Capítulo 9

1479 Palabras
Un grito cerca los hizo mirar detrás y se dieron cuenta de que escaleras abajo lo que ocurría era el principio, cerca de ellos un gran hoyo se abría dejando pasar criaturas iguales a las que ella había visto en su habitación, pero para sorpresa de Verónica aquellas criaturas no se quedaban en la forma que habían salido, sino que se volvían humanos o tomaban la forma de animales que corrían rápido en sus cuatro patas, vio con horror como esos "humanos" empezaban a atacar a los estudiantes que habían corrido fuera del edificio en la búsqueda de refugio, ella seguía paraliza viendo la escena y temiendo por la vida de sus compañeros - ¡Alexander! -grito Verónica cuando vio que su ángel se quedó inmóvil al lado de ella, entendía aquella reacción porque quizás era la primera vez que él veía algo parecido - ¿Con quién hablas? -Jared la miró-Tenemos que salir de aquí-se alejó de la pared y se acercó a la puerta con la intención de que ambos salieran corriendo de ese lugar Verónica observó como de aquel extraño hoyo comenzó a salir humo n***o como si se tratara de un asador y ese humo subía y no dejaba ver nada más de la escena que había presenciado antes, pero fue tomando la forma de tentáculos, como si un gran pulpo estuviera adentro. Se quedó inmóvil cuando uno de esos tentáculos tomó a Jared de la cintura, lo llevo fuera del edificio y lo alzó en el aire sacudiéndolo en el aire, escucho los gritos de su amigo que se mezclaban con los de los demás - ¡Jared! -Verónica se acercó a la puerta intentando salir, pero los brazos de Alexander la rodearon -No, es tarde, debo mantenerte a salvo-la llevo de nuevo hacia atrás y de nuevo ella intento pelear con su ángel como ya lo había hecho antes, Alexander se dio cuenta de que en cualquier momento seria casi imposible retenerla, era más fuerte que él incluso siendo mitad humana - ¿No lo salvarás? -trato de soltarse, pero sin mucho éxito -No soy su ángel y tengo la obligación de mantenerte a salvo solo a ti-ella miró sus ojos negros -Sí tú no haces algo yo lo haré y no me importa morir-Alexander frunció los labios y ahí se dio cuenta de que haría todo lo que ella le pidiera -Está bien, salvaré a Jared, pero quédate y no hagas nada estúpido ni valiente-saco una espada y se la dio-Ten para protegerte -Estarás desarmado-negó al ver la espada -Esta no es mi espada, es la tuya-ella lo miró-Todos los ángeles tienen una espada que les corresponde sólo a ellos, tú tienes la sangre del Arcángel la espada te pertenece, solo tú puedes usarla -Yo, no podría usarla-la tomó y al igual que la gran espada de Gabriel no se le hizo pesada, pero a pesar de eso temía hacerlo, había amenazado a Gabriel con su propia espada, pero nunca tuvo intenciones de hacerle daño, ni siquiera sabía cómo usarla -Es fácil, sólo es cuestión de que la levantes y cuando ellos se acerquen a ti los partes al igual que yo lo hice cuando te atacaron, es una espada divida tiene la marca de la Alianza de los Arcángeles, no importa que jamás hayas usado una porque es como si tuviera vida propia-la miro-Cuídate por favor   Alexander extendió sus alas y salió volando hacia la criatura con tentáculos, Verónica se quedó sola sabía que tenía que esconderse, miró el pasillo que se encontraba vacío y oscuro excepto por una lámpara que parpadeaba, era como si aquellos demonios hubieran logrado que la electricidad dejara de funcionar. Busco un salón que estuviera lejos y vacío, encontró uno y cuando iba a acercarse, alguien la empujo con bastante fuerza para hacerla llegar a los casilleros, sintió el duro golpe de los casilleros y todo el dolor vino después, cuando cayó al piso por lo rápido que había sido el ataque la hizo jadear, sintió un líquido correr por su nuca, estaba sangrando, toco su nuca y vio sus dedos manchados de sangre, su mirada se dirigió hacia el frente y pudo ver a su atacante frente a ella. -Hola querida-la voz era femenina y estaba llena de sarcasmo-Siempre pensé que la hija de Miguel sería fuerte, pero tú eres débil, debe ser una gran decepción para nosotros también Verónica logro incorporarse con dificultad se