Tensión en el ascensor.

1101 Palabras
Miro a Rosana con frialdad ante su estúpida pregunta. —Tienes más que claro quién es el jefe —sin acotar algo más me retiro. —¿Qué hago? —sin detenerme digo. —Quédate ahí, y sigue las indicaciones de ella —después de todo es la jefa de marketing. Por más que sea el jefe no debo imponerle trabajadores, ni órdenes que no van ni al caso. Llego a la sala de juntas y me quedo ahí esperando hasta que llegue la hora de la reunión. Poco a poco los jefes de casa departamento van entrando, y acomodándose en su lugar. Faltan dos minutos para que sea la hora de la presentación del nuevo anuncio que marketing nos vas a mostrar, para la programación de la cerveza que lanzaremos al mercado, con nuevos niveles. Faltando uno, ella aparece liderando al grupo de marketing, no la miro. Permanecemos sentado alrededor de la gran mesa de caoba, su asistente empieza a colocar las carpetas a todos. Bexley está de pie junto al proyector, tecleando algo en su portátil. Ni siquiera levanta la mirada. —Bueno —dice, enderezándose y ajustando el cuello de su blusa— Como todos saben, estamos aquí para la presentación final de la campaña para Áurea Cóndor. Las luces se iluminan y la primera diapositiva aparece en la pantalla. El logo resplandece. Elegante. Tengo que admitirlo, aunque solo para mí mismo. —Áurea Cóndor representa la cima de nuestra línea de cervezas —continúa, caminando con confianza por la sala—. Elaborada con cebada de altura cultivada exclusivamente en valles y con notas de frutos locales que le dan un carácter único —se detiene detrás de mí, tensándome a un nivel, que me obliga a soltar el nudo de la corbata. Deseo esa cerveza ahora mismo. —Y ahora —anuncia mientras regresa al frente—. el concepto creativo final del anuncio. La pantalla muestra la narrativa, comienza con un amanecer, la luz dorada iluminando los picos nevados. Un maestro cervecero examina los granos de cebada en sus manos, mientras agricultores locales sonríen con orgullo junto a sus cultivos. La escena cambia a un laboratorio moderno donde científicos analizan muestras de agua, luego a la cervecería donde tecnología de punta se combina con métodos tradicionales. —El concepto central es ‘Elevación —explica Bexley—. No solo por la altitud donde se cultivan nuestros ingredientes, sino por cómo Áurea Cóndor eleva cada momento compartido. Veo a los demás asentir apreciativamente. Bexley avanza a la siguiente diapositiva, mostrando la estrategia de r************* y activaciones en bares Premium. —Para terminar —dice Bexley—, les mostraré un corte preliminar del anuncio. El video comienza y la sala queda en silencio. La cinematografía es impresionante: tomas aéreas de montañas al amanecer, campos de cebada meciéndose con el viento, gotas de agua pura cayendo lentamente. Todo filmado con una calidad perfecta. La narración entra, una voz grave. «En las alturas donde solo vuela el cóndor, donde el aire es puro y el sol toca primero la tierra, nace Áurea Cóndor» Veo grupos de amigos en un restaurante elegante, compartiendo momentos, riendo mientras sirven la cerveza en copas especialmente diseñadas que resaltan su color ámbar profundo con reflejos dorados. «Algunos sabores solo pueden nacer en la cima» concluye la voz, mientras la cámara se aleja de una terraza urbana mostrando amigos brindando con la ciudad iluminada a sus pies, y enfocando una botella de Áurea Cóndor con gotas de condensación deslizándose por su superficie. Cuando termina, hay un momento de silencio antes de que estalle el aplauso. Sara, la directora financiera, tan reservada, está sonriendo abiertamente. Javier, de producción, asiente. Incluso el viejo Ramírez, conocido por su escepticismo, está dando palmadas con vigor. Soy el único que no aplaude, y todas las miradas se pasan en mi, incluso la de ella. Siento la presión de unirme a ellos. Mis manos quieren aplaudir. Pero no puedo. —¿Camilo, estás de acuerdo con el anuncio que lanzaremos? —cuestiona Sara. Me limito a asentir ligeramente, mientras observo al frente, nuestras miradas se cruzan por un instante. Veo una fracción de decepción en sus ojos antes de que vuelva a dirigirse al grupo. —Gracias a todos —dice con una sonrisa—. Este ha sido un esfuerzo de equipo extraordinario. Me levanto, para marcharme, acotando—. Continúen con el siguiente paso. Paso el resto del día ocupándome en funciones de la empresa, cuando llega el medio día decido bajar para ir a casa a almorzar. Mi madre no le gusta que coma fuera.. El ascensor está por cerrarse, y meto el pie para que no se cierre, al abrirse las puertas me encuentro con ella dentro. Me esquiva la mirada, y se endereza. Me coloco al otro costado, evitando mirarla, de pronto, el ascensor se detiene, la luz se apaga, y ella comienza a suspirar profundo. Se que los espacios pequeños y cerrados le aterran, siempre le aterraron, pero se muestra tranquila, los primeros cinco minutos. Estoy en el celular, tratando de conseguir señal, pero nada. Ni siquiera el internet de la empresa me funciona. Puedo escuchar el latir de su corazón acelerarse cada minuto que pasamos aquí, ya la noté algo desesperada porque lleva la mano al pecho. —Tranquila, solo respira, y respira despacio —le indico sin mirarla. Ella lo hace, sé que lo hace porque funciona. —¿Qué diablos ocurrió? ¿por qué no se mueve? —no sé si lo pregunta, Pero respondo. —Supongo que se fue la luz. —¿Es que no han pagado la energía aquí? ¿No hay una planta? —le miro, para que hable más despacio, porque se va a quedar sin aliento. —Deben estar solucionando el problema, cálmate. —¡No puedo, lo sabes bien! —achico lo ojos porque vuelve a tutearme. Antes de que le reproche, dice—. No me digas nada, porque también me tuteas. Si no quieren que lo haga, tampoco me tutees —se cruza de brazos. Por un segundo el elevador funciona, la luz se enciende, Pero vuelve a apagarse, ella se acerca a mí, me abraza fuerte, dejándome en trance. Cierro los ojos al sentir sus manos alrededor de mi cintura, su rostro entre mi pecho y cuello, y ese jodido aroma que emana de su cabello. Mi pecho se desboca en latidos, mi respiración se contiene, de la misma forma que pasaba cuando me abrazaba en la universidad. Maldita sea, Bex, porque carajos tienes producir todo esto en mí.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR