Las reglas del juego

2239 Palabras

Pasadas unas horas, habiendo recuperado parte de la energía perdida por no haber podido dormir en toda la noche anterior, el eco de los tacones de Lena resonaban en el pasillo como una provocación medida. Cada paso firme, cada movimiento preciso, estaba cuidadosamente calculado. No era Elise. No podía permitirse serlo. Elise había dejado huellas suaves, una presencia tan sutil que apenas alteraba el aire a su paso, así de exagerada era su inseguridad. Lena, en cambio, necesitaba que la casa respirara con ella. La casa... La misma mansión silenciosa y elegante donde su hermana había vivido los meses, ahora parecía observarla con recelo. Las paredes conocían a Elise, no a ella. Y Lena tenía que cambiarlas. Lentamente. Delicadamente. Si quería sentirse bien y en confianza para cumplir con l

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