Persiguiendo al chantaje

3253 Palabras
Darle una nueva oportunidad a eso que queremos es lo mejor que podemos hacer, nuestro mundo es sencillo. Saber que todos tomamos las decisiones que queremos, consideramos las peores consecuencias para nosotros y tomamos los riesgos que creemos mejores conforme la situación nos lo pide. El miedo también forma parte de ese proceso, es lo que nos mantiene lo suficientemente nivelados y concentrados para comprender cuales son los baches que nos podemos encontrar en el camino que estamos escogiendo, es por eso que no hay que negarlo ni evitarlo, es un modo natural de evitarnos malos momentos. El mundo es cruel y no todos estamos preparados para dar el paso, de arriesgarnos así como otros sí. Alessandro sabía que esa mujer era la cosa más interesante que se había cruzado en su camino desde el momento en que había puesto un pie en aquel continente. No era posible que alguien le atrajera de ese modo sin siquiera haber entablado una conversación real, solo había tenido que verla y no había podido despegarse. Sabía que aquellos pensamientos eran peligrosos considerando la situación en la que estaba en ese momento con la compañía, pero no había podido evitarlo. Ella los había salvado a ambos, sin embargo, al rechazarlo tan tajantemente y aun así no se lo agradecía del todo. Era necesario que se levantara esa mañana, tenía demasiadas cosas de las que ocuparse, pero en lo único que podía pensar era en el rostro de Lisa Navarro. Se había tomado la tarde del día anterior solo para buscar su nombre y lo había conseguido, eso seguro. Había espiado un poco sus fotos en i********: antes de pensar que aquello estaba peor de lo que creía dejando el celular de lado. Eso le duró unos minutos antes de volver a tomarlo para seguir viendo aquello la vida de Lisa. Era extraño, todo el mundo presenta su vida de muchos modos y nuestros perfiles en r************* son una ventana a desconocidos, pudo averiguar tanto de Lisa solo por lo que vio allí que estaba impactado. Se levantó de la cama con una mueca, debía revisar todos los correos que probablemente le habían enviado desde la oficina, era imperativo que lo hiciera por lo que tomó una corta ducha de agua fría antes de tomar o primero que vio en su nevera y sentarse en la mesa junto al computador. Abrió su correo para observar al menos diez de ellos que tenían la palabra importante escrita en el título. Con un suspiro abrió el primero, escribió una respuesta diligente y eficiente para pasar al siguiente. Estuvo así unos treinta minutos seguidos antes de que un correo en específico llamara su atención llenándolo de tensión. El correo venía de la oficina de su padre. “Hijo, me complació leer tu último informe. Es excelente el éxito que han tenido hasta ahora, no podía estar más orgulloso del apellido Santoro. Orlando sigue alabando sus hazañas en cada reunión. Espero leer un próximo informe tan prometedor como este y recuerda el plazo de tiempo límite, no hay que dejar nada al azar cuando se trata de negocios”. Con un suspiro Alessandro intentó alejar toda la presión que había en aquellas palabras. Él respondió con agradecimiento antes de continuar con su trabajo. Su voluntad se había renovado, recordar la razón por la que deseaba permanecer en América era más que bienvenido. Continuó contestando correos, organizando las actividades necesarias que debía ocupar e incluso delegó algunas a Pietro de quien no había sabido nada desde el día anterior. Su trabajo era lo más importante, no debía olvidarlo ni por un segundo. Su celular sonó entonces distrayéndolo. “-¿Dónde estás?- Soltó él sin ver la pantalla, se imaginaba que sería Pietro al teléfono”. “-En Italia hijo, ¿dónde más?