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Mientras no estabas

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Descripción

Isabel es una joven llena de vida que conoce el amor de forma inesperada pero el destino y las artimañas de su padre, la harán perder el amor de su vida Harry, que estaba en el extranjero tratando de triunfar para ganar su amor y quien jurara vengarse de ella por su traición

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A tu encuentro
Isabel se asoma por la ventana para sentir la frescura que entra en la mañana, apenas están empezando a salir los rayos del sol pero está ansiosa por cabalgar, algo que se le da muy bien, siempre ha sido considerada una perfecta amazona, pero que su padre le limita y ve mal en que lo practique una señorita de sociedad. Sale de su habitación tratando de no hacer ruido, en busca de su mejor amiga y secuaz, su hermana mayor, para que le acompañe, siendo dos chicas de sociedad es norma que no deben salir solas, así que Keyla que es mayor solo por tres años pero que ya se encuentra comprometida con Lord George Duque de stangate, es quien le sirve de chaperona, la acompaña en sus aventuras al menos por ahora que no se ha casado aún. Keyla sabe que su padre es un hombre difícil, siente un rencor desmedido por no haber tenido un hijo que heredara su apellido y responsabilidad, para él las mujeres son una carga que solo dan problemas y preocupaciones, las considera seres inferiores, sin capacidad de pensar, para lo único que sirven según su pensamiento es para atender el hogar y tener hijos, las desprecia quizá porque siempre vio a su madre como un ser débil a quien su padre golpeaba y ofendía delante de cualquiera y que nunca dijo una sola palabra de queja o para defenderse, las mujeres eran solamente unas estupidas. Keyla intenta darle gusto a su hermana lo más posible y un poco de libertad, pues pronto cuando se casara, su consentida quedaría sola con sus padres que no son afectos a las diversiones, no asisten a eventos sociales ni les gustan las fiestas, en su momento cumplieron con la presentación en sociedad de ambas chicas por puro protocolo y ante la falta de pretendientes para su hija menor, lo cual asumen que es debido a su personalidad rebelde, esperan poder escoger un esposo adinerado y con título para librarse de ella obteniendo algún beneficio. Keyla ya había encontrado el amor, un hombre que aunque algo distante había prometido protegerla y con el tiempo había comenzado entre ellos un amor tranquilo y sin sobresaltos a veces se preguntaba si su prometido era demasiado respetuoso o si era que ella no provocaba en él la pasión propia de los instintos de un hombre, se dijo a sí misma que solo eran preocupaciones ligadas a los nervios por la boda y la anticipación, pero en tres meses se casaría y el único contacto que habían tenido era siquiera el roce de sus manos pero se decía a sí misma que sería felíz porque ella lo amaba. Cuando Isabel entra en su habitación estaba terminando de prepararse, así que en cuestión de unos minutos ya estaban saliendo a hurtadillas hacia las caballerizas, ensillando cada una el caballo que le correspondía y adentrándose a la llanura, la hacienda de sus padres era extensa, una parte estaba cubierta de bosque,otra parte era pastos interminables que le daban esa sensación de libertad, por la propiedad pasaba un rio cristalino y muy frío, que las chicas le gustaba visitar y en algunas épocas del año cuando el clima se los permitía lograban echarse un chapuzón. Montaron por largo tiempo y Keyla advirtió que llegarían tarde al desayuno, lo cual su papá no aprobaba, para él todo tenía que ser como dictara, sino eran objeto de castigos y torturas, le temía, a través de los años había aprendido que era mejor obedecer, la última vez que le había llevado la contraria la había hecho arrodillarse sobre unas piedras bajo el sol y estuvo allí hasta que le sangraron las rodillas, así que no quería pasar por lo mismo. —Isabel es momento de regresar se nos va a hacer tarde para el desayuno y sabes como se pone papá—. —Tienes razón debemos volver inmediatamente—. Cuando se disponía a volver divisan un hombre a caballo que se dirige hacia ellas a paso acelerado, lo que las pone nerviosas era extraño encontrar desconocidos dentro de su propiedad, pero por la ropa se notaba que no se trataba de algun ladron o maleate, el hombre llega hasta ellas, las observa con detenimiento a ambas pero su atención se centra en Isabel, blanca, curvilínea y de cabellera rizada roja larga, le resulta extremadamente llamativa, les saluda con la cabeza como dicta la norma, pero definitivamente se dice a sí mismo que debe intentar conocerlas. —Buenas tardes señoritas, mi nombre es Harry Roberts soy el hermano del Conde de Linley y acabo de llegar de mis estudios en Francia, es un placer conocerles, ¿las puedo acompañar hasta su casa si me lo permiten y es de su agrado?