Isabel se incorpora de nuevo a la fiesta algo excitada, intenta disimular su nerviosismo, mira a su alrededor pero al parecer nadie se ha percatado de su ausencia lo cual le da un respiro, para aquella época la reputación de una dama de sociedad era sumamente frágil, cualquier mirada, roce o conversación con la persona inadecuada le marcaría para siempre y no es que le importara lo que pensara la sociedad y la horda de chismosas, pero una vez una mujer era tachada, no podría tener un buen casamiento y perjudicaba también la imagen del resto de las mujeres de la familia y no podía hacerle eso a Keyla, ella deseaba ser la honorable esposa de un Duque y como su hermana deseaba que fuera felíz, pues ella se lo merecía.
Ve a su hermana reunida con un grupo de damas de sociedad en compañía de su futura suegra y decide acercarse para estar con ella pues a leguas se ve que la chica no se haya en medio de una conversación sobre bordados de cojines, al colocarse a su lado está le susurra, —¿donde estabas?, ni creas que no me di cuenta que fuiste al jardín luego de bailar con el sr Roberts.
—Hermana tengo mucho que contarte, pero será al llegar a casa—, todavía su pecho palpita exaltado por el beso compartido.
—Espero te hayas sabido comportar correctamente.
—No te preocupes hermanita, todo va a salir bien ya lo veras—, al menos esa era la fe que quería mantener.
En ese momento se acerca a ellas el Duque de Stangate, el cual saluda a todo el grupo: —damas, señoritas Forest—, hacemos una reverencia, que él también corresponde y luego comenta: —vengo a invitar a bailar a mi prometida, así con su permiso—, extendió su mano, ella la tomó y lo acompañó a la pista, al quedarse finalmente sola Isabel aprovecha de ver a su alrededor disimuladamente para intentar encontrar a Harry entre los grupos de personas, temía que ya se hubiese ido pues después de su encuentro él no había vuelto al salón, se preguntó si se arrepintió de tal declaración, quizá pensó mejor sobre su apresurada promesa.
Sin embargo, cuando estaba por perder la esperanza lo ve llegar acompañado por otro caballero que parece ser su hermano por el parecido, él también busca su rostro entre los asistentes y cuando la divisa sonríe y su rostro denota alivio, después de lo que parece ser una eternidad el caballero se le acerca, hace una reverencia y se presenta, —buenas noches señorita mi nombre es Edward Roberts y si me permite quería invitarle a bailar este Vals, con el permiso de las damas presentes, claro.
Ella observa al grupo de damas mayores buscando aprobación, estas asienten con la cabeza y entonces ella acepta su mano y la lleva esta vez a un lado ocupado de la pista, como para buscar un poco más de privacidad, y luego de unos minutos danzando
—Supongo que sabe de quien soy, no deseo incomodarla, estoy haciendo este acercamiento por mi hermano, por primera vez veo un auténtico interés por una dama, sus intenciones son honestas, solo por eso me atrevo hacerle llegar este recado—, le dice entregando un pequeño papel en la mano que mantienen unida.
—Le agradezco y espero que esto no le genere ningún inconveniente, me apena pero el saber que usted le apoya es una tranquilidad para mi, pues lo único que deseo son sentimientos honestos.
—Lo son, es una situación difícil pero no imposible mi hermano es orgulloso y quiere ganarse la posibilidad de estar con usted por derecho propio, por favor la nota de mi hermano sepa por favor disimular y leerla en privado.
—Le agradezco—, Terminó la música y todas las parejas desocuparon la pista, incluyendo también a su hermana y futuro cuñado, así que caballerosamente él la lleva de nuevo a su lugar, hace una reverencia y le guiña un ojo.
Isabel siente que la excitación la está haciendo sonrojar, su sonrisa nerviosa la delata al menos delante de su hermana que la conoce como si fuera su propia hija, ya la fiesta está por culminar al menos para las jóvenes casaderas, pues las damas adultas se quedaran jugando a las cartas como acostumbran ya habían hecho arreglos para que fueran escoltadas a su casa, por ello unos minutos más tarde se despedían de todos y agradecían la invitación.
George las acompaño a su carruaje, Isabel subió primero y luego con la ayuda de su prometido Keyla a quien además aprovechó de darle un beso en la mano tras despedirse, tan solo al cerrar la puerta y comenzar a andar, la curiosidad prevaleció, —no soporto la intriga, ¿qué ha ocurrido contigo en la fiesta?
—Hermana, no lo vas a creer ni en un millón de años.
—Solo dime, no seas mala.
—Recuerdas al señor Roberts.
—Si claro, con quien te divierte tener altercados de palabras.
—Debo decir que estaba completamente equivocada, lo que pensé que era aversión es todo lo contrario.
—¿Qué dices?—, de pronto el carruaje se detiene y ambas se asoman a la pequeña ventana para darse cuenta que ya habían llegado a casa, —creo que deberemos esperar para poder hablar con tranquilidad, luego voy a tu cuarto, ya sabes que esta es la hora del sermón—, dijo
El cochero las ayudó a bajar y fueron recibidas por el mayordomo y su nana, quién les indicó que su padre se encontraba en el despacho esperandolas, cuando tocaron a la puerta, —Buenas noches padre, ¿nos esperabas?
—Si, seré breve, a partir de mañana recibirán clases de piano, espero en especial que tú Isabel hagas tu mayor esfuerzo para aprender, es suficiente de caballos y de creerte una niña, eres una dama de sociedad y debes prepararte como tal.
—Pero padre yo odio el piano.
—Harás lo que te digo, pues además que no eres hermosa no tienes algún talento que pueda llamar la atención de un pretendiente respetable, así qué mañana a primera hora vendrá la señorita Miller y espero que estén preparadas.
—Está bien papá, así será—, culminó Keyla que sabía que su padre si seguían dando su opinión comenzaría a ofenderlas, además quería continuar la conversación con su hermana.
—Entonces vayan a dormir y no se entretengan.
—Buenas noches papá—, respondieron ambas.
Subieron las escaleras con rapidez y llegaron juntas al cuarto de Isabel, —Tienes que contarme me muero de curiosidad.
—Se me declaro hermana, el sr Roberts y lo acepte.