Capitulo 17

1256 Palabras
El fin de semana se me hizo duro, fueron dos días  en los que mi padre se negaba a hablarme y tenía suerte si me miraba, no es que me moleste, las conversaciones con mi padre nunca son algo agradable, son demasiado incomodas y duras pero eso no me alivia el dolor a que mi padre no me quiera hablar por sentirme mal engañando a alguien que quiero. No se cuando ni como, pero el lunes llego y estaba en el autobús camino al instituto con demasiado miedo, no solo era el hecho de estar sin dinero para comer, sino que estaba con el miedo a lo que Finn podía hacerme en nombre de la venganza por todo el dolor que le he causado. Finn es vengativo, es una cosa que siempre he sabido pero creo que nunca me importo porque no pagaba conmigo sus enfados, siempre era la persona, la única a la que no le hacía daño pero ahora, quizás iba ser a la única que se lo hiciera. —Alice—me llamo Diana. La mire. Mi madre era una mujer que amaba la literatura y la historia, por eso nuestros nombres, Diana llevaba ese nombre por la princesa de Gales, era la princesa y monarca favorita de mi madre por lo que puso su nombre a mi hermana pequeña como forma de honrarla, cosas de mi madre. El nombre de Beatriz tiene una historia más complicada, en la época que mi madre estaba embaraza, estaba haciendo una tesis sobre la similitudes de los cuentos infantiles y los mitos griegos, llegando a uno de una mujer llamada Beatriz que daba felicidad. No recuerdo bien el mito, pero era algo así como una viajera que paseaba por los pueblos dando felicidad, pero para ser sincera no es algo en lo que atienda. Y mi nombre, es el más sencillo y más ridículo, el libro favorito de mi madre es y creo que siempre será Alicia en el país de las maravillas, lo tiene en demasiados idiomas y versiones, por eso mi nombre, por una niña demasiado curiosa que iba a otro mundo y luchaba con una reina roja, demasiado gracioso porque yo no se luchar, pero si algo tenemos en común esa Alicia y yo, es que las dos tenemos problemas con nuestros padres. —Dime—le dije a mi hermana. Mi hermana pequeña abrió su mochila y me dio un billete de diez euros, la mire demasiado sorprendida. —He abierto mi hucha—me informo—Se que papa no va darte dinero para las cosas por eso he pensado que puedo darte el mío, así puedes cumplir tus sueños—dijo demasiado emocionada. —Bichito, no puedo aceptar el dinero—le dije. Mi hermana me miro. —¿Por que no?—me pregunto Beatriz. Mire a mi otra hermana demasiado sorprendida y molesta. —No puedes estar dándole la razón, es su dinero—le dije. Beatriz me miro. —¿Vas a buscar trabajo?—me pregunto. Le mire sorprendida. —Puede—le dije. Mi hermana rió. —No tienes experiencia en nada, por mucho que las empresas quieran gente joven todos piden experiencia, cosas incompatibles, no vas a poder buscar nada—me dijo. La mire. —Gracias por los ánimos—me queje. —Te soy sincera—me dijo Beatriz, mire a Diana que seguía ofreciéndome los diez euros—Déjanos ayudarte—me pidió. La mire, me daba demasiado apuro tener que coger el dinero de mis hermanas pequeñas, solo porque yo había cometido uno o más errores con mi padre. —Creo que tienes suficiente con tener que lidiar con la rabia de dos hombres—me dijo Beatriz. —Podrías acercarte a Giulia y hacer que persuada a Finn—le dije. Mi hermana Beatriz me miro. —¿Me quieres prostituir?—pregunto mi hermana demasiado sorprendida. La mire. —No, solo es una idea—dije. Beatriz negó. —Yo hablare con Enzo—dijo Diana y la mire con  dulzura. Beatriz se sentó alado de Diana. —La única persona que hacía cambiar de opinión a Finn, eras tú, nosotras ahora no vamos a conseguir nada—me dijo mi hermana. Me apoye en la ventana del autobús demasiado cansada, y pensando en que mi hermana tenía razón, por desgracia o por suerte, llamémoslo como sea Finn era una persona con las ideas demasiado claras y era casi imposible sacarle de sus ideas, yo lo conseguía en algunas ocasiones pero era algo demasiado raro. —Vale—me limite a resentirme porque no había otra opción. Agarre los diez euros que me daba mi hermana para comer, por mucho que lo intente mi padre no me dio un solo euro, el colegio daba comida a los estudiantes pero no era de buena calidad por lo que solía irme a comer fuera, pero para mi padre eso ya no era su responsabilidad, su responsabilidad era pagarme la comida de casa que ya lo hacía, lo demás eran tonterías mías. El autobús para en nuestra parada y acompañamos a Diana a su entrada para que fuera a su clase con toda la tranquilidad del mundo, Beatriz me agarro de la mano y la mire sorprendida. —No voy a dejar que te derrumbes—me aviso, la mire con una leve sonrisa—Eres mi hermana y solo yo puedo hacerte daño—me dejo claro mi hermana. Negué, aunque eso fuera algo demasiado simple o tonto, me ayudaba demasiado, me daba terror tener que enfrentarme sola a las cosas de clase, a las que Finn me podía hacer, sería tonta si no supiera que algo iba ha hacerme, puede que fuera la mayor tontería del mundo pero hiciera lo que me hiciera, me iba a destruir. En mi vida se habían metido conmigo, nadie dijo nada de mi nunca ni por no tener amigas, nadie me molestaba y si ahora lo hacía una persona que era demasiado importante, eso me mataría. Entramos al instituto, donde ya estaban la mayoría de los alumnos, muy pocas veces nos pasaba eso pero supongo que no era algo que nos pudiera alarmar ¿No? Pues si, caminamos por los pasillos hasta que estaban dos niñas repartiendo papeles, le dieron uno a mi hermana nada más verla. —¿Qué es eso?—pregunte sin dudarlo. —Los chicos del colegio han hecho una votación de quien es la más, en diferentes categorías—comento una de las niñas. —Es precioso, así sabemos a que aspirar—añadió la otra. Las mire demasiado sorprendida porque creo que era la única que veía que era una maldita locura, una estupidez de los pies a la cabeza y una forma de seguir manipulándonos a las mujeres como idiotas. —Es una basura—comento mi hermana rompiendo el papel—Si creen que esta es la forma correcta de hacer las cosas, poniéndome números, estaban locos—se quejo mi hermana, dándome un gran alivio de que alguien pensara como yo. —Pues deberías sentirte alagada, según esta lista eres la más guapa—me dijo una de las niñas. Mi hermana sin dudarlo les quito una hoja para mirarlo, la mire sin saber que decir, sin entender nada. —Eres la mejor en muchas categorías—comento mi hermana. La mire con miedo, puede que suene tonto pero ser la mejor no es nada bueno, no me daba buena espina nada de eso.
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