Capitulo 3

623 Palabras
Mi boda fue hoy. Habíamos decidido Matt y yo. Que queriamos algo íntimo. Por ende solo estuvieron nuestros padres, un abogado y un fotógrafo. — En ocaciones amaría pagar para saber cuáles son tus pensamientos, cariño — Matt, se encontraba frente a mí en la amplia habitación de nuestro hogar. En cambio a los que otros pensarían, Matt y yo no somos unos niños mimados. Tal vez yo lo sea un poco. Pero él sabía que no. Ambos habíamos decidido que nos encargaríamos de nuestro hogar. Por ello, luego de varías opciones optamos por un penthouse. Uno lujoso y espacioso. El cual habíamos decido en un principio comprar mitad y mitad. Pero, que mi ahora esposo decidió que, él lo compraría y yo me encargaría de remodelarlo como yo quisiera. Por ello, Matt buscó a una cualificada arquitecta la cual, me ayudó a elegir lo que sería mejor para el lugar. Claro, luego de una conversación telefónica con ella y que me ofreciera hacer una remodelación en la amplia sala, y me decía la cantidad de dinero. Con la que no contaba, al menos no en mi dinero propio. Matt, el cual estaba escuchando la conversación sin ser invitado. Me quitó el teléfono de entre las manos y le pidió a la arquitecta que hiciese todo lo que su mujer —es decir yo — quería para mí hogar. Tenía dinero, sí, muchas cantidades con muchos ceros en distintas cuentas. Pero, quería encargarme de mi hogar. Sin que el dinero de mis padres entrará en acción. El sueldo de becaria, no era el mejor. Pero, mi marido sí que gana bien. — Cariño — Matt me desconcentra, bajando el cierre de mi corto vestido de novia. Matt también me había quitado ese pesado velo. Luego de escucharme quejar —. Me encanta cómo te queda ese vestido. Mi respiración se entrecorta. El típico vestido blanco de novia, se desliza por mi piel. Matt hace un lado mi cabello, — el cual debido a la boda había pasado de "rizos rebeldes" a melena suave y delicada —. No soy una puritana. De hecho, puedo confesar que amo jugar con mi "florecita", amo introducir juguetes en mi v****a. Aún así, el hecho de tener al hombre que amo, frente a mí, viendo el conjunto de ropa interior que elegí precisamente para éste momento, me enerva. — Aún no decido cómo te ves mejor — siempre he amado cómo me observa Mattewn. Cuasi yo fuese una obra de arte —. Con el vestido. O sin él. Me dejé hacer por él. Sus fuertes dedos recorrieron mis pechos — los cuales minutos antes habían sido eximidos de toda prenda — y los introduce entre sus labios. Mis pezones se yerguen. De inmediato reacciono. Mis labios dejan escapar un gemido. Y me arqueo. Amo mis pechos. La boca de Mattewn Harmont, hace maravillas. Mientras siento cómo uno de sus dedos se desliza por mi centro. Ahí, donde el clítoris palpitaba ansioso. Matt me llevo a nuestra cómoda cama, para luego sentirlo entrar su deliciosa lengua allá. Donde lo necesitaba con urgencias. Su lengua, hizo círculos en esa parte sencible mientras me hacía gemir. Jodeeeeer. Matt dirigió una de sus manos a mis redondos pechos, donde con tan solo presionar un poco ya me tenía delirando debajo de él. Mientras, me follaba con su lengua. Moví mis caderas, buscando más fricción en el clítoris. Y gemí. Gemí alto como amo hacerlo. Y, sin previo aviso, mí primer orgasmo de casada llegó. Y a ese le siguieron unos tres más. — Feliz primera noche de matrimonio, cariño. — Matt me susurró mientras me abrazaba. Estaba agotada, pero aún así puede sentir su v***a erecta en mi espalda baja.
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