— ¿Hablo con el señor James Bromer?
—Sí. ¿Usted quién es? —preguntó el hombre de manera ambigua. Según los números registrados en su teléfono, era una llamada desde los Estados Unidos y él hacía tiempo que había roto ese vínculo. Decidió dejar atrás todo lo que le hizo daño cuando vivía allí.
—Somos del departamento de policía de la ciudad de Georgia, hemos encontrado este contacto en los documentos del señor Oliver Walker. —en ese momento los recuerdos y la nostalgia se apoderaron de James. Hacía muchos años que había decidido olvidar a su amigo, a su mujer y el dolor.
—Lo siento, pero yo no tengo nada que ver con esa persona.
—Al parecer el sí tenía que ver con usted.
— ¿Qué le ha pasado a Oliver? —preguntó con la voz pastosa.
—El matrimonio Walker falleció en un accidente. —cuando escuchó lo que le había pasado a su amigo de la infancia se quedó sin respiración, no lo podía creer, siempre pensó que sería él quien moriría primero, pero el puto destino siempre juega las cartas como mejor le conviene.
—Entiendo. ¡Gracias por informarme! —no se había recuperado de la noticia cuando la mujer que llamaba le dio el tiro de gracia.
—Le llamamos porque al matrimonio le sobrevive una menor de trece años y hemos encontrado un documento que dice que, en caso de que ellos no puedan cuidar de su hija, usted se haría cargo.
— ¿Qué? —a James se le cayó el teléfono, mientras se agachaba a recogerlo sintió un ligero mareo, abrió la boca buscando aire para sus pulmones.
—Señorita, eso no es posible, debe haber un error.
—No lo hay siempre que usted sea el señor James Bromer con residencia en invernes St, Londres, Reino Unido. — ¿cómo es que tenían su dirección? Se preguntó James, nunca se la había dado, de hecho, habían perdido todo contacto después que decidió hacer su vida lejos de los Estados Unidos y de eso hacía muchos años.
—Necesitamos que usted venga al estado de Georgia, para entregarle a la menor. En caso de que usted no quiera o no pueda hacerse responsable, el estado se encargará de buscar un lugar para ella. Cuando esté aquí debe preguntar por la oficial Morgan.
—Entiendo. —James no podía dar crédito a lo que acababa de pasar, en fracción de segundo su vida, sus planes y sus recuerdos habían dado un giro de trescientos sesenta grados —. ¿Qué mierda se te pasó por la cabeza para dejarme a cargo de tu hija? ¿Por qué diablos tuviste que morirte? ¿Por qué te la llevaste a ella, a la única persona que he amado en mi vida?
Los recuerdos dolían, pero eran inevitables que agolparan su cerebro, de repente llegaron como un flashback ese día cuando conoció a Oliver. Vivían en Georgia, James, a pesar de ser de familia con recursos, estudiaba en el colegio donde iban todos los estudiantes de la ciudad. Un día llegó un estudiante empollón, lo único que hacía era estudiar, no se juntaba con nadie y en un primer momento James lo vio como un reto, a pesar de que era mayor que él.
— ¿No sales? Es hora de receso.
—No tengo nada que hacer allí fuera. —contestó Oliver.
—Ven, salgamos juntos. —lo invitó james. Sabía el motivo por el que el chico nuevo no salía, los demás se burlaban de él, de su ropa, a leguas se veía que era de muy escasos recursos.
—Aquí estoy bien.
—Nada te pasará, te lo prometo, estás conmigo.
—Sé defenderme solo, pero intento hacerlo en el último momento, no quiero que me pongan una amonestación, tengo planes de ingresar a la universidad.
—Yo también pienso hacerlo, así que tranquilo, intentaremos que los golpes no nos delaten. —ambos rieron y a partir de ese momento se hicieron inseparables.
— ¿Por qué te mudaste a Georgia? —preguntó James un día que estaban acostados sobre el césped del colegio
—Porque mis padres se separaron y mi madre decidió cambiar de ciudad. —años más tarde, la madre de Oliver murió de una extraña enfermedad y su padre desapareció sin dejar rastros.
La mujer que lo había llamado llevaba razón, esa niña no tenía a nadie, ya que Brenda también era hija única, sus padres la tuvieron cuando estaban mayores, por lo que hacía años que habían muerto.
No entendía los motivos que llevaron a Oliver y a Brenda a dejar su nombre en algún documento para que en caso de que a ellos les pasara algo, él se hiciera cargo de su hija, una hija que él no sabía de su existencia, porque hacía años que esa amistad que construyeron se había roto por culpa de una mujer, donde el único vencedor había sido Oliver, mientras que él dejó su ciudad para empezar de nuevo en otro continente donde había construido una vida.
No durmió en toda la noche, aquellos recuerdos se agolpaban de nuevo para hacerle daño, para recordarle una de las peores etapas de su vida. Tenía tan solo veinticuatro años cuando pasó todo, era mayor que Oliver por tres años, pero la diferencia de edad no fue impedimento para que se convirtieran en mejores amigos, hasta el día que le presentó a su novia.
Como era normal, él entró primero a la universidad, cuando Oliver ingresó ya llevaba más de dos años de carrera. Casi al final de la carrera conoció a Brenda, se hicieron inseparables, el rumor de que eran novios corrió como pólvora en todo el campus. Por cuestión de tiempo no había podido presentársela a Oliver, lo hizo meses después, cuando él también ingresó a la universidad.
—Amigo, esta noche te voy a presentar a Brenda, está en la carrera de Derecho internacional y es mi novia.
—A ver si es verdad, hace meses que quiero conocerla.
—Creo que tú la verás más que yo de ahora en adelante, porque también estudiarás Derecho.
—Así es, pero imagino que ella está muy adelantada.
—No, tan solo lleva un semestre. Tiene tu misma edad.
— ¡Me alegro, hermano! Te veo bien.
—Lo estoy.
Producto del dolor y del resentimiento, culpó a Oliver por muchos años de quitarle a su novia, pero con el tiempo entendió que se enamoraron y contra eso él no podía luchar. En cuanto terminó la carrera se mudó a Londres, quería dejar todo atrás, quería dar tiempo para que su corazón sanara y encontrar de nuevo el amor.
Por un tiempo lo encontró, se casó con Mary, su asistente en la empresa de arquitectura donde trabajaba, tuvieron un hijo y fueron felices mientras duró, luego el amor se acabó, se divorciaron y volvió a estar solo, su hijo Ethan se había ido a estudiar fuera y casi no lo veía.
Después de una noche sin dormir, sabía lo que tenía que hacer, esa niña era hija de su amigo y de la única mujer de quien se había enamorado. Decidió reservar un vuelo y viajar a Georgia, no prometía nada, pero sí dar el último adiós a su amigo y a la mujer que un día fue su novia, además quería entender qué pasó por sus cabezas para dejarle esa responsabilidad precisamente a él.
Fue el vuelo más largo y más difícil que había hecho en su vida, muchas veces se planteó regresar, por lo menos de visita, pero jamás pensó que sería en esas circunstancias.