La humillación diaria

2209 Palabras

Dos días transcurrieron sin que Lena tuviera que enfrentarse a Adrian, y, lejos de molestarle, se sintió aliviada. Era mejor así. Él la evitaba con evidente intención, y ella comenzaba a entender que ese comportamiento no era nuevo. No era temporal. Era su rutina. Una rutina que para Elise había sido una condena, pero que para Lena se parecía bastante a la libertad; bueno, si esa palabra podía aplicarse dentro de una casa tan lujosa como opresiva, y al vivir una vida que no era la suya. La mansión, diseñada no para el confort sino para impresionar, hacía que Lena aún se sintiera extraña al caminar por sus corredores fríos, donde cada paso retumbaba como un atrevimiento. El silencio era denso, vigilante. Incluso el crujir de la madera bajo sus pies parecía pedir disculpas. A duras penas co

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