- Respondió su padre con algo de burla”. “-Papá, ¿cómo estás?- Saludó él deseando colgar”. “-Bien, estoy bien como siempre- le dijo su progenitor -solo llamaba para felicitarte directamente por ese excelente informe. Estoy sorprendido”. “-Recibí tu correo, muchas gracias”. “-De todas formas quería aprovechar la ocasión para hablar con mi hijo- explicó su padre -no hemos hablado demasiado desde que te fuiste”. “-He estado bastante ocupado como ya viste- se excusó Alessandro -los buenos resultados solo se obtienen con trabajo y esfuerzo, eso me lo enseñaste tu”. “-Así se habla, tienes toda la razón- afirmó su padre sonando bastante orgulloso -y sí, el trabajo requiere esfuerzo para lograr lo que se desea” Él suspiró cansado ya de aquella conversación, no había nada que detestara más que tener que inflar el ego inmenso de su padre solo para que lo dejara tranquilo. Era un ejercicio que había perfeccionado desde que era niño y se sorprendía cuando todavía funcionaba, nadie podía subestimar el ego de un empresario como su padre que creía que lo más importante que podías lograr hacer en tu vida era ser millonario como si nada pudiera hacerte más feliz. “-Sí, por eso debo seguir trabajando…- intentó”. “-Solo una cosa antes de que te vayas- comentó su padre -Chiara ha estado preguntando por ti, Alessandro. Dice que no la has llamado desde que te fuiste de aquí, espero que eso no sea cierto”. “-He estado realmente ocupado- dijo él con una mueca”. “-Esa no excusa para dejar a una mujer esperando, Alessandro- rugió su padre -lo sabes bien. Tienes que llamarla, esa no es la forma de tratar a tu futura esposa”. “-No estamos comprometidos, papá- negó él por enésima vez”. “-Eso es porque todavía no te terminas de convencerte de que Chiara es la mujer para ti- afirmó su progenitor restándole importancia al asunto -pero todavía hay tiempo, puedes cambiar de parecer en cualquier momento. Ella es feliz de saber que puede estar a tu lado y conoces la situación con su familia, sería favorecedor para todos una unión entre ustedes”. “-No quiero que mi boda, el día que la desee, sea porque es una transacción comercial para la compañía- defendió Alessandro -sabes que eso me molesta papá, por favor no intentes venderme una situación así porque solo lograrás lo contrario a lo que pides”. “-No sigamos por allí mejor, Alessandro- rechazó su padre con molestia en su tono -hemos discutido esto un millón de veces y todavía pareces no comprenderlo”. Tenía tantas respuestas en la punta de su lengua, pero no deseaba seguir discutiendo aquello, era innecesario y tan tonto como intentar cambiar la sexualidad de Piero, un fiasco total. “-Tal vez pase con tu madre a visitarlos…- fueron las palabras de su padre, pero él no las escuchó porque justo en ese segundo Piero entraba en su departamento”. “-Papá, tengo que irme- lo cortó él -Piero acaba de llegar y tenemos que resolver unos asuntos urgentes”. “-De acuerdo- se despidió su padre -estaré esperando noticias”.  Él colgó el celular más rápido de lo que podía moverse, era increíble lo mucho que detestaba hablar con su propio padre, pero era imposible hablar con una persona que pensaba de la manera en la que lo hacía, resultaba tan degradante que Alessandro constantemente evitaba su compañía. Incluso en Italia hacía todo lo posible por escaparse de las reuniones familiares, ahora era mucho más sencillo, pero no podía rechazar todas las llamadas, sería sospechoso. Ese sería siempre su karma. -¿Sucede algo?- Le preguntó a Piero. -Puede que sepa su nombre- explicó su primo. -¿El de quién? -El del chantajista del club- dijo Piero como si fuera lo más obvio del mundo. -¡¿No sabías su nombre?!