Capítulo 08

764 Palabras
—Yo opino que esta es la mejor —dijo Tom entrando a la casa en venta acompañado de Edd, Matt y por supuesto, Tord. —Compremos esta entonces —le contestó Tord sonriente mientras el británico le devolvía la sonrisa. —Creí que no cambiarías la casa que tiene piscina por ninguna otra —se quejó Edd—, ¿por qué cambiaste tan rápido de parecer, hum? —le preguntó al de rojo con tono burlón; Edd lo notaba, el noruego sólo compraría aquél lugar porque así Tom lo quería, fin. —Yo, uh... —comenzó a decir—, Matt no sabe nadar, es por seguridad —se excusó Tord manteniendo en alto su orgullo mientras Edd le hacía señas obscenas a espaldas del ojinegro. —Yo sé nadar —aclaró el pelinaranja—, todos queremos la casa de la piscina, incluso tú, Tord. —Sí, no le hagas caso al baboso de Tom —bufó el chico de sudadera verde cruzándose de brazos. —Tú eres el baboso —se defendió el británico viéndole con enojo. Tord caminó dispuesto a ver mejor la casa. Tom no tenía mal gusto: pisos de madera, dos plantas, habitaciones extra considerando que ellos eran cuatro, buenos muebles, buena decoración —aunque era lo de menos— y un balcón con vista bonita; incluso la isla de la cocina le llamaba la atención. En resumen tenía un gusto costoso, bastante costoso. —¡Buenos días! —dijo un hombre de apariencia amable que acababa de entrar a la casa—, ¿puedo saber sus nombres? —Larsson, Tord Larsson —contestó el noruego estrechando la mano con aquel señor—. Ellos son Edd, Matt y Tom —comentó y los chicos saludaron sonrientes. —Encantado de conocerles, yo soy Adrián. Supongo que están interesados en comprar la propiedad. El castaño y el de sudadera morada negaron mientras que Tom asentía. —Así es —respondió el noruego ganándose un abucheo de Matt mientras Tom celebraba y Edd se golpeaba la frente. —Bueno, no hay nada por hacerle a este lugar, lo que significa que no tendrá gastos de más —informó Adrián dándole a Tord un papel con el precio de la casa. Al ver el rostro pálido del noruego los chicos se asomaron a ver el papel. —¡Lo ves! Es mucho más cara que la anterior, la cual incluso tenía piscina, ¡piscina Tord! —exageró Edd agitando al noruego como tratando de hacerle entrar en razón—. No hay que ser un genio para saber cuál es la decisión correcta. —Oh vamos... —comenzó a decir el de sudadera azul—, son sólo unos cuantos números de más. —El chico tiene razón, ¿qué son unos cuantos números de más? Es por la excelente ubicación, ni en la ciudad ni en terreno rural: ni mucho ruido ni mucho silencio —trató de convencer Adrián. —No —intervino el castaño. —Hazle caso al bueno de Tom —dijo el británico rodeando con un brazo a Tord, quien tenía la mirada fija en eso números que realmente le iban a pegar fuerte económicamente. —La compro —aceptó el de sudadera roja, como en Monopolio. —¡Un placer hacer negocios con usted, Larsson! —se alegró el hombre sacando su celular y llevándoselo a la oreja—. Pueden quedarse de inmediato, este lugar está listo para la mudanza. —¡Yo quiero la habitación más grande! —gritó Matt subiendo las escaleras como si su vida dependiera de ello. —¡Sobre mi c*****r! —chilló Edd riendo y empujando al pelinaranja haciéndolo tropezar un par de veces en cada escalón. Un rato después el de sudadera roja había firmado ciento de papeles y rellenado un montón más con su información hasta que finalmente se le fue entregado un contrato legal haciéndole el dueño de la casa. —Sigues teniendo la misma firma que cuando éramos niños —recordó el ojinegro detrás de él, observando. —Tú sigues siendo un manipulador. —¿Yo? ¿manipulador? —Debí comprar la casa de la piscina —dijo Tord lanzándose al sillón de cuero falso frente al televisor mediano. —En primera, yo no te he manipulado de ninguna forma —se defendió Tom alzando la barbilla—, en segunda, si lo dices por el precio no te preocupes, te pagaré la mitad entonces, claro que por parte y poco a poco. —Eso no suena nada mal —opinó Tord pensativo—, aunque no me hacen faltas más billetes, no, no me pagarás con dinero. —¿Ah no? —cuestionó Tom levantando una ceja—, ¿cómo voy a pagarte entonces? —¡Oye Juancho! ¡deja de coquetearle a Tim! —gritó Edd desde las escaleras con un Matt ahogándose de la risa detrás de él. —Tord, ¿estás tratando de ligar conmigo? —preguntó el británico extrañado con una sonrisa curiosa en los labios. —Por supuesto que no —saltó a decir el noruego con el ceño fruncido y las mejillas enrojecidas, eso mientras los que estaban en las escaleras se carcajeaban—, ¡cállense de una buena vez! —¡Cinllinsi di ini bini viz! —se burló el narcisista logrando que todos estallaran de risa menos Tord, que se sentía enojado y avergonzado por la situación.
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