Mi Esposo

Las personas me conocían como Charlotte Presley. Era de familia rica por lo cual no tenía que preocuparme por muchas cosas en la vida. Mi padre, un guapo billonario, había hecho buenas inversiones y nos había posicionado como reinas a mi madre y a mí. Soy la princesa de papá. Y mi madre, su reina. Mis padres se habían casado a una temprana edad — no porque mi madre estuviese embarazada o algo similar—, más bien, ambos eran de familias pudientes. Pero, el amor que ambos se tenían no era para nada fingido. Mi padre y mi madre, aun siendo de familias con dinero, se negaron a vivir de ello. Y, mi padre poniendo en práctica sus habilidades en los negocios, inició haciendo pequeñas inversiones. Comprando pequeñas empresas con futuro que estaban en bancarrota. Mi madre siempre me contaba que ella no se había quedado de brazos cruzados. Al igual que mi padre ambos se habían esforzado en crear su imperio. En el transcurso, la familia Harmont, se les unió. Y, ambos hicieron de sus empresas un legado para sus hijos. Es decir, para Mattewn Harmont y Charlotte Presley. Con la esperanza de que en un futuro, ambos nos unamos en matrimonio. Algo que, yo bien sabía y es que el legado familiar se mantendría seguro. Puesto que, en manos erróneas podríamos perder todo lo que habíamos conseguido. Según me cuenta Matt, me conoce desde que según él y sus palabras: era una bebé arrugada, llorona y fea. Que vivía pegada al pecho de su madre. Y, que en ocasiones él tenía que sostener para que me callará, puesto que mis gritos de bebé le eran insoportables. Mattewn Harmont es especial. Un hombre alto, de tez blanca, con una textura de pelo distinta a la mía. Puesto que la de él era lacia y deliciosa al tacto.— La mía era una maraña rizada, que él amaba molestar. — ¡Y sus brazos! j***r, tenía unos brazos fuertes. Que se encargaban de envolver mi cinturita entre ellos. Sí, era el orgasmo visual de cualquier chica. Pero, no. Nadie se haría ilusiones con él porque Mattewn Harmont es mío. El chico que, cuando cumpliera mi mayoría de edad le diría el "sí, acepto" que era tan ansiado por nuestra padres. Mi madre se había encargado de que me rodeará de chicas. Estudié en una escuela para señoritas, el gimnasio al que ambas íbamos era de solo chicas. Sí, algo extraño. Pero ella insistía en que no quería que me distrajera con ningún otro hombre. Que me mantuvieras virgen y todo una puritana para mí amado Matt. Lo que ella y mi padre desconocían. De hecho, todos menos mi fiel amigo David. Era que todos los domingos por la tarde luego de la visita de la familia Harmont. Su querida y puritana hija, se deleitaba bajo el encanto de un delicioso vibrador. El cual había comprado para consolarme luego de cada jodida visita de la familia Harmont cada domingo por la tarde. Y sí, mí prometido me dejaba así de caliente.