- Casi gritó él -te acostaste con un hombre si siquiera preguntarle su nombre, no puedo creerlo. -No me vengas ahora con reproches morales, Alessandro que nos conocemos bien- se defendió Piero con una mueca -estamos mayorcitos para eso. -Pues parece que no- regañó él -porque siempre te he dicho que no confíes en nadie, ¿cómo es posible que no notaras que el tipo te grababa? -Estaba demasiado concentrado en la forma en la que se tragaba mi m*****o- afirmó Piero con sorna -creo que en una situación así no es sencillo notar nada más. -Debió ser una mamada increíble- dijo él sin poder evitar reír. -Por supuesto que lo fue, soy un tipo exigente- exclamó Piero -y ese es el maldito problema. -¿Problema? -No sé si quiero conseguirlo para poder golpearlo hasta que borre el video- soltó su primo lanzándose en el mueble -u obligarlo a que lo haga de nuevo. Valió cada maldito segundo lo juro, el tipo tiene una boca que te chupa los sesos. -Lo hizo contigo- se burló Alessandro -no lo dudo. -Sí, eso lo decide- comentó Piero luego de unos segundos con una sonrisa -lo obligaré a darme mamadas hasta que me sienta recompensado por este estúpido chantaje. -Eres increíble- se burló él volteando los ojos -como sea, ¿cuál es el nombre de la rata que cazamos? -Oliver- dijo Piero -Oliver Armas. -¿Sabemos su dirección?- Inquirió Alessandro con duda. -La averigüé esta mañana- explicó su primo -pero no estoy seguro de querer ir a ese lugar, es un barrio peligroso de la ciudad. -Nada de eso, vamos a tener que ir porque esto hay que solucionarlo pronto- afirmó él levantándose -así que anímate, iremos por tus mamadas, sé feliz. -No creo que te guste verlo-  se burló su primo -ya sabemos que eres heterosexual. Él sonrió antes de levantarse, se dirigió a su habitación para cambiarse. Bajaron juntos al estacionamiento luego de unos minutos. -¿Cuál auto?- Preguntó Piero viendo las opciones, -El mío- decidió él -si vamos a un lugar peligroso es mejor no llamar la atención y ambos sabemos que tu auto deportivo es un blanco para cualquier mirada. -Mi bebé es hermoso, lo sé- se complació Piero con una sonrisa. Se subieron a su auto con rapidez, la seguridad que sus padres habían contratado estaría gritando si supieran que ellos iban en camino a una zona de la ciudad que no era recomendable sin siquiera avisarles, pero ni a Piero ni a él les gustaba la vigilancia a sus vidas después de haber escapado de Italia como lo hicieron, no era algo que esperaran ni aceptaran. Era mejor un poco de riesgo antes de que dejar que otra persona controlara sus vidas, eso conociendo el hecho de que sus padres probablemente pedirían un informe de los lugares a los que iban. No, la seguridad de ese estilo no estaba en los planes. Alessandro condujo siguiendo las instrucciones del GPS en su celular, lentamente fueron acercándose a un zona en la que ninguno de los dos había estado nunca. La música resonaba en los callejones y aunque él había esperado un montón de casas rotas o abandonadas solo veía pequeñas casas que lucían recién pintadas en el exterior. Había una cancha donde los niños jugaban diferentes deportes e incluso una clase de aerobics donde las mujeres del lugar, imaginaba, estaban haciendo su parte del ejercicio. Era un lugar pintoresco, nada que ver con lo que le había dicho Piero antes de ir. -No parece un lugar peligroso- comentó él viendo por la ventana. -Eso fue lo que me dijeron los abogados al conseguirme la información- afirmó Piero elevando los hombros con duda. -Supongo que deberíamos tener cuidado, solo por si acaso- ofreció él. Su primo asintió y él continuó conduciendo por la vía. El vecindario se hacía cada vez más cerrado hasta que llegaron a un callejón donde la vía era demasiado pequeña incluso para los autos. Se bajaron allí todavía dudosos de lo que debían hacer, el GPS los había llevado hasta allí, pero aún no conseguían la casa de la pequeña rata. Caminaron por el pasillo de casas hasta que observaron a varias señoras sentadas en una de las esquinas. -Buenas noches- dijo él -estamos buscando la casa de Oliver Armas, ¿será que nos pueden indicar que tan lejos estamos? -¿Quién busca al nieto de Evita?