi sonrisa se expande. Con solo hablar de José, es el hombre más bueno, noble y tierno que hay en el mundo, y mi madre tiene razón. He sido bendecida, pues ellas llegaron en el peor momento de mi vida. Mi madre biológica había fallecido cuando era muy pequeña, apenas con cinco años. Cuando ellas llegaron a mi vida, me abrieron su corazón y me abrazaron como parte de su familia. Así que tenía que agradecerle a la vida que las puso en mi camino.
—Bueno, basta de malos recuerdos. Estamos aquí para festejar que Madian pronto será toda una señora.
Yo sonrío y niego. Mi hermana es completamente diferente a mí. Ella es más rebelde, sale de fiesta, le gusta estar con los chicos, cambia de novio tan rápido que muchas veces ni siquiera recuerdo sus nombres. Me encanta pasar tiempo con ella, pues es tan diferente a mí. Yo soy más tímida, solo he tenido un hombre en mi vida y es con el que estoy a punto de casarme. El teléfono de mi hermana suena. Ella mira la pantalla de su celular y sonríe. Debe de ser uno de los tantos chicos con los que sale. Yo suspiro y me miro de nuevo al espejo. Realmente soy feliz. Escucho que alguien entra gritando y sonrío. Sí, es mi mejor amiga y está muy loca, pero la amo demasiado, aunque mi prometido y ella no se pueden ni ver.
—¿Dónde está la novia más hermosa del mundo? ¡Mierda, ahí está! Dios, Madian, te ves preciosa.
Ella se lanza a mis brazos y me susurra:
—Aunque todavía estás a tiempo de arrepentirte. Mira que yo te puedo ayudar a escapar. ¿Qué dices?
Yo niego, pero mi sonrisa no se borra.
—Sabes que jamás lo haría. Amo a José como jamás he amado a nadie y sé que él va a ser un esposo excelente y yo voy a ser muy feliz.
Ella vuelve a poner los ojos en blanco y suspira con fastidio.
—Nena, solo no digas que no te lo advertí cuando te des cuenta de la clase de tipo con el que te piensas casar. En fin, sabes que yo siempre te voy a apoyar porque te amo y cuentas conmigo para lo que sea.
Yo la vuelvo a abrazar. Mi madre llama mi atención.
—Madian, no deberías de juntarte con tipas como esta.
Mi amiga solo bufa. Tiene una lengua muy afilada y sé perfectamente que no se quedará callada por el comentario mordaz que mi madre acaba de lanzar.
—Escúchame, Bárbara, no me quieres ver molesta, así que no le metas ideas tontas a Madian. Sé muy bien que lo que quieres es deshacerte de ella. No soy idiota, pues quieres quedarte con todo lo de Antonio, pero lamento decirte que estoy completamente segura de que, por más que quieras pasar a la víbora de tu hija como hija de Antonio, no lo es. Que no se te olvide, así que deja de tirar tu veneno. Madian no se alejará de mí.
Yo le llamo la atención a Katy, pero ella no guarda silencio.
—katy, por Dios, no digas eso. Mamá siempre se ha comportado de la mejor manera.
Mi madre se altera y empieza a decir un montón de estupideces. Yo solo suspiro, trato de ver hacia dónde se fue Angélica para que controle a mi madre, pero parece que se ha ido.
—Pues claro que va a saber esta de un amor de madre. Si ha sido una estúpida huérfana, si te has preguntado alguna vez por qué te han abandonado tus padres o no, obviamente porque no te querían. Entiende una cosa: jamás vas a ser de nuestra clase y no porque Madian te abra las puertas de nuestra casa, eres igual a nosotros.
Mi amiga suelta una carcajada y empieza a negar.
—¿Y a usted quién le dijo que yo quiero ser una víbora como usted y su hija? No diga estupideces, señora. Puede ser que yo sea una huérfana y me he ganado el abandono, pero sabe, me he encontrado mejores personas en el camino y usted no es una de ellas. Nada más con ver cómo Angélica mira a Madian para saber la envidia que le tiene.
Mi madre me mira de arriba a abajo y sonríe.
—Angélica, tenerle envidia a Madian, por Dios, criatura. Pero, ¿de qué hablas? Si mi hija es casi una modelo, ¿no ves a Madian? Los gorditos, cómo se le salen. Deja de decir estupideces, Katy.
Yo me molesto. ¿Cómo se le ocurre decir eso? Si es verdad, no tengo el cuerpo de Angélica.
