Al terminar las clases, salí al patio para avisar a mis hermanas que no iba poder acompañarlas a casa, nada más verme Diana se acerco a mi corriendo y me abrazo.
—Vamos a casa, que tengo una película—me dijo, abrace con fuerza a mi hermana y bese su mejilla.
Mire a mi hermana.
—No puedo ir, estoy castigada—le conté a mi hermana que me miro demasiado sorprendida.
Diana se separo de mi y se cruzo de brazos.
—Eso es mentira, a ti nunca te castigan—me regaño señalándome con uno de sus pequeños dedos.
Beatriz se acerco a nosotras y me miro.
—¿No deberías estar en la sala de castigos?—me pregunto Beatriz.
La mire mal.
—Ahora voy, solo he venido a avisaros que viene mama por vosotras—les dije.
Mis dos hermanas me miraron impresionadas.
Era demasiado raro, al menos en nuestra familia que nuestra madre se hiciera cargo de nosotros, ella dejo su trabajo de profesora para ayudar a mi padre, y nos dejo un poco descuidada, creo que era porque yo podía cuidar a mis hermanas y nosotras, entre nosotras nos entendíamos mejor que con ella, Nuestros padres no nos habían descuidado, mi padre quizás un poco pero estaba siempre trabajando, era algo que podía entender, mi madre nos preguntaba cosas y se interesaba pero tenían que ganar dinero para pagarnos las cosas por lo que en ocasiones era más importante el trabajar y darnos una buena vida que otras cosas.
El coche de mi madre doblo la esquina y mis hermanas al verlo, sin despedirse de mi se fueron a donde mi madre, era normal la ilusión que tenían, no pasaban muchas tardes con mi madre, en muchas ocasiones solo desayunábamos con ellos, nos pasábamos gran parte del día en clase y durmiendo, las horas de casa despiertas eran pocas, y ellos trabajaban demasiado.
Entre al colegio y me fui a la sala de castigo, que era la biblioteca.
Finn estaba sentado en una silla pero no estaba solo, Pablo y Andrés también estaban, creo que al cambiar el castigo de Finn, lo más justo fue también cambiar el de ellos, pero no estaban solos, había dos chicas con ellos, eran las amigas de Finn, otras rebeldes, aunque el grupo era muy grande, esos cuatro eran los que siempre estaban con Finn.
Los cinco hacían el club de los rebeldes de la elite, eran los que daban siempre problemas a todo el mundo y un gran dolor de cabeza, para que mentir. Pablo con sus ojos negros y pelo n***o, tenía una pinta de chico misterioso y con mal carácter, pero todo es todo lo contario, creo que era el ejemplo más claro a que las apariencias engañaban, era un chico demasiado alegre y abierto, era el que era bueno en informática del grupo, por lo que era quien daba más problemas, Andrés con su pelo rojo y ojos verdes, era mi dolor de cabeza en persona, tenía un don de gentes con el que no se podía competir y era quien más competía con mi hermana por el puesto de lider de los estudiantes, todo cosas demasiado complicadas, y de las cuales decidía pasar. Las dos chicas que les acompañaban eran Andrea Oliveira, una chica de ojos marones y pelo castaño, demasiado alta y que me daba dolor de cabeza solo pensar en ella, era una de esas niñas de papa de las que antes Finn y yo nos reíamos y ahora era una de sus grandes amigas, demasiadas vueltas da la vida, estaba sentada alado de Finn, con este rodeando sus hombros, se rumoreaba que eran pareja pero creo que jamás lo han confirmado, jamás lo he visto confirmado al menos y a su lado, al de Andrea, estaba Paula Almeida, una chica pelirroja de ojos color miel que siempre estaba con Andrea, eran buenas amigas, nunca me he llevado bien con las chicas, me parece que a la hora de la verdad son las que más daño pueden hacer.
Me senté en una mesa vacía, dejando mi mochila en la mesa para hacer algo, estudiar o algo, no pensaba pasarme las horas que fueran.
—Niña buena—me llamo Finn, decidí ignorarle.
