Encuentro casual

3061 Palabras
La vida es una red de oportunidades, no todo el mundo puede conocer lo que estamos dispuestos a hacer para que las cosas que deseamos se hagan realidad, pero podemos apostar por nuestros deseos. El mundo está lleno de personas que desean algo y por ende, todos estamos dispuestos a hacer lo que sea para conseguir lo que queremos. A veces tomamos caminos complicados, pero que nos llevan a la meta sin lastimar a nadie mientras que a otros les importa poco lo que pueda suceder a su alrededor en contraposición con lo que desean conseguir. No importa lo que quieras, lo primero es saber lo que estás dispuesto a hacer antes de dar el paso. Alessandro estaba a punto de lanzarle un derechazo a su primo. Habían estado nerviosos y casi en estado de emergencia por conseguir al hombre que había estado chantajeándolo, conseguir eliminar el video era el objetivo, pero cuando Piero se había burlado diciendo que conseguiría mamadas del hombre que lo había grabado sin su permiso, pensó que sería solo eso, una burla que no llegaría a más. Ahora que sus palabras habían arruinado sus esfuerzos sentía la necesidad imperiosa de matarlo, su primo podía ser una persona muy irresponsables y eso le molestaba porque no solo lo afectaba a él, también influía en sus deseos laborales. Estaba molesto y eso era decir muy poco. Estaba conduciendo para alejarse del vecindario en el que habían irrumpido en la casa de los Armas, Piero disfrutaba del estofado que le había dado Eva y eso solo lo molestaba más. Si su volante pudiera hablar, estaría quejándose de la fuerza con la que lo estaba sujetando, pero no podía evitarlo. Era eso o golpear a Piero en el rostro, necesitaba calmarse antes de que explotar y decir un montón de cosas que pudieran lastimar. -Necesito un trago- dijo él con más fuerza de la que necesitaba. -Vamos por uno- soltó Piero mirándolo con cuidado -hay un lugar fantástico que descubrí hace unos días, después de la última experiencia quise cambiar… -Iremos a donde yo quiera- interrumpió él en el mismo tono -y no quiero música, un bar es perfecto. -Está bien- comentó su primo con una mueca aunque no se quejó. Condujo hasta un pequeño bar al que había tenido la intención de ir antes, pero no se había atrevido. En una de las fotos de Lisa habían notado que ella había ido constantemente a ese lugar, por lo que pensó en encontrársela por “casualidad”, pero al pensarlo mejor había sabido que sería un error y lo había olvidado. Hasta ahora que sus sentimientos estaban a flor de piel y no se le ocurría nada mejor que hacer que ir a aquel lugar donde podría distraerse o encontrarse con una mujer que lo tenía hipnotizado hasta el momento. Se estacionó cuando llegaron, sin esperar a ver si Piero lo seguía se bajó del auto y entró en el establecimiento. El lugar mostraba lujos por todos lados, incluso para alguien como él a quien no le había faltado dinero en su vida, aquello era demasiado para unos tragos. -Esto es demasiado snob incluso para ti, Alessandro- comentó Piero de inmediato -¿qué hacemos aquí? -Solo quería venir- dijo él sin mirarlo. -No me digas que solo quieres molestarme- se quejó Piero -sabes que no me gustan estos lugares. Es mucho lujo, pero la intolerancia suele estar en la imagen. -Solo quería venir, ya te dije- insistió él con molestia -no tiene nada que ver contigo. -Bien- aceptó su primo -cuando te molestas eres intenso. -No tendría que serlo si usaras un poco la cabeza- acusó él siéndose molesto de nuevo -y no exactamente la que estabas usando hoy. -Intenso- reiteró Piero -todo está bajo control Alessandro, confía en mí. Oliver es inofensivo, hizo lo que hizo porque está desesperado. Todos hemos actuado con desesperación. -No lo conoces- siguió él exasperado -no importa si es por desesperación, si metes la pata y esa foto sale a la luz estamos jodidos. Disculpa si no estoy de acuerdo con que todo por lo que hemos luchado se vaya a la mierda porque querías otra mamada de ese tipo. -Esa maldita mamada valía la pena- rugió Piero -ya déjalo ir. Quiero ayudarlos, son buenas personas que la han pasado mal. Él se quedó callado un segundo observando la expresión de su primo. Era extraño, Fabrizio, su último novio o lo que sea, también era alguien que necesitaba ayuda, pero Piero nunca se había comportado de ese modo con él, lo había ayudado sí, pero no de la forma tan urgente con la que ahora se expresaba de Oliver. Sus ojos intentaban ocultar algo más bajo una falsa molestia y Alessandro supo que ambos estaban jodidos. Sin notarlo todo el mundo había escuchado las palabras de Piero, por lo que se sentaron rápidamente en una de las mesas cercanas. -¿Te gusta ese hombre?