Primera vista

3059 Palabras
Un paso detrás del otro, es todo lo que se espera de nosotros en algún momento. No importa si la distancia es poca o si el cambio es lento, conforme avances lo demás no es importante porque el mundo no espera por nadie. Las oportunidades son únicas y hay que tomarlas si consideras que es lo que quieres. Cambiar siempre será necesario cuando nuestras acciones afecten las metas que deseamos, si los obstáculos se sientes demasiado grandes como para saltarlos, entonces es cuando debemos detenernos para conseguir una nuevo modo de ver nuestro mapa. Ser abiertos a las posibilidades es el primer paso para perder el miedo a las oportunidades y aceptar que lo que nos sucede depende de nosotros. Lisa estaba estresada y un poco nerviosa aunque jamás lo admitiría. Se levantó de su cama sin siquiera haber dormido cinco horas completas, se duchó con agua fría para despejarse y desayunó lo primero que se encontró en la nevera sin fijarse demasiado. Su ropa era formal, estaba impecable: su pelo, su ropa, su maquillaje. Todo lucía como ella deseaba que luciera, excepto su interior que estaba en caos, pero al menos eso no era algo que se percibiera a simple vista y lo agradecía más que nunca. Se suponía que aquel día sería la presentación con la compañía Santoros para comenzar la organización del proyecto y aunque no quisiera afirmarlo, estaba nerviosa. Bajó hasta el estacionamiento de su edificio y se subió a su auto, condujo hasta las oficinas para subir en el ascensor y mientras daba un paso más, su estómago se volvía más pesado. Saludó a los trabajadores de su oficina junto a una muy atareada Andrea que estaba demasiado ocupada para notar su rigidez. Encendió su computador para revisar todas las asignaciones del día e intentar distraerse hasta la hora del almuerzo que era cuando comenzaría el teatro para el cual no se sentía preparada. Las horas transcurrieron con una lentitud tortuosa hasta que simplemente no pudo concentrase, buscó música para relajarse e incluso intentó hablar con Cary, pero su amiga estaba ocupada o al menos eso asumía debido a que no contestaba ninguno de sus mensajes. Sabía que Cary se reprocharía el no haberle contestado, sobre todo después de la confesión del día anterior, pero en ese momento su ansiedad llegaba a la estratósfera por lo que no pensaba con la claridad necesaria para arrepentirse de eso. -¿Algo está mal?- Inquirió de pronto la voz de Andrea sorprendiéndola. -No, solo estoy algo nerviosa- comentó ella con una media sonrisa. -Eso es extraño- contestó la mujer viéndola con detalle -no sueles estar nerviosa con ningún trabajo. -Este proyecto es bastante grande- intentó ella -y con una empresa de renombre en Europa, solo quiero que todo salga bien. -Tranquila, siempre sale bien- la calmó Andrea con una sonrisa -por algo eres la mejor en lo que haces, te quieren a ti, todo lo que hagas será excelente. -Gracias- ofreció ella con una sonrisa sincera antes de que Andrea asintiera para retirarse. La hora del almuerzo llegó y ella caminó hasta la sala de conferencias en la que sería la reunión, normalmente se haría en la oficina de Alonso, pero la compañía Santoro llevaría a sus dos directores generales, es decir los dueños, junto a otro puñado de trabajadores que estarían asignados al proyecto. A Lisa le entusiasmaba conocerlos a todos, era ventajoso y podía distraerse de su problema real con aquel encuentro. Al llegar a la gran sala se encontraban allí, Cary junto a Alonso, otro trabajador y Luis, a quien ya había conocido. Ella se acercó en segundos. -Espero que estés cómoda con el puesto que te asigné- ofreció Alonso. Ella observó los nombres de las ubicaciones en la mesa y notó que era la persona más alejada de aquellos a quienes pertenecía el apellido Santoro, lo que agradeció mínimamente. -Es lo mejor- aceptó ella con seriedad, todavía no se sentía del todo cómoda con su hermano. Ellos se sentaron en sus puestos asignados y pidieron algo del menú ejecutivo que Cary había preparado, esperaban a que los trabajadores de la compañía asociada aparecieran. -Si necesitas algo solo avísame- susurró Cary acercándose -incluso una excusa para escapar. -De acuerdo- aceptó ella con una sonrisa -veremos lo que sucede. Cary asintió alejándose de nuevo. Alonso las veía junto a sus expresiones aunque no dijo una sola palabra. Unos minutos más tarde los ejecutivos comenzaron a llegar y ella no pudo evitar tensarse en su silla, Cary le dio una mirada de aliento. -Buenas