bc

Infieles

book_age16+
3.2K
SEGUIR
20.4K
LEER
prohibido
doctor
drama
bxg
pesado
Oficina/lugar de trabajo
wild
like
intro-logo
Descripción

Como buena profesional, Jazmín tenía el deber de ayudar, acompañar y apoyar a sus pacientes, pero el día que él pisó por primera vez su consultorio, supo que nada de lo que intentara iba a salir bien.

A Joaquín sólo le bastó conocer a su psicóloga para darse cuenta que su intención de recurrir a ella, ya no iba a ser recuperar su relación, porque una vez suya, iba a querer todo lo contrario.

La caída a la tentación era muchísimo más fuerte que querer lo contrario uno del otro, ser fiel.

A veces la tentación puede más que la fidelidad a la pareja, y a veces el amor es mucho más que ser infiel.

chap-preview
Vista previa gratis
UNO
Necesitaba un descanso después de todo el día agotador que tuve, eran las dos de la tarde y ya me ardían los ojos, la cabeza me daba mil vueltas y mi cansancio se volvía corporal. Siendo psicóloga, podía mantener el estrés del día laboral alejada de los problemas de mis pacientes, pero hoy era de esos días que no podía desapegarme y mi propia vida personal me llevaba a sentirme saturada.  Cerré el consultorio con llave y Paulina, mi secretaria, ya estaba apagando su computadora, esperé en la puerta y tardó menos de dos minutos en seguirme fuera del piso. —Esa mujer parece loca ya, deberías derivarla. — ¿La señora Barrios? Ella no está loca. —sonreí defendiendo a mi última paciente, ese no era el término para definirla pero entendía la percepción de Pau, en cinco minutos que la atendía le resultaba muy difícil tratar a la mujer desquiciada por llegar a mí. —Se la ve tan perfecta, no tiene un pelo fuera de lugar, es muy prolija para lo loca que está cuando habla. —dijo y yo me reí apretando el botón del ascensor para bajar, iba por el piso cinco, el mío era el once así que nos tocaba esperar. —me da pena su hijo, se nota que lo ahoga, es que vivir con una mujer así, uff… lo compadezco, ¿cuántos años tiene? —16, y sí es difícil y aunque el tratamiento va lento, confío en el proceso que estamos haciendo… y por cierto, me muero de hambre, no sabía que tenía una hora más con ella. —No la tenías, pero la hice pagar la hora que se pasó. —me dijo Pau mientras las dos entrábamos al ascensor, yo suspiré frustrada. No me gustaba cuando mis pacientes abusaban de mi voluntad, me refiero a que yo también tengo una vida aparte de mi trabajo y un estómago que necesita de comida, además de un cerebro que le urgía un poco de tranquilidad. Salimos del edificio saludando al encargado y nos fuimos al mismo lugar de siempre, el pequeño restaurante de la esquina, gracias al cielo no lo teníamos tan lejos y era un alivio para mis pies. Por cuestiones obvias debía estar vestida formalmente, llevaba mi propio estilo aun así para no parecer una señora de 70 años, pero aunque tuviera 46 años menos que eso, me costaba acostumbrarme a los altos tacones, por eso cuando me senté en una de las mesas del salón, me los saqué por debajo aprovechando que nadie podía verme. Pedimos lo de siempre, ensalada con alguna carne asada, no manejaba una dieta estricta pero intentaba no desviarme de las comidas saludables, no por cuestiones de kilos en mi cuerpo, sino porque me gusta cuidarme y comer bien. Paulina era mi secretaria hace un año, fue un poco rara nuestra historia ya que siempre que yo iba a la peluquería ella estaba haciéndose algo también, siempre nos saludábamos pero no más hasta que contó que necesitaba un trabajo estable, en ese entonces yo empezaba con mi proyecto de mi propio consultorio fuera de mi casa, y necesitaba una secretaria que manejara mis horarios y turnos, es así como la contraté. Hacía dos años me recibí de la carrera de Licenciado en psicología, el primer año ejercí en mi casa, pero era un desastre ya que vivía con mi novio y él todavía seguía estudiando, no tenía un lugar estable y la casa de mis papás era un desastre todo el tiempo, así es como alquilé mi propio piso en la ciudad y ahora tenía mi consultorio funcionado cada vez mejor, fue una buena decisión apostar a ello, me sentía orgullosa de mí misma a pesar del cansancio que me provocaba. El cansancio me abrumaba algunos días más que otros, hoy era de esos días que me obligaba a empezar desde muy temprano y atender pacientes que ya tenían una fijeza conmigo, sin embargo no me quejaba si alguno decidía suspender su sesión, esos pequeños cambios en la agenda no me importaban si me permitían descansar en la soledad de mi consultorio al menos una hora. Después del almuerzo, volviendo al piso, mi teléfono laboral sonó y eso empeoró mi malhumor, el horario para recibir llamados había terminado, pero este era un mensaje cuando me di cuenta que no era tono de llamado. Era Alicia, mi suegra, a la que le había dado mi teléfono laboral para reprimir sus intentos de llamarme seguido, pero esa señora lograba molestarme hasta cuando me encontraba con la mejor predisposición para atender a mis pacientes. Querida, están invitados esta noche a cenar en