—. —Está bien señor, mi nombre es Isabel y ella es mi hermana Keyla, somos las hijas de sir Willian y no se si se habrá dado cuenta pero se encuentra en nuestras tierras por lo que le pueden acusar de invasión—. —Isabel pero como dices todo eso al caballero,que insolente eres, retén tu lengua que eres una dama—. —No se preocupe lady Keyla, no me ofende y para responderle, sí, sabía que estaba en tierras ajenas, lo que ocurre es que colindan con las de mi hermano, llevo mucho cabalgando y buscaba un riachuelo para que mi caballo bebiera antes de poder volver, él más cercano era el de su propiedad y tuve el atrevimiento de acercarme al de ustedes, mis disculpas no volverá a ocurrir. —No se preocupe, solo bromeaba nadie lo acusará de absolutamente nada—. Harry cabalga en silencio, le atrae ese espíritu indomable en la chica, si algo odiaba eran las mujeres sumisas que agachaban la mirada apenas se les hablara, sin duda su físico también le atraía muchísimo, por su hermano ya sabía que la mayor está comprometida y que la menor no, son chicas agraciadas, de buena educación y cuna, lo que las hacía apreciadas y objetos de pretendientes en la alta sociedad aunque se rumora que su padre era un imbécil, interesado y que no sabía administrar la propiedad y ya comenzaba a tener problemas financieros, pero para él ya vendría el momento de preocuparse por eso. Llegan cerca de la casa y deciden despedirse allí, definitivamente Harry ha quedado prendado, mientras más ve y escucha a Isabel, más le gusta, es una excelente Amazonas, tiene una voz cargada de sensualidad, la forma en que se sueltan algunos rizos de su moño y vuelan en el viento le cautivan, su tez blanca se sonroja con facilidad lo que es una delicia, por un momento su mente vuela e imagina cómo sería verla cabalgar con el cabello suelto fantaseo por un momento, ya se a terminado el tiempo para poder observar así que debe intentar hablar con ella de manera más privada, si ella corresponde a su afecto hablará de inmediato con su padre. —Señoritas, ya están es su hogar así que me quedo más tranquilo, que tengan un excelente día—. —Gracias señor Harry por rescatar un par de damiselas en apuros, si no fuera por usted no se que habríamos hecho, responde Isabel con su lengua afilada—. —Pero dónde quedan tus modales porque respondes así, dónde está la educación y cortesía, que pena de nuevo con usted señor—. —No se preocupe, no me molesta, más bien me hace gracia. Pero fue un placer para mí haberlas encontrado, espero pronto poder coincidir de nuevo—. —Seguro que sí señor y nuevamente disculpe a mi hermana, ha de ser el calor estoy muy apenada—. Las chicas llegan a su casa, guardan los caballos rápidamente, saludan rápidamente a los empleados, al entrar las espera su nana para alertarlas, deben asearse y cambiarse de inmediato, ya su padre se ha dado cuenta de que no estaban y no lo ha tomado muy bien, las está esperando en la mesa desde hace un rato para desayunar lo cual no augura nada bueno. Su padre detesta que huelan a caballo, para él no es de damas sentarse a la mesa sucias, mal arregladas o siquiera despeinadas como tampoco llegar tarde, por lo que las dos se asean y preparan con rapidez para integrarse a la mesa de punta en blanco, se sientan rápidamente a la mesa, la mayor al lado de su padre y la menor al lado de su madre, ambas con la cabeza abajo en actitud de sumisión. —Sentimos el retraso papá, se nos pasó el tiempo y…—, comienza a explicar Keyla. —Y andaban con un hombre desconocido dando que hablar a los vecinos y la servidumbre, se puede saber ¿quién era el caballero y por qué las retrasó?—. —Es el hermano del conde de Linley, está de visita y regresó hace poco de estudiar en Francia—. —Es el señor Harry, lo conozco desde pequeño siempre fue un buen muchacho, estudioso y educado, su único pecado es ser el segundo hijo, por lo que no heredará nada, ni dinero, ni título ni tierras, todo le tocó a su hermano que por cierto se casó hace un año, el no tener fortuna le va a dificultar la vida y le va a impedir encontrar una pareja adecuada—. —Es injusto, porque no pueden repartir la herencia y propiedades, así cada uno podría vivir bien, me parece tan retrógrado—, —Isabel, esas ideas progresista te van a traer problemas, es así que se hacen las cosas, pero que va a saber una mujer de eso, procura cuidar tu lengua y no opines en algo que no conoces, además de algo en lo que eres completamente ignorante, te ganaras unos buenos azotes de tu futuro esposo el dia que te cases—. —Yo no quiero casarme padre—. —Y ¿qué pretendes tú?, que te voy a mantener toda la vida, tienes 18 años dentro de poco comenzarás a ser una carga así que es mejor que cambies esa actitud hacia los pretendientes que te lleguen y no seas tan altanera que correrás a cualquier posible candidato o víctima más bien, no serás una joven casadera toda la vida—. —Bueno debemos de hablar de otros temas, Keyla tu futura suegra nos envió una nota sobre un baile al que desea que asistas como prometida de su hijo que eres, creo que es en honor a un familiar y podrá acompañarte Isabel, estarán bajo su cuidado y las vendrá a buscar esta noche con su carruaje, es necesario que tengan un comportamiento intachable, que no sean fuente de malos comentarios pues ambas tendrán problemas, Keyla tiene un noviazgo que cuidar y en tu caso Isabel nunca tendrás un buen pretendiente y jamás te casaras, si manchas tu reputación—. —De acuerdo papá dicen ambas, mientras se ven y sonríen de una manera se sienten victoriosas—. Suben emocionadas a descansar un poco y a empezar con los preparativos de la noche, ambas están emocionadas, no salen mucho así que es una oportunidad para conocer personas, relacionarse, ver estilos de vestidos y peinados. Keyla está ansiosa podrá ver a su prometido en un ambiente un poco más relajado, piensa en que quiere estar hermosa para él, por lo que escoge un vestido elegante blanco con detalles dorados y las prendas son piezas únicas que heredó de su abuela sencillas pero con gusto, su peinado un moño alto estiliza su cara pellizca un poco sus mejillas para lucir sonrojada, los guantes largos con la misma combinación del vestido le aportan esa elegancia y presencia propias de su imagen que siempre ha sido de chica buena y controlada y va en búsqueda de su hermana para ayudarla a estar lista, suele dudar en qué ponerse y peinarse y a veces se retrasan por ello, no desea causarle disgustos a su suegra que es amante de la puntualidad. Sin embargo esta vez para su sorpresa esta lista y su elección de vestido de color turquesa la hace ver elegante y destaca su piel pálida un poco bronceada por el sol, su cabello rojo fuego esta arreglado en un medio moño que deja escapar parte de sus rizos y le dan un toque de sensualidad sin caer en la vulgaridad, Keyla la mira y eleva una plegaria a Dios por ella, que encuentre el amor, un hombre que sepa valorar su ímpetu, su alegría y frescura, desea en su interior que ocurriera ese milagro antes de casarse pues no quiere dejarla allí con sus padres que solo la crítican y matratan, siente que como una flor se marchitara, perderá su brillo ante tanta amargura, desde pequeñas se sintió obligada a protegerla, era dulce y alegre en una ambiente triste y lúgubre, por lo que ya habia pensado que cuando ella se casara la invitaría con frecuencia su casa para aliviar el dolor o conseguirle un buen pretendiente, se ven una a la otra y sonríen, esperando pasarla buen cada una toma su abrigo. Al llegar a la fiesta todo resulta esplendoroso, elegante y costoso, la decoración es con telas blancas y azules, candelabros, mesas de aperitivos, todo refleja lujo, por un momento se sienten intimidadas pues su origen es un poco más humilde pero continúan caminando hasta donde se encuentran las anfitrionas, saludan con una leve inclinación y toman asiento. Al ver en el salón muchos son vecinos conocidos pero hay algunos rostros nuevos de familiares que vienen de Londres de seguridad para pasar una temporada en el campo, en ese momento ven llegar el caballero que las escoltó más temprano, se acerca y cumple con las reglas de etiqueta de ser presentado