Gracias por el interés que le dan a la historia…
Feliz lectura…
Para mi sorpresa no vamos a su casa sino a otro lado un poco más alejado, me baja cuando ya nadie nos ve, pero toma mi mano para que caminemos hasta una cabaña muy bonita a unos cuantos metros de la aldea.
—¿No creías qué te llevaría a casa de mis padres?—lo miro para asentir—. Ya viste que no.
Lo sigo al interior de la cabaña y se queda quieto pensando que no trae las llaves para abrirla, hago poquita magia para abrirla. Me mira antes de asentir y adentrarse al interior.
Por dentro también es bonita, tiene unos sillones de madera con tela de algodón como asientos, y una puerta corrediza que lleva al balcón de afuera, creo que puedo sentarme ahí, la chimenea está frente a los sillones que hay.
Hay varios detalles que dicen que Alandher ya tenía pensado casarse pronto, pero creo que no era conmigo.
—¿Dónde dormiré yo?—pregunto antes de girarme a él.
—Conmigo—dice como si no fuera obvio—, arriba está la cama… hay algunos cambios míos, pero si quieres traer ropa… aunque dudo que ocupes con tus poderes.
Asiento despacio.
—La primera puerta de la derecha es para…—parece que le cuesta decir algo—para nuestro primer hijo—ahora entiendo porque le costaba—. La qué está frente a esa es para nosotros.
Asiento pensando que dirá algo más pero no dice nada más.
—Vete a dormir… me quedaré unos minutos.
Estoy por irme cuando algo aparece en mi cabeza. Nunca he estado con alguien en una cama para hacer algo más que dormir y… bueno, ¿Por qué no decirle? Es mi esposo.
—Alandher.
—Dime.
—Emmm… no he… bueno, tengo…
—No haremos nada, no te preocupes por eso.
—Pero para darte un… un bebé tienes qué…
—Hoy quiero dormir, Harper.
Asiento y es cuando me voy a nuestra habitación, abro la primera puerta a la izquierda y es una habitación algo grande pero justa para nosotros.
Hay una bonita cama para dos personas aunque bien podrían hacerlo unas cuatro. Una mesita de noche a cada lado de la cama, se ve muy bonita, cada una de las mesitas tiene una lámpara sobre ella.
Llevo mi cabeza a otro lado para ver un par de armarios y otras cosas. Creo que mañana iré a explorar la cabaña, pero ahora debo cumplir mi papel de esposa y atender a Alandher que no parece muy contento de estar aquí conmigo.
Me acuesto a dormir pensando en qué tal vez era mejor idea ser quemada que haberme casado.
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Despierto antes de que sean las ocho y bajo para poder hacer de desayunar, veo que hay. No creo que pueda desayunar si no hay nada en el refrigerador.
Lo cierro y tomo una canasta para ir al mercado, a esta hora ya está abierto y ya deben estar vendiendo las cosas para desayunar.
Abro la puerta principal para ver una canasta en la puerta, tiene muchas cosas para comer.
La tomo y la meto a la casa, al parecer ya nos trajeron la primera canasta de sabran los Dioses cuántas.
Es tradición que a la pareja recién casada se le den obsequios por su nuevo inicio en su vida, es bonita la tradición. Me tocó llevar unas diez canastas a lo largo de mi vida, y a Isabella otras tantas.
Reviso que hay en esta canasta y hay muchas cosas para pasar dos días sin salir.
Tomo dos huevos y los llevo a dónde enciendo la parrilla para hacer de almorzar, tomo un cajete para mezclar el huevo con el romero y hacer una buena mezcla. Lo vacío al sartén y espero a que el huevo se cosa de un lado.
Hago un leve movimiento de mi mano para meter algunas cosas al refrigerador y otras a la alacena donde deben ir.
Tocan la puerta pero estoy ocupada haciendo de desayunar, le doy la vuelta a la tortilla de huevo y es cuando pongo el quedó con las demás cosas que lleva.
Voy a la puerta para que mi hermana me dé un abrazo que le respondo con la misma emoción que ella.
—De verdad eres… ¡Gracias a los Dioses estás viva!—le regaló una sonrisa—. A los Dioses y a Alandher.
—¿Desayunas?
Voy a la cocina para sacar el huevo de dónde lo tengo.
—Alandher se fue a una diligencia—me quedó quieta cuando dice eso—. Se fueron en la madrugada.
No note que no amaneció conmigo.
—¿Y por qué tú no?—se encoje de hombros antes de sentarse y jalar el plato a ella.
—Cassian me pidió matrimonio—comenta sin interés—. Y debo planear una boda.
—Pero eres una cazadora.
—Ya no más.
Eso es triste.
Pero al menos sabe defenderse de lo que sea que se meta con ella, hago mi desayuno con mi hermana hablando de que deberíamos hacer una ceremonia doble por nuestra boda, pero dudo mucho que Alandher quiero algo así.
Desayunamos antes de escuchar que la puerta es tocada de nuevo para nuestros padres que me abrazan y dicen que me aman y que no vuelva a hacer una estupidez como la de anoche.
No pensaba soltar mis poderes pero no me dejaron opción los lobos, eran ellos o mi familia. Ni que pensar.
