Necesitaba pensar por lo que camine por las calles de la ciudad, no quería coger un autobús o cualquier trasporte publico me iba volver loca, me iba ha hacer pensar y eso me haría llorar, si caminaba debía concentrarme en no caerme o en no chocarme con nadie haciendo todo mucho más complicado para dejarme pensar y llorar,
Camine mirando al frente para no tener que pensar, concentrando me en los pasos que tenía que dar.
Pero no fue suficiente, sin darme cuenta, no me di cuenta que una persona para no chocarse con la gente no solo debe mirar al frente sino a los lados, y yo estaba tan concentrada en mirar al frente que no me di cuenta que a los lado también había gente, y como todos lo estamos suponiendo me choque con alguien haciendo que un te frio cayera encima mío.
—Mierda—me queje.
Me sentía demasiado agobiada, el uniforme del colegio era demasiado complicada y delicada para ser limpiada por lo que ahora estaba totalmente fastidiada.
—Lo siento—comento la persona con la que me choque.
Me gire para mirarle. Era un chico castaño, de ojos verdes, bastante alto y lo dice una mujer que mide casi metro ochenta y cinco, por lo que, si es más alto que yo, es alto.
—¿Eres modelo?—me pregunto.
Le mire sorprendida.
—¿Me ves con pinta de modelo?—le pregunte molesta mientras intentaba no entrar en pánico por tener mi uniforme manchado.
—Si—me respondió.
Le mire.
—No lo soy—le dije molesta—Como deja claro mi uniforme aún estoy en el colegio y por cierto, me has fastidiado el uniforme—me queje.
—Deberías ser modelo—me dijo siguiendo a su rollo.
Le mire.
—No tengo tiempo—le dije molesta—Tengo que meter esto a lavar—le dije.
Cuando más se secara el te en el uniforme más me iba a costar limpiarlo por lo que debía coger e irme a limpiarlo ya.
—Déjame ayudarte, tengo mi estudio en la esquina, puedo dejarte algo de ropa y ponemos a limpiar el uniforme—me dijo.
Le mire.
—Eso suena todo menos bien—comente.
El chico saco una tarjeta y le mire.
—Me llamo Gabriel— me dijo.
Le mire.
—Vale, eso no ayuda pero no voy ha hacerte daño, quiero ayudarte por estropearte la ropa—me dijo.
Le mire.
Mire el reloj de la calle que indicaba que aún eran las ocho y media de la mañana, mis padres no se iban hasta las nueve y media por lo que si tardaba sería mucho más probable que no me encontrara con ellos, y esperaba para soportar el castigo, al menos hasta el domingo a la tarde porque con esto del restaurante estaría todo el fin de semana ocupados.
—Vale—le dije sin dudarlo.
El chico me indico donde estaba su estudio para llevarme con él, si las cosas salían mal, si por un casual terminaba muerta en una cuneta todo iba ser mucho más sencillo, porque el dolor que aguantaba ahora era lo peor del mundo, quizás era una dramática y una melodramática por decir eso, pero era como lo sentía.
Dos minutos después, llegamos a un edificio y subimos a la ultima planta, la cual estaba llena de cristaleras, con ropa colgada en percheros y muchos sofás.
—Soy fotógrafo—comento Gabriel.
—Vale—dije sin querer darle importancia.
—Bien, yo creo que eres de la talla m—comento.
Le mire.
—Soy una s—le avise.
El chico me miro, analizo mi cuerpo para después darme un un vestido rojo, largo.
Le mire.
—Tienes un baño, ahí—me aviso señalando una puerta—Ve y luego me das la ropa para ponerla a lavar—me dijo.
Entre al baño y me apoye en la pared demasiado agobiada, respire hondo. Cerré mis ojos y me hice una coleta, me quite la ropa y me mire al espejo, suspire demasiado hondo y con demasiadas pocas ganas de hacer las cosas, pero no dije nada, me puse el vestido y coloque bien la ropa, saliendo del baño, volví al lugar en el que estaba el fotógrafo.
— Dame—me dijo y agarro la ropa para llevársela.
No dije anda y mire al lugar, mirando lo que había en este, muchas cámaras por lo que estaba claro que esto era un estudio de fotografía o sino, era un pervertido, que le gustaba tener pruebas de sus delitos, no se cual me daba más miedo.
—Deberías ser modelo—comento el chico.
Le mire.
—Primero quiero terminar los estudios—comente.
El chico me miro, le analice, no debía tener más de veinticinco años pero no creo ser en eso, nunca se me ha dado bien adivinar la edad de la gente.
—¿Entonces quieres ser modelo?—me pregunto.
Le mire.
—Me gustaría dedicarme al mundo de la moda—respondí.
Podría dárseme bien estudiar pero eso no es un talento del cual se pueda vivir, era una persona que solo tenía de su lado la belleza, nada más estaba de su lado, podía ser muy dramática pero mi padre siempre me dejo claro que yo era una cara bonita, la mujer florero de un hombre con poder, que era a lo que debía atarme por lo que no veo nada malo que use mi belleza en mi beneficio.
—¿Por que?—me pregunto.
Le mire.
—No digo que no lo puedas hacer, eres guapa y tienes postura de modelo, pero tus ojos parecen demasiado tristes—comento.
Negué.
—Eso no esta atado a la moda—le dije.
Me miro.
—He perdido a una persona demasiado importante en mi vida—le explique.
Asintió.
—¿Tu novio te ha dejado?—me pregunto.
Negué.
—Mi mejor amigo—aclare.
—Eso duele más—dijo sin dudarlo y asentí.
—No quiero aburrirte con esas cosas—le dije.
Gabriel me miro.
—¿Me dejas sacarte unas fotos?—.
Le mire sorprendida por su pregunta.
—Necesitas no pensar, y yo me aburro, pasémoslo bien los dos—explico.
Le mire.
—Vale—dije sin dudarlo.
No sabía bien que estaba haciendo, las cosas se estaban saliendo de control, me sentía perdida, sentía que las cosas en mi vida estaban yendo mal y tenía la certeza de que iban a ir a peor por lo que cualquier cosa que me hiciera sentir bien, era bien venida.