tardes a todos- saludó Alonso cuando todos estuvieron sentados en sus puestos -es un placer tenerlos aquí para esta nueva asociación y proyecto. -Muchas gracias- se escuchó una voz, al otro lado de la mesa -es una placer estar aquí. Lisa estuvo a punto de ignorar todo y solo mantenerse erguida, pero no podía hacerlo, su lado profesional se lo impedía. Su rostro se volteó hacia la voz y casi se congeló en ese segundo. La voz era masculina, tan agradable; pero el semblante que lo acompañaba era atractivo como mínimo. Risos suaves y dorados, unos ojos penetrantes y dulces de color café, una mandíbula fuerte, todo el porte italiano junto a una sonrisa seductora. Su estatura la hacía inclinar un poco su cabeza hacia atrás y su cuerpo bajo el traje que llevaba se veía bastante formado, el tipo era guapo, estaba divino. Lisa no podía creer que estuviera comiéndose con los ojos a alguien en aquella oficina y casi salió corriendo cuando al mirar el nombre dispuesto en la mesa notó  Alessandro Santoro escrito allí, relucía como una anunció de neón. El hijo de Franco, no lo podía creer. Sus ojos regresaron a la mesa con una excusa hasta que la comida en su plato fue lo más interesante, intentó tomar bocados pequeños, pero nada pasaba de su garganta que de pronto era un nudo al igual que su estómago. La conversación de presentación continuó con ella fingiendo el interés necesario para que nadie notara realmente que ella no estaba allí a pesar de que su cuerpo permanecía en la silla. Con un suspiró intentó conectar con los ojos de Cary, pero su amiga atendía a alguien en ese momento. -Por todo esto, es un placer presentarles a la directora del departamento de publicidad- anunció Alonso -Lisa Navarro, quien resulta ser mi hermana. Todos los ojos se posaron sobre ella y luego de un segundo se levantó lentamente. -Mi nombre es Lisa Navarro, como ya mi hermano les adelantó- comentó ella sin mirar a nadie en particular -y seré la encargada del proyecto que se llevará a cabo, no deben preocuparse porque soy la mejor en lo que hago. Estoy segura de que todo saldrá exactamente como se desea. Con eso, ella regresó a su silla. El almuerzo siguió su curso, Lisa se mantuvo callada. Los abogados presentes se llevaron a su hermano a la sala contigua, ella observó a los abogados de la empresa allí e incluso Lena estaba presente. Una hora más tarde su hermano regresaba con un contrato firmado que aclaraba todos los asuntos entre ambas empresas. Con un suspiro ella supo que lo peor estaba por llegar. -Ha sido una placer, pero como comprenderán mi trabajo ha concluido aquí- afirmó Alonso -el resto del trabajo depende de mi hermana y es con ella con quien los dejo. Cary se mantuvo allí unos segundos aunque con una mirada de disculpa se retiró más tarde. Ella se levantó dispuesta a tomar la batuta del asunto cuando un celular comenzó a sonar interrumpiendo sus primeras palabras. -Lo lamento mucho- se disculpó quien parecía ser el hombre más atractivo del lugar luego de Alessandro -debo atender, es urgente. El nombre marcado era Piero Santoro y ella solo asintió cuando él salió del lugar. -Reitero que es un placer estar aquí- soltó ella sintiendo una mirada quemándola -yo estaré a cargo, como ya les dije y me gustaría que comenzáramos a contemplar los objetivos publicitarios de esta campaña, como mínimo, para iniciar el trabajo. -Eso es fantástico- aceptó Alessandro, ella sabía que era su voz aunque nunca lo miró. La puerta de la sala se abrió una vez más y Piero entró en la habitación, luego de unas palabras susurradas al oído de Alessandro, el hombre se marchó con sus abogados junto a dos trabajadores. Solo permanecieron allí, un empleado de Santoro, Alessandro, Luis y ella. -¿Le parece si nos acercamos?- Inquirió el italiano -ya que somos pocos, podríamos movernos. -Por supuesto- aceptó ella. Se acomodaron lo mejor posible y Lisa intentó que la cercanía del hombre no le molestara, pero era casi imposible, sobre todo porque percibía la intensidad de su mirada directamente sobre ella. -Podemos iniciar con…- y estuvo segura de que sería suficiente. Una hora entera transcurrió para que los asuntos iniciales de la campaña estuvieran listos, ambas partes estuvieron complacidas y aunque hubo algunas dudas con el presupuesto, ella logró resolverlas encontrado modos ahorrativos de hacer lo necesario. Estaba a punto de irse cuando la voz que había intentado ignorar se dirigió a ella. -Señorita Navarro- la llamó -¿podría hacerle algunas