quedó sentada y pego su espalda a los casilleros, mientras trataba de recuperar el aliento, sentía una presión en el pecho muy fuerte que no le permitía respirar bien. - ¿Quién eres? -hablo lamiéndose los labios -Mi nombre es Amalia-dijo mirándola-O al menos ese el nombre que he elegido-parecía una chica normal que podría encontrarse en la escuela o en el centro comercial, si no tuvieras unas marcas en la frente donde parecían sobresalir unos agujeros no tan grandes -Eres uno de ellos-bajo la vista hacia la espada en el piso, sabía que debía ganar tiempo contra ella y ser más rápida de lo que había demostrado ser - ¿Qué si soy una de ellos? -Amalia sonrió dejando a la vista sus dientes filosos y sus ojos cambiaron a unos de color rojo-Soy la encargada de la quinta legión, no puedo creer que tú seas nuestra oportunidad en contra de los ángeles-rio para sí misma-Tu ángel te ha dejado aquí, sabía que esto iba a pasar él estaba destinado a destruirte - ¿De qué hablas? -Verónica la miró -¿No lo sabes?-dijo ella y sus ojos brillaron por un momento-Te contaré una linda historia pequeña princesita: hace dieciocho años, el gran Arcángel Miguel, el favorito de Dios,  se enamoró de su humana, juntos tuvieron una linda nenita, cuando Él se enteró su furia se desato en contra de su Arcángel más amado y lo obligo a destruir a la niña, pero el bondadoso Miguel se negó a hacerlo, así que, el que debía hacerlo era Gabriel que junto con un ejército de ángeles fueron enviados a la tierra para buscar a la niña y destruirla, pero el amor de su padre la protegió a tal grado de que ninguno de ellos se podría acercar a ella, sólo un ángel tenía permitido acercarse a ella y se quedó en la tierra engañando a Gabriel prometiéndole buscar a la niña y llevarla hasta él, Gabriel aceptó y le dijo que cuando la encontrara usará su sangre en el lago sagrado que fue bendecido por él mismo y así él vendría por ella-sonrió ampliamente ante la mirada de Verónica- ¿Se te ocurre alguien? -alzo la ceja -Mientes-dijo ella respirando con dificultad, no podía negar que las palabras de aquella demonio tomaban sentido, Alexander sabía qué hacer y donde invocar a Gabriel, incluso él le había preguntado si la estaba entregando -Alexander es ese ángel, podría ser lo que quieras, pero no soy una mentirosa, él gozaba de la plena confianza de ambos Arcángeles y ambos lo querían por igual, cuando tu padre se negó a matarte, Él le pidió a Gabriel que lo hiciera y él juntó a los ángeles entre los que estaba Alexander, sabes por qué no te mató, por la misma razón que tuvo tu padre para protegerte, está enamorado de ti-se rio cuando Verónica palideció-Por esa razón debes unirte a mí, tu propio ángel fue enviado a matarte, pero no te sientas mal, podrás vengarte de ellos-mostró de nuevo los dientes -Jamás me uniré a ustedes, no me importa si él fue enviado a matarme, voy a proteger a mi padre-volvió a mirar la espada -Sabía que responderías así, lo más fácil es que sólo necesitamos tu sangre para ganar, acabas de dar tu vida por tu padre y ángeles que enviaron a matarte-se acercó a ella Verónica respiro con dificultad, Amalia estaba más cerca era su fin, miró por última vez su espada y cerró los ojos esperando su muerte, pero antes de que algo más sucediera escuchó un grito agudo, abrió los ojos y vio como los ojos de su atacante perdían color, bajo la vista y en su mano estaba su espada clavada sobre el pecho de Amalia, de ella empezaron a brotar varias bolas de fuego que se metían entre el suelo, se cubrió los ojos cuando aquel fuego se volvió cegador, sintió el olor a quemado muy fuerte emanando del cuerpo que se había vuelto cenizas y después desapareció. Cuando todo término estaba sola, miró el salón, se levantó con dificultad le dolía la mitad del cuerpo, caminó hasta el salón entró y se quedó sentada en el suelo, miró la espada, no había entendido porqué Alexander había dicho que cada espada le correspondía a un ángel, hasta que vio sus iniciales marcadas en el mango de la espada, cerró fuertemente los ojos y dejo salir unas cuantas lágrimas
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