Este día no fue lo que esperaba, es decir, yo pensé que pasaría un día muy trágico, pero no fue así, por lo contrario, me divertí mucho molestando al engreído de Jasper. En este momento justo íbamos llegando a mi casa luego de habernos ido de compras.
—Gracias por traerme niño — dije en cuanto se detuvo el auto, me quite el cinturón y quise abrir la puerta, pero estaba asegurada de manera automática — está asegurada — hablé girando a verlo y note que tenía los ojos achinados de manera graciosa, no pude evitar sonreír.
—¿Por qué sonríes? — cuestionó con una ceja en alto.
— Pusiste cara de emoticón — respondí aún sonriente.
—Claro que no — aseguro indignado, sé que debería tener algo de miedo por molestarlo de esta manera, pero no es así, siento ternura por este chico engreído.
—Como tú digas niño — dije borrando mi sonrisa — ahora por favor quita el seguro de la puerta para poder salir.
—Antes que te vayas quiero conversar sobre algunas cosas contigo — dijo serio tratando de ponerle un toque amargo a la situación, pero sinceramente esto a mí no me aburría para nada, por lo contrario se me hacía divertido e interesante.
—Claro, dime — respondí con la misma seriedad.
—Quiero saber por qué me tratas como niño — enfatizando más en la última palabra.
—Porque actúas como tal — asegure mirándolo fijamente, él frunció el ceño, no conforme con mi respuesta.
—Eso no es cierto — aseguro serio, provocando una sonrisa de lado en mi persona.
—Claro que sí, además yo te trato así por qué te tomó como un amigo, el cual nunca pasará a ser nada más que un amigo con el que tengo un acuerdo — dije con una facilidad que hasta yo me sorprendí por mí, respuesta, él me miró más tranquilo relajando su expresión para luego sonreírme.
—Entonces, ¿lo haces para no enamorarte de mí? — pregunto con su típica sonrisa coqueta que me causaba algo de gracia.
—Ya quisieras niño, sinceramente a mí no me llamas la atención — aclaré con una sonrisa aseguradora.
—Eso me agrada niña — dijo quitándome la mirada para aplastar el botón que liberaba el seguro en la puerta.
—Bueno niño me voy — abrí la puerta y salí sin verlo, camine unos cuantos pasos hasta que sentí que me silbo del auto, gire a verlo y él estaba parado en la parte trasera de su auto.
—Hey niña, ¿dejarás tus compras? — en cuanto escuché sus palabras, sonreí penosamente regresando hasta el auto para sacar mis cosas de la maletera.
—Perdón soy un poco distraída — confesé sin mirarlo sacando mis cosas de la maletera.
—Ya me estoy dando cuenta — dijo dándome unas bolsas de compras para luego cerrar la maletera de su auto.
—Buena niña, ahora si, adiós — yo negué con la cabeza con cara sería y él se quedó mirandome sin comprender por qué mi actitud.
—Niño tonto no se dice adiós, sino hasta luego — aclare y él me miró desentendido, yo no le tome interés y empece mi camino dejándolo una vez más atrás —hasta luego niño — dije dándole la espalda, caminando con direcciones a mi casa.
Cuando ingresé a mi casa me dispuse a subir las escaleras, pero la voz de mi padre me detuvo — Mariana
—Si padre — dije girando en su dirección, tomándome con la figura elegante de mi padre.
—Desde el día de mañana empiezas a trabajar en las empresas Romanof — abrí mis ojos como platos con la impresión de la noticia que me acaba de dar.
—¿Qué? — interrogue
—Desde el día de mañana serás la asistenta personal del gerente general de empresas, Romanof — volvió a decir, pero yo estaba desconcertada, yo no quería trabajar ahí, yo deseaba conseguir un trabajo por mi propio mérito.
—Pero yo no quiero — respondí sería
—No hay de otra, mañana Clark te llevará a tu nuevo trabajo — finalizó, retirándose de inmediato sin ni siquiera escuchar mis protestas.
—Perfecto lo que no quería se hace realidad — hablé en voz alta mirando en la dirección que se había ido mi padre.
AL DÍA SIGUIENTE
Me levanto temprano y empiezo alistar todo para mi primer día de trabajo en empresas Romanof, me doy una ducha rápida y salgo envuelta en una toalla, busco algo de ropa en mi armario y decido usar un vestido enterizo de color blanco que resaltaba muy bien mis curvas, posteriormente me calzo unos tacones que combinan con mi atuendo, me acerco al espejo de cuerpo completo y quedó conforme con lo que veo.
Empiezo a peinar mi cabello hasta dejarlo liso y suelto, luego me decido a colocarme algo de rímel y labial, me doy una mirada en el espejo y quedó conforme. Así que me dirijo a sacar un bolso de mano donde coloco todas las cosas que puedo necesitar en el trabajo, ya lista, salgo de mi habitación y me apresuró a bajar las escaleras.
La primera persona con quién me encuentro es con Matilde — señorita Mariana, ¿le sirvo el desayuno?
—muchas gracias Matilde, pero no me alcanzará el tiempo — explico mientras termino de bajar todas las escaleras.
—está bien señorita — me responde con la manera calidad y gentil que la caracteriza.
—Matilde, sabes si Clark está esperándome afuera — interrogó siendo gentil con ella.
—Si, señorita, el joven Clark, está alistando el auto para llevarla — dijo Matilde.
—Está bien gracias, hasta luego Matilde — me despedí caminando hacia la salida de mi casa, una vez que encontré a Clark nos fuimos rápidamente a las empresas Romanof.
Llegamos quince minutos antes de la hora de entrada de ellos trabajadores, creo yo que es muy importante demostrar mi puntualidad, en fin me despedí de Clark y rápidamente ingresé en el enorme edificio. Camine un poco hasta llegar a la sala de recepción, donde una pelirroja estaba sentada muy atenta a su computadora que tenía en frente.
—Buenos días, señorita — saludé amable, pero mi saludo no fue devuelto de la misma manera, la pelirroja me vio de pies a cabeza escaneándome absolutamente todo.
—Si diga — dijo con un tono amargado y creído.
— Disculpe, señorita, en qué lugar se encuentra la oficina del gerente general de esta empresa — una vez que dije estas palabras me di cuenta de que había sobrepasó mis límites y no había sido nada cordial con dicha mujer que me miraba de pies a cabeza como si yo fuera una cucaracha o algo así.
—¿Tiene cita con el señor gerente? — interrogó con desdén mientras me miraba de una manera como si yo fuera cualquier cosa.
—No tengo cita con él, pero… — quise explicarle la verdadera situación; sin embargo, no pude decir más, ya que la señorita me interrumpió de la manera más grosera.
—Pero nada, nadie puede pasar sin una cita — explico con un aire de grandeza que no me agradaba para nada.
—Disculpe, pero yo soy la nueva secretaria del gerente general y necesito verlo — dije con seriedad olvidado mi papel de niña buena.
—Ay ... Perdón... no tenía idea de eso — se excusó cambiando de tono de voz, de un tono creído y amargo a un tono más relajado y alegre.
— ¿Dónde es la oficina? — pregunté sería sin hacerle caso algo a sus supuestas disculpas.
— Está ubicado en el séptimo piso, al fondo, con dirección a la mano izquierda.
—Está bien, muchas gracias, compromiso — finalicé retirándome del lugar, estaba algo ofuscada por la reacción de la señora engreída y tonta.
Subí al ascensor que me llevo directamente al sitio donde sería la oficina del gerente, al llegar vi un enorme pasillo con una puerta al final a la cual me acerqué a paso firme y toque suavemente.
—Pase — escuché una voz masculina, respiré profundamente para ingresar de la manera más relajada, cuando al fin ingresé me quede helada sin poder considerar lo que mis ojos veían.
— ¿Qué haces tú aquí? — interrogó mirándolo con incredulidad.