preguntas? Ella lo observó en contra de su voluntad solo para quedarse hipnotizada por ese color café. -Ya debo regresar a mi puesto- anunció Luis con una mueca -lo lamento. -Descuida, está bien- lo despidió ella deseando que se quedara. Los nervios regresaron a su estómago para jugar con su mente. Estaba segura de que aquel hombre le diría algo de su pasado que la obligaría a defenderse, no sería nada lindo. -Tú también puedes retirarte, Javier- dijo Alessandro a su empleado -serán solo detalles. El aludido asintió entonces antes de alejarse junto a Luis. -Sería un placer contestar a sus preguntas- intentó ella -pero yo también debo volver a mi oficina. -No tengo ninguna objeción con seguirla hasta allí- comentó él dejándola sin salida. -De acuerdo- aceptó ella levantándose. Caminaron hasta el ascensor y ella subió seguida de él. Llegaron al piso de publicidad y Lisa lo dirigió hasta su oficina. Podía notar como los ojos se fijaban en ellos mientras caminaban, imaginaba que nadie podía pasar por alto el atractivo de aquel hombre y francamente resultaba imposible incluso para ella. Al entrar es su espacio le ofreció sentarse en la silla frente a su escritorio, algo que él aceptó con una sonrisa, deslumbrándola en el proceso. -Creo que podemos discutir aquí todas sus dudas- inició ella sin poder evitar esa mirada. -¿Cree que esa sea la mejor forma de iniciar la campaña?- Fue su primera pregunta. Ambos se zambulleron una discusión sobre los beneficios de las estrategias establecidas, la efectividad junto a la rapidez. Al parecer para Santoros era muy importante que el efecto publicitario de aquella campaña no fuera tan lento y ese hecho llamó su atención. Siguieron corriendo detalles hasta que Alessandro volvió a sonreír satisfecho y a Lisa no le quedó de otra que mantenerse firme. -Creo que eso es todo- anunció él. -Supongo que sí- convino ella levantándose para darle pie a la despedida. Unos segundos transcurrieron, pero él no se levantaba. -¿Hay algo más que necesite?- Preguntó ella confundida.  Alessandro hizo el amago de decirle algo, pero se arrepintió en el último minuto antes de levantarse. -No, creo que no- musitó él acercándose a la puerta. Ella lo siguió casi deseando empujarlo para que finalmente se fuera, necesitaba respirar con normalidad por un segundo antes de que su corazón explotara y que sus manos dejaran de temblar. -Sé que le parecerá extraño- dijo él dándose la vuelta de pronto -pero me gustaría invitarla a cenar. El movimiento fue lo primero que notó, fue tan sorpresivo que sus cuerpos quedaron casi tocándose el uno del otro. Luego sus palabras fueron procesadas y ella abrió los ojos con sorpresa sin poder evitarlo. Aquel hombre estaba invitándola a una cita o era idea suya. Se quedaron allí unos segundos solo observándose y Alessandro parecía estar esperando una respuesta a su proposición. -¿Disculpe?- Inquirió ella como si hubiera escuchado mal. -Una cena- afirmó él una vez más. -Si hay algo que todavía desees discutir podemos hacerlo aquí- ofreció ella a media voz con la garganta seca. -No se trata de eso- negó él sin alejarse ni un poco -solo quiero cenar con usted. Sus ojos se mantuvieron conectados segundos aunque pareció una eternidad, su corazón latía tan rápido que sentía como si resonara en aquella habitación. Su respiración era más rápida aunque no creía que aquello fuera imposible y sus manos seguían temblando, para su consternación. -Yo…- dijo ella con algo de duda -no mezclo los asuntos profesionales con los personales, disculpe. Aquellas palabras debían ser suficientes para negarse, pero cordiales al mismo tiempo. -Estaremos viéndonos un largo tiempo- comentó él con esa sonrisa que la hacía temblar -tal vez pueda hacerla cambiar de parecer en otra ocasión. -No lo creo- negó ella con algo de firmeza -pero será un placer trabajar con su equipo. -Por supuesto- asintió Alessandro -nos vemos pronto. Ofreciéndole una mano como un gesto cordial, Lisa no encontró un motivo real para negarse a aquel gesto por lo que estrechó la mano que le ofrecían. Él sostuvo su palma con suavidad y ella sintió una chispa en ese mismo instante, casi saltó por el efecto, Alessandro tuvo que notarlo porque lo vio sonreír una vez más antes de apretar su mano y dejarla ir.  