Saque el libro que tenía que tenía que leer como lectura opcional para literatura, había decidido leer, Manual de inquisidores de Antonio Lobo Atunes, era un libro que en las clases de historia nos mencionaban demasiado, iba sobre la transición de una dictadura, el profesor de historia era el mismo que daba literatura y filosofía, por lo que haría cualquier cosa por subir mi nota en esas asignaturas. Saque mis posits y mis subrayadores para marcar cualquier cosa, había leído poco menos de la mitad y tenía ya mil cosas marcadas, no porque fueran interesantes sino porque sabía que eran lo que le iba a gustar al profesor.
—Te estoy llamando—me comento Finn sentándose en la mesa en la que yo estaba, mientras que como las personas normales yo estaba sentada en una silla, el estaba en la mesa.
—Y yo te estoy ignorando—le dije mientras pasaba las paginas para ir a donde iba.
Tampoco es que tuviera muchas ganas de leer.
—Eso esta muy mal—me comento.
Cerré mi libro y le mire.
—Hay muchas cosas que están mal—le dije y me miro impresionado—Comenzando con que la corbata se lleva en el cuello—le dije.
Finn me miro impresionado.
—Deberías divertirte un poco—comento.
Le mire.
—Si crees que estar castigada es una diversión, se te han muerto muchas neuronas—le avise.
Finn me iba a responder pero en ese momento entro el director.
—Señorita Costa, esta muy bien que quiera estudiar, pero eso quitaría toda la diversión al castigo—me dijo.
Asentí sin poner muchas quejas y recogí mis cosas para meterlas de nuevo a la mochila.
—Van a reorganizar los libros, creo que necesitamos un cambio para que los alumnos lean más—comento el director.
Le mire impresionada, la biblioteca de mi colegio era enorme, de dos plantas, sin contar que tenía todo tipo de secciones ¿Cómo pretendía que reorganizáramos todo?
—Tranquila señorita Costa, tendrán dos semanas para ello—me dijo al ver mi cara de susto.
Respire hondo para intentar calmarme.
—Esta bien, señor—le dije levantándome.
—Empezar, pero antes, señorita Costa debemos hablar—me aviso el director.
Todos se quedaron quietos pero tras una mirada sería del director se levantaron, me acerque al señor que me miro con seriedad.
—Al ser su primera infracción, esto no constara en su expediente estudiantil, se que ha pedido una beca para irse tres meses a estudiar a estados unidos e intentaremos que eso se pueda hacer—me dijo el director y asentí.
Las cosas no me gustaban en mi vida en Lisboa, por eso pedí hacer el ultimo trimestre en estados unidos, era una forma de que las universidades de moda de Italia y Francia, a las cuales quería ir, vieran que tenía un gran curiculum, no podía irme todo el año, por temas económicos pero mis padres acordaron que tres meses sería una buena ayuda, pero aún estaba esperando la respuesta.
—Gracias señor—le dije.
El director asintió.
—Es una de las mejores alumnas del centro, no vamos a dejar que un fallo la perjudique pero le recomiendo que se aleje del señor Costa y sus amigos, puede que tengan una gran mente pero no son personas que tengan un gran comportamiento—me comento el director.
Asentí en silencio.
Finn y yo siempre tuvimos la presión de tener buenas notas, íbamos a un colegio privado que costaba demasiado dinero y nuestras familias no tenían mucho dinero como para andar con tonterías por lo que, cada fallo podía costar mucho, eso hacía que tuviéramos que ser excelentes, cuando me quede sola, me centre mucho más en mis estudios, siendo para el director un orgullo.
—Lo tendré en cuenta—le dije al director.
El hombre se giro y se fue de la biblioteca, respire hondo, las cosas se estaban complicando demasiado, no solo era que tuviera que estar cerca de Finn como una espía para ayudar a mi padre con el plan macabro que estaba ideando el señor Costa, según él para destruirle, sino que si quería irme esos tres meses, si quería tener el apoyo del colegio, debía alejarme de Finn pero el ya dejo claro que si quería ser su amiga debía darlo todo, que no quería medias tintas pero cada problema solo me llevaba a tener que darle una amistad a medias, ahora debía elegir entre mi padre y su plan y mis estudios.
¿Por que tiene que ser tan difícil las cosas?