a las damas por las anfitrionas, osa en invitar a Isabel a bailar sabiendo que está por cortesía no podrá rechazarle. —Señorita Isabel que gusto verle—. —Yo no diría lo mismo señor Harry pero gracias—. —El solo hecho de poder admirarla y bailar una pieza con usted ya me hizo feliz la noche—. —Vamos a dejarnos de tonterías señor no sé a qué viene tanta zalamería pero se lo voy a decir aquí y ahora, mi familia no es de clase alta, no poseemos dinero así que no se beneficiara en nada en cortejarme, por el contrario esto podría perjudicarle—. —Señorita Isabel, porque no piensa que puedo tener un interés sincero en usted, porque piensa que se trata de dinero o posición y no de una atracción sincera por usted—. —Señor usted no me conoce, no soy particularmente hermosa ni tengo una personalidad impactante, ¿por qué podría interesarse en mí?. —Creo que no ves más allá de tus complejos—. —Señor además debo soportar que usted ose insultarme, disculpe interrumpa tan exquisito baile pero debo ir a tomar aire creo que me esta afectando el calor, disculpe que no termine la pieza—. Isabel sale apresuradamente al jardín, quiere aislarse del mundo pero hay parejas por todos lados caminando, así que divisa un invernadero y se dirige allí, no hay nadie así que entra y cierra la puerta tras ella, intenta calmarse viendo las plantas pero no lo logra, respira pausadamente y se sienta en una banqueta, debe pensar qué hacer. En ese momento entra Harry, cierra con seguro para no ser interrumpidos o encontrado en una situación tan poco apropiada lo que podría perjudicar el honor y reputación de la chica, se acerca a ella pausadamente no desea alterarla. —Lo siento señorita Isabel no la quise ofender, me expresé mal y le pido disculpas—. —No se preocupe señor dijo lo que sentía, al igual que yo libremente expreso mis emociones—. —Es que eso no es lo que siento, la verdad es que tengo días observándote sin saber como acercarme como crear el momento para que me conocieras sin que te sintieras acosada o presionada por la norma social. Es verte y se me alegra el día, no deseo que hables como si no pudiera sentir un afecto sincero por ti, porque eres hermosa, tu cabello y tus labios me enloquecen con ese rojo intenso que llama a la pasión, es tu piel pálida que se sonroja con el sol o cuando se siente excitada con alguna emoción—. —Señor, no puede hablar de esos temas con una dama—. —Se que lo que le estoy diciendo es atrevido y rompe cualquier regla de decoro pero es la verdad, estoy interesado de manera romántica en usted, no me conoce y eso deseo cambiarlo, pero sé que en este momento si usted me corresponde aunque sea un poco o me da alguna esperanza, a pesar que no podría pedir su mano de inmediato sin nada que ofrecerle para mi sería el incentivo suficiente para luchar por usted, para buscar el éxito que me haga merecerle—. —¿Me permites tutearte en este momento que estamos solos?—. —Si, de acuerdo, pero solo en este momento—. Isabel está sorprendida, era lo que menos que se esperaba, al ver su duda Harry la toma por la cara con suavidad y le da beso, ella no sabe qué hacer y en un principio mantiene la boca cerrada, él besa y con la punta de su lengua acaricia sus labios, luego ella termina por sucumbir y los separa un poco, lo que él aprovecha para profundizar el beso, introduce su lengua y roza y juguetea con la de ella, por un momento la siente entregada, lo que le confirma que ella también se siente atraída por él, finalizan el beso con las respiraciones entrecortadas, el besa su frente y se ven fijamente a los ojos. —¿Lo sentiste verdad?, por favor Isabel dime qué deseas, qué piensas—. —Esto está mal, es inapropiado, yo...yo—. —Dime por favor, mañana mismo hablaré con tu padre—. —Está bien, lo admito Harry, en un principio me pareciste arrogante y reaccioné a ese prejuicio, es cierto que pensé que era rabia, pero en este momento creo que la verdad es que me atraes, pero no soy como las chicas que conoces, deseo casarme por amor y para mi este nace de la aceptación y conocimiento de uno en el otro, no de simples aspectos físicos—. —Te entiendo y no quiero presionarte de ninguna manera, me ganaré tu amor, solo necesitaba que me dieras esperanza. Ahora debes recomponerte y volver a la fiesta para que no noten tu ausencia yo iré detrás de ti—.

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