Hace rato escuché el graznido de Jack así que no me sentí mal porque lo hayan matado por ser mi animal.
///
—¿Sabes cuándo volverán?—le pregunte a Isabella que se prueba un vestido.
Se veía bonita con ese vestido de novia que se media en la tienda de la señora Escoseres. La mejor modista de la aldea por no decir que la única.
—En unos días—ladea los labios—. Creo que de regreso llegarán a unas cuantas aldeas para invitar a la boda.
Su boda sería en grande porque el padre de Cassian así lo quería, que todos supieran que si hijo se casaría con la hija del mejor cazador de brujas de la historia.
—¿Harper?—miro a mi hermana y le doy una sonrisa de boca cerrada.
—Alandher se amarró a mí para que no me mataran—digo triste—. Creo que hubiera sido mejor morir quemada.
Es la segunda vez que se van a una misión, y la segunda que Alandher no me dice absolutamente nada. Sólo despierto y ya no está en la casa.
No hemos tenido sexo y no lo busca, al menos no en mí.
Limpiando sus cosas de la primera vez que se fue de viaje encontré rastros de fluidos sexuales que indicaron más de lo que debería.
El hechizo sólo nos une en matrimonio y no nos hace sentir lo que sienten los lobos cuando encuentran a su pareja y hacen la marca, ese es un lazo fuerte y nada lo puede romper como el hechizo…
—No digas eso… Alandher…
—Me voy a casa, tengo que lavar.
Salgo para irme a casa. Empiezo a caminar a la casa a la que no debí aceptar pertenecer no sí no me tratarían como una verdadera esposa.
Me hubiera dejado morir.
Jack se sube a mi hombro para que ambos seamos el blanco de muchas miradas que son conscientes de que mi matrimonio es una mentira bien dada y Louisa se ha encargado de hacérmela saber.
Llegó a la fuente y una lágrima cae hasta que llega al agua que hay en ella.
—No debí aceptar—susurro para mí.
Grito antes de dejarme caer de rodillas frente a la fuente.
Varias lágrimas salen por mis ojos y algunas empiezan a quemar mi piel pero no me importa. No me interesa.
Me regeneró igual que los vampiros o lobos, por eso dejo que mi cuerpo sea un mar de lamentaciones y que todo mi cuerpo caiga en una bola de poder.
—Harper.
Papá se acerca y se arrodilla a mi lado, no me giro a verlo. Sólo dejo que me limpie y me dé muestra de ese cariño que me tiene por ser su hija. Limpia mis lágrimas con agua de la fuente, y ayuda con las heridas que me quemaron la piel.
Ese es un nuevo nivel de magia y sabemos que es porque d***o estar muerta, por eso papá aguanta el no llorar frente a mí. Me lleva a la casa en la que me crié y mi madre no duda en darme un poco de pastel con leche para bajar mi tristeza.
Jack se queda a mi lado mientras como lo que hay en mi plato.
Cuando la noche está en su punto alto regreso a mi casa, a Jack lo transformo en un caballo porque me da flojera caminar para irme a casa.
Tomo el camino que lleva al bosque y tomo una decisión al ir a casa, me voy a mi refugio que está a más de cinco kilómetros de este lugar.
Al llegar hago el hechizo de protección y me encierro en la cabaña, aquí tengo varias posiciones para sanar hechas. También para otras cosas, las he practicado en ratas la mayoría. Y digamos que aquí es donde guardo mis libros de brujería.
Libros que Isabella o papá me han traído de sus misiones. Todos son libros de brujería negra que yo uso para el bien, le entiendo a la mayoría de ellos, pero algunos se me dificultan porque son escritos con tinta roja que parece sangre y está gastada. Algunos los he vuelto a escribir con tinta negra que no se borra.
El lugar parece una guarida de bruja y es porque lo era antes de que mis padres me encontrarán.
—Dormiremos aquí—le digo a Jack.
Tiene una base para dormir aquí y yo una cama cómoda para pasar la noche o los siguientes días. Tal vez me quedé aquí y no regrese nunca al pueblo.
Eso sería una excelente idea.
Quedarme lejos del caos que se ha vuelto mi vida.
Tener un lugar cómodo para dormir y dejar a Alandher con su casa a la que desde un inicio no era bienvenida como la dueña de ella.
Cierro los ojos para quedarme dormida, y pensar que este más que un refugio es mi hogar.
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Voy al arroyo para irme a bañar, Jack sobrevuela por arriba de mí mientras mi cabeza va a Alandher que no parece muy contento de estar casado conmigo, ni quiero imaginarme como será que formaremos una familia si ni siquiera quiere estar cerca de mí, es muy difícil pensar en un futuro con él.
He estado tan triste en estos días, me duele mucho que todos me pregunten para cuando tendré un bebé y no quiero que se hagan ideas de un futuro porque Alandher ni siquiera quiere tocarme, o no quiere que me besé.
Me arrojó al arroyo aún con ropa, me baño despacio sin que nada me haga sentirme triste y sola.
Me regreso a dónde está mi cabaña y me cambio para regresarme a casa, sonrío cuando veo a Jack que aterriza en la puerta antes de caerse despacio y niego despacio.
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