casa, Leo ya me lo confirmó, un beso. ¿Estoy invitada o es una confirmación? Bufé con molestia y marqué el número de Leo. — ¿Hola? — ¿Por qué confirmaste a tu mamá sin siquiera preguntarme? Estoy cansada Leo, no tengo ganas de ir a tu casa. —Hola buen día mi amor, si estoy bien, me alegro que vos también…—dijo con ironía, yo rodé los ojos dejando a Pau adelantarse para tener esa conversación en privado. —hace más de dos semanas le venimos cancelando Jaz, es una cena nada más, mucho mejor antes que comer pizza de nuevo. —Sí pero estoy cansada, y lo que menos quiero hacer un viernes a la noche es ir a tu casa, ¿no podés decir que nos surgió algo? —Bien que si te dicen para salir tus amiguitas enseguida te apuntas, no Jaz, hace mucho no veo a mi mamá, es una cena nada más, nada de otro mundo y te tengo que cortar que tengo una reunión. Chau. —dijo y me cortó con la brusquedad que lo caracterizaba cuando yo lo exasperaba, suspiré frustrada y abrí la puerta de mi consultorio, maldiciéndolo por lo bajo.  Que quede claro que no tenía un problema con mi suegra, tenía miles de ellos, y no exactamente nos llevábamos mal, las dos fingíamos caernos bien por la persona que supuestamente amamos en común, esto no hubiese sido de esta manera si ella no empezaba con esa estúpida idea de celar a su hijo, nunca se lo robé, él eligió vivir conmigo y apostar a nuestra relación de 3 años en ese entonces, por lo que la mujer me estresaba mucho más desde entonces. Siempre tenía algo para decirme, algo para criticarme y todo se lo hacía saber a Leo, mi novio y desgraciadamente su hijo. No podía decirme nada a la cara, porque creo que en tantos años ya sabe que soy capaz de mandarla a volar, con respeto, pero bien lejos. Me saqué la chaqueta y abrí mi computadora de nuevo, veía el sillón de los pacientes tan tentador a acostarme que tuve que concentrarme en otra cosa, porque era capaz de irme a dormir ahora. Me tocaron la puerta y esperé a que fuera mi próximo paciente aunque era muy pronto, pero era Pau. —Hey, ¿hay lugar para un nuevo paciente? —No sé, vos llevas mi agenda, supongo que sí.—fruncí el ceño viendo la hora, no se suponía que tenía a nadie tan pegado al horario del almuerzo, al menos necesitaba unos minutos para preparar los pacientes que me deparaban para la tarde. —Ok, si hay pero quizás no querías, aunque no creo que no quieras, pero si no llega a venir ese señor de pelo blanco, ¿lo atendes? — ¿A quién? —Al nuevo paciente. —dijo con una ceja levantada y yo la miré confundida de su incipiente picardía. — ¿Pero cómo sabés que va a venir este nuevo paciente? —Porque está acá. —ladeó la cabeza hacia la recepción, yo suspiré para purificar mi aire, ya debía acostumbrarme a algunas personas sinvergüenzas, pero me costaba. —dice que va a esperar hasta que tengas un momento libre, si en 15 minutos no viene el señor de pelo blanco, ¿le cancelo? —Si es que no viene… —me encogí de hombros queriendo sonar una buena persona muy predispuesta en su trabajo. —No hay problema. —Yo que vos hago que yo llame al señor de pelo blanco para cancelarlo, este está re fuerte. —dijo subiendo y bajando sus cejas y entendí por qué la insistencia, yo me reí y levanté mi mano mostrándole mi anillo. Si bien era de compromiso, algo que Leo consideró oportuno en nuestro aniversario número cuatro, no significa que estaba por casarme, pero sí que tenía novio. —No solo se te va a caer ese, sino que la bombacha también. —bromeó cerrando la puerta y yo me reí más fuerte. Tuve pacientes que estaban muy buenos, incluso que intentaron algo conmigo con comentarios indirectos y otros muy descarados, pero es mi trabajo y no engañaría a Leo, aunque a veces no lo soportara y tuviera muchas ganas de mandar a la mierda nuestra horrible costumbre de estar juntos, no lo haría. Quince minutos después, habiendo contestado mensajes de mis amigas y mi mamá, Paulina volvió a entrar a mi consultorio. —Esperé diez minutos para que llegara el señor de pelo blanco y lo llamé, le dije que le cambiábamos la cita y el muy tonto se había olvidado. —dijo y yo rodé los ojos. Gente que juega con mi tiempo, otro más. —así que… ¿atendes al intimidante de ojos verdes? —Adelante. —le sonreí con gracia por cómo lo llamaba, se la notaba inquieta por ese chico de ojos verdes. —Está muy bueno. —dijo mordiéndose el labio, me reí y me agaché para abrocharme los zapatos. No tardó mucho en mi puerta ser golpeada y cuando me levanté al mismo tiempo que daba el pase, pensé en que Pau tenía razón, más o menos se me iba a caer la bombacha. —Hola, Joaquín Belmonte. —Jazmín Velarde. —acepté su mano y vi su anillo, igual que el mío.    

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

Apuesta por un amor. (Saga familia Rossi- Duque)

read
109.0K
bc

Nota De Amor

read
1.9K
bc

Una hermosa coincidencia

read
102.9K
bc

Sorprendiendo al Bully (Serie de Amor Verdadero Libro 1)

read
98.8K
bc

¡Lo quiero a él!

read
40.4K
bc

Mi Guardaespaldas

read
2.8K
bc

Solo dos veces al año

read
15.3K

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook