NARRA JULIANA. Estaba esperándola fuera del supermercado mientras Valentina terminaba de organizar todo con la cajera, traía una sonrisa muy grande en mi rostro, y solo podía recordar una y otra vez el beso que nos habíamos dado hace apenas unos pocos minutos, mordí mis labios recordando como ella me había tocado y apretado el trasero, jamás hubiera imaginado que aquella monja haría algo como eso, sin embargo, me sorprendió. –Una moneda por tus pensamientos novicia –susurro Valentina, pasando al lado mío, rozando mi brazo. ¿Quieres saber qué pensaba? –pregunte caminando a su lado en dirección de la Avenida. –¿Qué? – preguntó ella con cara de pícara. Para Valentina, no sabes lo que provocas. –En lo buena aprendiz que eres, eso es lo que pensaba –respondí confesándome. –Gracias –dijo