—¡Basta ya, madre! ¿Podrías dejar de compararnos a mí y a Angélica? Obviamente, yo no tengo la belleza que ella tiene. Y Katy, ya cállate, por favor. Qué estás haciendo un escándalo. Y todas se nos quedan viendo. ¡Qué vergüenza! Iré a cambiarme.
Entro al probador y me recargo en la puerta. Mis lágrimas empiezan a bajar. Sí, es verdad, no soy la chica más linda del mundo, pero tampoco soy fea. Me acerco al espejo y acaricio mi cabello, que casi llega a mi cintura. Soy pelirroja, así que mi rostro está lleno de pecas. Mis ojos verdes se ven lindos y mis largas pestañas. Escucho que tocan a la puerta y suspiro.
—¿Quién es?
—Amiga, lo siento, no quería arruinar este momento. ¿Puedo pasar?
Yo le abro y ella entra con la cabeza agachada. Yo solo me volteo, pues no quiero verla. Estoy muy molesta.
—Madian.
—No, está bien, Katy. Sé que tú eres así, no pasa nada.
Ella se acerca y me abraza por la espalda.
—Amiga, perdóname. Es que simplemente tu madre y tu hermana se me hacen unas víboras, unas mujeres tan hipócritas que sé perfectamente que no te quieren. Solamente quieren quedar bien con tu padre para que él les dé todos los lujos que ellas creen que se merecen. Yo siempre te voy a defender, siempre voy a estar aquí a tu lado para afrontar a esas víboras venenosas. Sabes que te amo, ¿cierto? Sí, lo sabes.
Yo sonrío y suspiro. Me volteo para quedar de frente a ella y la abrazo.
—Yo también te amo, pero no deberías enfrentarte a mi madre. Sé que no te cae bien y está bien, lo acepto, pero no en cada encuentro tienen por qué pelearse de esa manera. Un día vas a hacer que le dé un infarto y yo no me quiero sentir responsable.
Nos miramos a los ojos y soltamos una carcajada por la tontería que he dicho. Sí, no soy ciega, sé que mi madre siempre ha estado conmigo desde muy pequeña, pero obviamente su preferencia siempre va a ser Angélica. Solo que a cualquiera que no tiene a su madre le hace falta ese cariño, y ella, aunque sea poco, me lo ha dado. Katy me ayuda a cambiarme. Cuando salimos del probador, ya la chica nos espera con una sonrisa en su rostro.
—Se lo lleva, señorita.
—Sí, por favor. La costurera ya le hizo los ajustes. Mi boda es en un mes. ¿Cuándo puedo venir a recogerlo?
—Claro que sí, sería una semana antes de la fecha de su boda. ¿Le parece bien?
Yo sonrío y volteo a ver a Katy, que borra su sonrisa.
—Me parece perfecto, muchas gracias.
Le entrego la tarjeta con la que pagaré el vestido, ya que mi padre me lo ha regalado. Bueno, realmente mi padre ha pagado casi toda la boda, pues José no cuenta con la misma economía que nosotros. Aunque muchas veces él pidió una boda pequeña, mi padre siempre se negó, pues dice que su princesa se casa y no merece menos que una maravillosa boda. Yo solo hago lo que mi padre desea, pues soy la única que sueña con casarse. Angélica dice que si no se encuentra un chico millonario que cumpla todos sus caprichos, ella jamás se casará. A mí no me importa que José gane poco, pues también trabajo en la empresa de mi padre y la verdad es que gano bastante bien.
Katy y yo salimos de la tienda de novias. Supongo que mi madre debe de estar molesta porque se ha ido sin nosotras y Angélica hace rato que no la miro. Supongo que tenía algún compromiso con alguien por ahí. Mi amiga toma mi brazo y caminamos por la acera, ella diciendo tonterías y yo negándome a todo lo que dice, pues planea una despedida de soltera y, conociéndola, me traería hombres desnudos.
—No, Katy, ya dije que no y no insistas.
Ella suspira y camina delante de mí, pues mi teléfono empieza a sonar. Yo sonrío porque se trata de José. Cuando estoy a punto de contestar, alguien me empuja hacia la calle, arrebata mi celular. Yo caigo en medio del tráfico. Gracias a Dios no venía nadie. Cuando escucho un claxon sonar, tapo mi cara y grito, esperando el golpe.
—¡Hahahaha!
Solo escucho el rechinido de las llantas en el asfalto. Cuando escucho que empiezan a gritarme, quito mis manos de mi rostro.
—¿Pero qué te pasa, vieja estúpida? ¿Por qué no te fijas? Te das cuenta de que pude arrollarte. ¡Reacciona!
Y ahí se fueron todos mis sentidos en esos hermosos ojos grises, pues una oscuridad me envolvió.