- Preguntó una de las mujeres con recelo. -Piero, soy amigo de Oliver- se adelantó su primo con su sonrisa conquistadora -solo queríamos pasar a visitar. -Es la casa del final a la derecha, lindura- explicó una de las mujeres sonriendo. -Muchas gracias- ofreció su primo sin dejar de sonreír. Ellos se alejaron hasta estar frente a la puerta de la casa indicada. Se miraron unos segundos, estaban cerca de resolver aquel problema. Un suspiro profundo y entonces tocaron la puerta. Aquel lugar lucía como una pequeña casa de cuentos de hadas, era bonita, pintoresca y hogareña. Tenía un pequeño porche con una lámpara y la decoración era clásica, no seguía la moda que su decoradora había usado en su departamento. Por alguna razón, aquella casa se quedó en su pecho como un recuerdo agradable que no pudo evitar tener. -Buenas noches- los saludó una señora que lucía mayor. Lucía un conjunto de pijama bastante cómodo junto a una sonrisa brillante. -Buenas noches- dijo Piero -¿se encuentra Oliver? La mujer frunció el ceño unos segundos antes de voltearse. -Oliver- llamó ella con fuerza -hay dos hombres guapos buscándote en la puerta. Ella se volteó una vez más antes de sonreírles. Escucharon unos pasos acercándose hasta que la pequeña rata estuvo frente a ellos. Sus ojos se abrieron con sorpresa al mismo tiempo que su rostro perdía todo el calor, congelándose allí mismo. -Oliver, ¿no vas a saludarnos?- Preguntó Piero mirándolo directamente -nos vimos hace poco y quise sorprenderte. -Hola- fue la respuesta de Oliver. -Pasen, pasen- ofreció la mujer chasqueando la lengua -es obvio que mi nieto no conoce de modales. -Muchas gracias- dijo él con una sonrisa. Ellos fueron llevados a través de la casa hacia la cocina y sentados en una pequeña mesa. La mujer les sirvió dos vasos de lo que parecía un jugo. -¿Y a qué han venido esta noche?- Preguntó la mujer con interés en los ojos. -Bueno, es que mi primo tenía unos asuntos que arreglar con su nieto- soltó él con la misma sonrisa -y pasamos por aquí en lugar de esperar a que él nos buscara, sabemos que el tiempo es algo preciado. -Por supuesto- asintió la mujer con sospecha en sus ojos. Unos segundos tensos transcurrieron antes de que Oliver por fin hablara. -¿Te parece pasar a mi habitación unos minutos?- Le dijo a Piero -allí tengo los documentos que necesitas. -Claro que sí- aceptó su primo poniéndose de pie. Los vieron marcharse y Eva aprovechó el momento para sentarse en la mesa con él. Lo miró detalladamente. -¿Cuál dijiste que era tu nombre, lindura?- Preguntó entonces Eva. Alessandro pensó en mentir, pero refería ser sincero con aquella señora, por alguna razón se veía como alguien a quien no necesitaba dañar. -Alessandro- ofreció él -Alessandro Santoro. -¡Oh, son ustedes!