Aquel hombre por fin salió de su oficina y ella lo observó hasta que se perdió de vista en camino a los ascensores, notó como las miradas lo siguieron. Ella se sentó en la silla de su escritorio antes de tomar una respiración que realmente le hacía falta. Su corazón todavía latía apresurado y sus manos todavía temblaban, no comprendía la razón o el porqué de su reacción a aquel hombre. Sí, era guapo, atractivo como nunca se imaginó, pero seguía siendo el hijo del hombre que la había arruinado, de la persona a la cual todavía la guardaba rencor, no podía verlo como alguien atractivo, él y toda su familia eran personas detestables que no se merecían nada más que pagar por sus pecados. La rabia que ella conocía muy bien comenzó a recorrer su cuerpo, calmándola. Su corazón y su respiración volvieron a ser las mismas mientras imaginaba todo lo que sucedería si alguna vez alguien Santoro recibiera su merecido. Unos toques en la puerta la sacaron de sus cavilaciones. -¿Cómo estás?- Preguntó Cary entrando en su oficina -lamenté tener que irme, pero Alonso me necesitaba. -Lo comprendo, descuida- comentó ella con una pequeña sonrisa -todo estuvo bien, mejor de lo que me imaginaba. Pude controlarme. -Eso es excelente- afirmó su amiga -supongo que la primera prueba fue superada. -Sí, al parecer ninguno de los Santoro sabe la verdad sobre mí- comentó ella -nunca vi el reconocimiento en sus ojos. Mucho menos cuando Alessandro Santoro me invitó a cenar. -¿Te invitó a cenar?- Preguntó Cary sorprendida. -Sí, ni siquiera intentó darme una excusa sobre el trabajo- dijo ella con burla -el hombre solo se volteó y me dijo que quería cenar conmigo. Fue extraño. -Lo rechazaste, imagino- dijo Cary con una sonrisa sin dejar de mirarla. -Por supuesto- afirmó Lisa con obviedad -intenté ser cordial aunque profesional. No aceptaría jamás salir con nadie que llevara el apellido Santoro, no después de mi última experiencia, preferiría enfermarme del estómago una semana. -Al menos fuiste profesional- la animó Cary -no puedo presumir de que siempre lo fuera con Cristian, a veces simplemente no pude. -Soy increíble, lo sé- dijo ella riendo y su amiga la siguió. Cary se levantó entonces para acercarse a la puerta. -Me alegro mucho de que estés bien- comentó su amiga antes de irse -te ves calmada. -Lo estoy. -Y eso de la cena fue todo un bonus- comentó Cary riendo -¿imaginas eso? Comenzar a salir con el hijo de ese hombre y luego encontrártelo en una cena familiar. Si su hijo no te reconoce, debe ser un secreto bien guardado, ¿no te parece? -Seguro-musitó ella con los pensamientos corriendo en su mente. Lisa regresó a su silla e intentó concentrarse en su trabajo. Terminó con todo aquello que tenía pendiente y luego de despedirse de Andrea, pasó por el escritorio de Luis para comentarle los ajustes que había hecho junto a Alessandro en su oficina. El hombre anotó todo y ella se despidió de él. Bajó al estacionamiento para subirse a su auto y conducir a su departamento. Iba bastante distraía aunque se detuvo para comprar la cena, no tenía las ganas suficientes para cocinar aquella noche, no después de toda la ansiedad del día. Estaba cansada. Llegó a su departamento y tiró su bolso junto a las llaves en una esquina, se quitó los zapatos para ducharse. Con un pijama cómodo se tumbó en el sofá de su sala para cenar y se distrajo con una serie que tenía varios días viendo. Logró concentrarse los primero minutos hasta que los sucesos de la tarde comenzaron a regresar a su mente y con un largo suspiro dejó su cena a un lado para tomar su celular directo a sus r************* . Era obvio que alguien tan llamativo como Alessandro debía tener i********: o algo parecido. Lo buscó hasta encontrarlo. La mayoría de sus fotos eran solo o con su primo Piero, ninguna con sus padres y eso le extrañó. Las palabras de Cary que se seguían repitiendo en su mente desde aquella tarde regresaron con fuerza. Un modo de hacerlos pagar, algo tan incómodo y vergonzoso como ella había vivido. Sería toda una coincidencia que fuera ella de quien Alessandro Santoro se enamorara, encontrar a Franco y Carmina en una cena familiar solo para burlarse de ellos sería como un vaso del mejor vino. Necesitaba hacerlos sentí lo mismo que ella había sentido y aunque sabía que no estaba bien, que Alessandro no tenía nada que ver con lo que había sucedido años atrás, tenía que hacerlos pagar. Su apellido lo condenaba aunque Alonso dijera todo lo contrario. Un plan se fue trazando en su mente a medida que pasaba las fotos en su celular, lentamente. Tal vez aceptaría aquella cena y el juego comenzaría. Una sonrisa cínica creció en sus labios.
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