- Preguntó él de pronto. Su primo lo miró directamente como si lo hubiera acusado de algo. -¿Por qué lo dices? -Eso es un sí- afirmó él con una mueca de burla. -Me atrae, ¿de acuerdo?- Aceptó Piero -no recuerdo que nadie me llamara la atención como él y esta noche solo lo hizo más intenso. Sé que podría jodernos, pero no lo permitiré Alessandro, confía en mi palabra. Es algo por lo que hemos luchado desde que salimos de Italia, vale demasiado para dejarlo ir. -Eso espero- comentó él dejando ir la rabia -porque es importante. -Lo sé- siguió Piero -además, algo que Oliver parece no entender es que para que yo pueda ayudarlo esa foto no debe existir, eso quiere decir que no hay una amenaza real, es solo un gesto que lo hace sentir seguro. El comprendió que su primo era más inteligente de lo que parecía y sonrió por fin. -Eres maquiavélico, Piero- acusó él. -Tengo una familia digna de esos instintos- se defendió su primo. -Brindemos por eso- dijo él riendo.  Ordenaron por fin algo para beber y se quedaron allí observando el ambiente unos segundos. Piero tenía razón, ese no era un lugar al que él iría solo para pasar el rato, pero todo eso quedó olvidado cuando Lisa Navarro entró en el bar junto a una expresión de cansancio que conocía muy bien. Su cuerpo reaccionó de inmediato y supo que él actuaría del mismo modo que Piero actuaba con Oliver de estar Lisa al otro lado. Con un suspiro terminó su trago antes de pedir otro. -Esa mujer…- comentó su primo observando a Lisa a lo lejos -creo reconocerla… Los ojos de Piero se abrieron de pronto en reconocimiento antes de clavarse en él directamente, su mirada era intensa y acusadora. Antes de que pudiera decir nada Lisa se sentó en una de las mesas cercanas y él no perdió la oportunidad. -Qué casualidad- comentó él viendo como ella se volteaba asombrada. -Toda una casualidad en realidad- dijo ella viéndolo con algo de sospecha -no recuerdo haberte visto nunca aquí. -Es la primera vez que vengo- afirmó él -estaba cerca y se me antojaba tomar algo. Ella asintió. Al menos estaba diciendo algo de la verdad, había un extraño brillo en los ojos femeninos que antes no había visto por lo que sintió que algo había cambiado. -Deberías pedir algo bueno- comentó ella -en este lugar tienen de todo, es por eso que me gusta venir. La piña colada no se consigue en todos lados. -Eso es un trago para la playa- se burló él -¿te gusta eso? -Es sabroso- explicó ella con simpleza. -Y yo que pensé que venías por la gente- comentó él viendo a su alrededor. Su primo tenía una mirada fija en ellos por lo que lo ignoró rápidamente. La risa de Lisa se escuchó en todo el lugar, ella reía con soltura y de forma real, nada de esas risas fingidas que solía escuchar de las mujeres con las que había salido. -Sí, sé que es un lugar snob- aceptó ella -pero vengo por la calidad no por la compañía. -Entonces te molesto- soltó él con otra mueca -lo siento. Ella sonrió a medias. -¿Quieres sentarte?- Lo invitó Lisa. Él se sentó de inmediato. -Gracias- dijo con una sonrisa -pensé que me dejarías de pie hasta que me fuera. Ella reía de nuevo. -Lo pensé por un segundo- comentó Lisa con una sonrisa -pero tengo la impresión de que eres de esas personas que se quedarían incluso aunque los dejes de pie. -Tienes toda la razón- admitió él de nuevo haciéndola reír una vez más. Se quedaron en silencio unos segundos. -¿Qué estás tomando?- Preguntó ella en un intento de hacer conversación. -Cuba libre, no es lo mejor, pero me gusta- contestó él mostrando su vaso. -También son buenos con los mojitos- comentó ella con una sonrisa. -Adivinaré- dijo él riendo -desapruebas mi trago. -No es tanto que lo desapruebo- negó ella con una sonrisa - es más la necesidad de pedir algo que requiera de un buen bartender. -Pídenos algo- retó él. -Bien- aceptó ella con una mirada intensa. El mesero se acercó y ella ordenó lo que parecían cocteles, algo que no solía disfrutar. Esperaron allí hasta que dos copas largas con una sombrillita llegaron a la mesa. -No puedo creer que nos pidieras otro trago de playa- comentó él negando y riendo. -Son divinos- se defendió Lisa -solo pruébalo. Él tomó la copa y le dio un buen trago. El sabor cítrico y refrescante explotó en su boca antes de que pudiera decir una sola palabra. -Debo decir que tenías razón- aceptó Alessandro -no suelo disfrutar de los cocteles, pero este está realmente bueno. -Te lo dije- se burló ella haciéndolo reír. Sus ojos conectaron entonces y esa intensidad que había sentido antes fue mucho más real. Era cálido y fuerte, algo entre ellos que no podía explicar los mantenía unidos. Era extraño, como una corriente que pasaba a través de ellos, exactamente como cuando se habían dado la mano, quería acercarse, probar sus labios, devorarla, pero sabía que ella lo rechazaría. Lisa fue la primera en alejar la mirada, tomó otro trago de su coctel antes de mirar alrededor. -No te asustes- comentó ella si dejar de ver un punto a su espalda -pero creo que tenemos a un acosador, hay alguien allá atrás que no deja de vernos. Él volteó sabiendo que sería Piero quien los observaba. -Ese es solo mi primo- explicó él con una mueca. -Oh, no estás aquí solo- concluyó ella -tal vez deberías regresar con él, a mí tampoco me gustaría si me dejaran solo en un bar. -Creo que me quedaré un poco más- negó él con simpleza haciéndola reír. -Eres malvado- se burló Lisa. Siguieron disfrutando de sus tragos mientras él intentaba buscar un tema de conversación, pero solo se le ocurrían temas relacionados con el trabajo y no era algo de lo que quisiera discutir en un momento como aquel, quería mucho más. Sin notarlo los cocteles de Lisa de terminaron y ella hizo el amago de levantarse. -Creo que regresaré a mi departamento ahora- comentó ella. -Pensé que la pasabas bien- dijo Alessandro con pena. -Eso es verdad- admitió ella -pero tengo un límite de tragos para una noche como esta y ya lo sobrepasé. Tengo que irme ahora o ya no podré hacerlo. Él asintió, pero no pudo evitar que las palabras salieras de sus labios. -Tal vez podrías reconsiderar esa cena- comentó él -en una noche sin límite de tragos. Ella sonrió complacida. -Podría, pero no creo que lo haga- negó ella una vez más -ya te expliqué lo que pensaba de eso. -Aun así no me pediste que me fuera, esta noche- argumentó él -fue todo lo contrario, me pediste que me quedara. Podría ser una gran cita, esa es la prueba. -Considera esto como una salida entre colegas- dijo ella con simpleza -nada más. -Te haré cambiar de parecer, Lisa Navarro- afirmó él con confianza y una sonrisa. Los ojos de ella se calentaron con placer que él supo reconocer antes de que sonriera con algo de cinismo. -Nos vemos- se despidió antes de colocar unos billetes en la mesa y salir del lugar. Alessandro sonrió hasta que ella desapreció por la puerta. Fue entonces que regresó a la mesa que había compartido con su primo intentado ignorar la mirada de reproche en los ojos de Piero, él se sentó en la mesa justo antes de que los reclamos comenzaran. -No puedo creer tu hipocresía, de verdad- recriminó Piero con ironía -tanta molestia por todo el asunto de Oliver y nos traes a este bar snob solo para poder encontrarte con nada más y nada menos que Lisa Navarro. -No compares las situaciones, Piero- negó él -porque no son las mismas. Lisa no me ha chantajeado y además, no vinimos por eso, fue solo una casualidad. -Por supuesto y yo soy estúpido- se burló su primo -no habríamos venido a esta lugar ni en un millón de años si no hubieras sabido que ella venía aquí. Y puede que ella no te haya chantajeado, pero tiene tanta posibilidad de arruinar nuestros esfuerzos como lo tendría Oliver, así que sigue siendo la misma situación. Eso era algo que definitivamente no podía negar. Su rostro se volvió una mueca de fastidio sabiendo que Piero tenía razón y él odiaba cuando la tenía. -Ella me atrae, ¿de acuerdo?- Soltó él -si tuviera que darle una foto de mí disfrutando entre sus piernas, lo haría con gusto solo por ese placer. Piero comenzó a reír contagiándolo en el proceso. Ambos reían llamando la atención de todos los clientes del bar una vez más, pero parecía no importarles demasiado. -Parece que América nos ha traído cosas muy buenas- comentó su primo con una sonrisa -definitivamente tenemos que quedarnos. -Eso intento- afirmó él con firmeza. -Lo sé- admitió Piero -pero ambos estamos en este barco. -Lo sé. Ellos tuvieron un momento de comprensión y fraternidad. En ese segundo recordó que a pesar de las locuras de Piero, era la única persona en la que confiaba y consideraba realmente como familia, ambos luchaban por lo mismo, eso era suficiente. -¿Qué sucederá con Chiara?- Inquirió Piero. -No lo sé- negó él -pero sabes tan bien como yo que nunca estuve interesado en esa relación, era más lo que mi padre quería que lo que yo quería. Lo único que lamento es que Chiara haya quedado en el medio de todo eso. -A veces tu padre puede ser un imbécil- afirmó Piero con rabia -hacer que alguien crea toda una historia que no es real solo por tus intereses personales, es cruel y despiadado. -Creo que es claro que nuestros padres- dijo él -toda nuestra familia, de hecho, está formada por personas que solo piensan en sus propios intereses, no les importa nada más. Fue por eso que nos fuimos. -Y es por eso que no vamos a volver- juró Piero con firmeza. Estaba muy seguro de que harían hasta lo imposible por lograr ese objetivo. Se quedaron en el lugar disfrutando de sus tragos brindando por esa meta que los mantenía juntos y de alguna forma vivos. -¿La invitaste a salir?- Preguntó Piero de pronto. -¿A Lisa?- Y su primo asintió -me ha rechazado dos veces, esta noche fue una de esas veces. -¿Cuál fue la primera vez?- Siguió su primo sorprendido. -Fue en la primera reunión que tuvimos, cuando la conocimos- explicó Alessandro con algo de vergüenza -intenté no hacerlo, pero las palabras se escaparon. -Y ella te rechazó- se burló Piero. -Dos veces- reiteró él riéndose también -de todas formas le dije que la haría cambiar de parecer y planeo cumplir esa promesa. -Con lo insistente que eres, no lo dudo- lo animó su primo -aunque creo que es la primera vez que una mujer te rechaza, eso es toda una novedad. -No lo será por mucho más tiempo- prometió él. Piero sonrió antes de alzar su trago. Unos segundos más tarde el celular de su primo sonaba anunciando una nueva notificación, resultó extraño porque era bastante tarde. Él pensó que podría ser alguno de sus padres, pero eso cambió cuando una sonrisa brillante se dibujó en los labios de Piero. -Tengo que irme- le dijo Piero entonces. -No me digas que Oliver te escribió- negó él con algo de burla. -¿Qué te digo?- Comentó su primo con una sonrisa -puede que sea mejor en las mamadas de lo que me imagino. -No es algo que necesite saber- soltó él con una mueca. Dejaron unos billetes en la mesa antes de caminar hasta la salida. Se subieron en su auto y Piero fue dándole indicaciones sobre el lugar al que debían dirigirse. Pasaron calles, establecimientos, hasta que un club bastante discreto apareció a la vista. Su primo sonrió al ver el nombre del lugar notando que era el correcto. Su primo abrió la puerta del auto para bajarse, pero antes se volteó hacia él. -¿Quieres quedarte?- Lo invitó. -No gracias- negó él -con una noche me bastó, no quiero ser la tercera rueda de nuevo, no cuando sé que puedo evitarlo. -De acuerdo. -¿Cómo te irás de aquí?- Preguntó él. -Tomaremos un taxi o algo- le dijo Piero -porque no planeo irme solo. -Espero que te vaya bien- de despidió él -y por favor revisa que no te estén grabando esta vez. -No le daré tiempo- exclamó Piero con placer -antes de que piense en moverse estará gritando mi nombre o haciéndome gritar a mí, lo que pase primero. -Como sea- se burló él. Esperó hasta que Piero estaba en el interior del lugar y luego condujo hasta su departamento. Subió a su departamento, se duchó para tumbarse en su cama con un suspiro, aquella noche había tenido un ligero avance con Lisa Navarro, no le habían pasado desapercibidos sus sentimientos, aquel fuego en sus ojos cuando él había insinuado una salida. Ella quería aquello tanto como él, pero seguía rechazándolo. Tenía que admitir que ella era mucho más fuerte que él, aunque eso no dudaría mucho más. Se durmió pensando un plan que haría flaquear la voluntad de Lisa hasta que estuviera en sus brazos, justo donde la deseaba.
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