- Exclamó ella de pronto sorprendiéndolo tanto que casi saltó en la silla -muchas gracias, eso es todo lo que puedo decirles. -Yo…- intentó él -lo lamento, la verdad es que quien conoce a Oliver es mi primo, Piero. No comprendo por qué tendría que agradecernos. -Ustedes están ayudando a Oliver a conseguir un buen empleo- le explicó ella sonriendo y tomando su mano en un gesto de cariño -eso nos ayudaría tanto, es como salvarnos en muchos sentidos. Mi enfermedad nos dejó con demasiadas deudas, quisiera decir que puedo ayudar con eso, pero los empleos disponibles no son demasiados. -¿Está enferma? -Lo estuve- comentó ella sin dejar de sonreír -el año pasado entré en remisión, cáncer de mama. -Lo siento mucho- ofreció Alessandro con sinceridad. -Descuida, lindura- dijo la mujer restándole importancia -sigo aquí, no hay nada que lamentar. Ella sonrió y él no pudo evitar devolverle el gesto. -Estoy seguro de que Piero se ofreció a ayudar- mintió él -mi primo suele ser así. Nos encanta poder ayudarla. -Eso es lo mejor que puedes decirme- convino Eva con una sonrisa -¿quieres algo de comer? Tengo un estofado que hice esta noche, pero no lo terminamos. Él asintió intentando darle tiempo a Piero que todavía no regresaba. La mujer le sirvió un plato luego de calentar el contenido, toda la cocina se llenó de una aroma que hizo agua su boca. Era tan bueno que por un segundo estuvo tentando a arrebatarle el plato a la mujer de las manos. -Esto es delicioso- gimió él con deleite -tenía años sin comer algo tan bueno. -Me halagas, lindura- dijo la mujer con una sonrisa -cuando quieras puedes volver a cenar y trae a ese primo tuyo. -Gracias- ofreció él. Se quedaron en silencio unos segundos y él buscó cualquier tema de conversación en su mente. -Tenía la impresión de que este era un vecindario peligroso- comentó él sin pensar -y disculpe si la ofendo. -Lo fue hasta el año pasado- explicó ella -este lugar estaba tan lleno de pandillas y criminales que casi nadie podía salir de su casa cuando el sol ya no estaba en el cielo, es por eso que Oliver tuvo que dejar tantos trabajos, se cansó de que lo persiguieran o robaran cada vez que regresaba. Era más lo que perdía que lo que ganaba, además de que mis terapias formaron parte de sus horarios hasta el final. -¿Y cómo cambió tanto?- Inquirió él interesado. -Uno de los criminales cometió un error y lo atraparon- siguió ella -al parecer eso destapó todo lo que sucedía aquí y la policía hizo una purificación. Fue una noche horrible, pero valió la pena porque ya no hay criminales a nuestro alrededor. -Me alegro mucho de que ya no tengan que vivir de eso modo- ofreció él antes de ver a su primo regresar junto a Oliver. Piero lucía una gran sonrisa, su rostro estaba ruborizado al igual que el de Oliver y ambos lucían bastante más despeinados de lo que debían. Él entrecerró los ojos con sospecha. -Ya deberíamos irnos- comentó Piero -es tarde. Él se levantó al igual que Eva. La mujer tomó algo de ese estofado y lo guardó en un envase para entregárselo a Piero. -Como ya le dije a tu primo- le dijo a Piero sonriendo -regresen cuando quieran. -Lo haremos. Ellos salieron de la pequeña casa sin que Piero dejara de sonreír, él espero hasta llegar al auto y que nadie los escuchara antes de hacer las preguntas. -¿Lo tienes? -Mejor, ya no existe- explicó su primo sin verlo. Él observó expresión con detalle. -Habla Piero- exigió él -no pudo ser tan sencillo. -Hicimos un trato- le explicó su primo con calor en los ojos -yo conseguí esa excelente mamada, y Oliver más de lo que imaginó. Ambos ganamos, pero el video ya no existe, no te preocupes. -¿Cuál es el detalle que no me estás contando?- Insistió Alessandro. -Puede ser que en lugar del video le dejara una linda foto de recordatorio- comentó Piero con sorna -Oliver necesitaba algún tipo de seguro de que cumpliría mi palabra y me resultó mejor que un video. -¿Una foto de qué, Piero?- Casi gritó él. -De mí, siendo un tanto cariñoso con su magnífica erección- afirmó Piero riendo. -¡Te voy a matar!
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