Capítulo 1

1880 Palabras
Carmín Altamirano. Camino vacilante, sintiendo la mirada de casi todos los chicos a mi alrededor. No les presto atención, intento seguir normalmente mi caminata mientras que los cuchicheos de algunas chicas se hacen presentes, a decir verdad, ya me acostumbré a todo eso, es como una rutina diaria. Una larga y tediosa rutina diaria. Sigo hasta llegar al final del pasillo, allí se encuentra el salón 6°B, mi preciado curso. Al ser mi primer año de universidad y estar en el segundo cuatrimestre las cosas se han ido ablandando, en algunos aspectos. No he tenido suerte buscando amigas, pero amigos si, sin dudas los chicos son menos tediosos que las mujeres. Ellos no son de doble filo como diría mi mamá que en paz descanse...o bueno, según mi abuela ella diría eso. Tampoco tuve la suerte de crecer junto a mi madre, ella se quitó la vida cuando yo apenas tenía un año y según mi nona todo a causa de un hombre, es por eso que estoy aquí en esta universidad, pero eso lo sabrán más adelante. Admito que el comienzo de esta nueva etapa me tiene nerviosa, la secundaria ha sido un poco difícil debido a que recibí bullyng durante la mayoría del tiempo, todo por ser delgada, por ser "huérfana" de padres o simplemente por el aire que respiraba y, muy a pesar de ello, intentaba mantenerme firme ante todas esas burlas. Al salir de allí había decidido tomarme un año para recuperarme de todo aquello, mi abuela no estuvo muy de acuerdo con mi decisión ya que eso "aplazaría el plan" pero finalmente me entendió. Todo iba bien, ese año me vino de lujo, comencé a ejercitarme y alimentarme mejor, lo cual trajo excelentes resultados a mi estado físico, más favorable para nuestra venganza según la abuela, mi mente se había limpiado de todos los males que pasé, mi autoestima subió y me empoderé. Luego ese año se convirtieron en dos ya que Sarah (la abuela) se enfermó, eso llevó a varios meses de tratamientos, cuidados intensos y finalmente consumió la mayoría de mi tiempo. Este año todo se acomodó, recibí una beca en abogacía gracias a las notas que he presentado y los exámenes de admisión aprobados exitosamente. Al principio hubo un grupo de chicas que intentaron pasarse de listas conmigo, pero no fue necesaria tanta charla para ponerlas en su lugar. —Carmín, por aquí — escucho un grito a lo lejos, es Leo, uno de mis amigos aquí — te estuvimos buscando por todos lados, ¿dónde anduviste? — Ian tenía un acento español marcado lo cual amaba. Y muy a pesar de su físico estrepitoso y bien formado, realmente lo que más atraía era su flamante personalidad. —Solo el taxi se atrasó un poco y ¿estuvimos? ¿Dónde se supone que están los demás? — pregunto refiriéndome a los otros chicos del grupo. —Están en la cafetería, como la primera clase fue cancelada aprovecharon para desayunar, ven, vamos — Sin dejarme decidir tomó mi mano y nos dirigió al encuentro. Noté muchas miradas más dirigirse a nosotros, no era para menos ya que si bien nuestros atractivos llamaban la atención por separado, imagínense juntos. Que humilde soy... A lo lejos pude visualizarlos, Marcos, Tomas y su novia Lucia, a la cual llamamos Lu debido a lo irritante que se pone si decimos su nombre completo. —Al fin llegaron, ya se iban a enfriar sus cafés — comenzó Marcos — Carmín, tan bella como siempre cariño — dijo viéndome de arriba a abajo — —Marcos, tú también te ves muy bien, pero creo que a partir de ahora voy a comenzar a cobrar por cada mirada que me des — bufo sentándome — tú o cualquiera — Miré mis uñas pintadas de rojo intenso, largas y bien cuidadas como me encanta tenerlas. Todo en mí debe estar perfectamente arreglado, la estética lo es todo según mi criterio. —¿Largo día para la princesa? — Despegué la vista de mis manos y la posé sobre sus enormes ojos pardos. —Nah, solo comenzó con un ponchazo en la rueda del taxi, pero nada más, gracias por recordármelo Tomas — niego arrogante. —Bueno, aun así, atrasada y todo te sigues viendo muy bien — Ian movió sus cejas en doble sentido mientras sorbía su café. —Ya cállate, Ricardo, no es necesario que me digas algo tan obvio — bromeo con su segundo y para nada acorde segundo nombre. Soltamos una risita corta. —¿Como le haces para tener esa autoestima? — pregunta Lu. —Vaya pregunta, solo hace falta mirarla para saberlo — Marcos contestó por mí. —Ya, como sea, ¡hoy comenzamos derecho penal al fin! — cambio de tema emocionada. —Ahhhg — refunfuñaron los muchachos. —¿Y eso? — —No les hagas caso, solo están así porque saben que el profesor más guapo nos impartirá esa clase — —Guapas mis pelotas — se opone su novio — tú solo debes tener ojos para mí — —Oh, pero claro que si bebé, adoro cuando te pones celoso — —Aahhhgggg — esta vez me uní yo mirando con desapego a los tórtolos. Seguimos hablando de todo un poco, realmente era agradable haber conformado este grupo con los chicos, hasta ahora todo iba más que bien. Nos encontrábamos quejándonos de la tarea de historia constitucional (ya que la profesora que da esa clase nos pidió un reporte de diez hojas sobre los derechos legítimos) cuando el timbre sonó dando aviso al comienzo de la segunda hora, era momento de ingresar a la nueva clase, realmente estaba emocionada por ello, en un futuro deseo ser abogada penal y creo que esta materia será la buena mía. Emprendemos caminos escuchando algunos chistes de Marcos, quien por cierto no deja de mencionar que él es más guapo que el profesor. Vaya tela. Al llegar tomamos asientos, yo en unos de los bancos de adelante, a mi lado Lu, los muchachos fueron hasta el fondo. Se escuchaban cuchicheos de parte de las mujeres, al parecer la única que no sabía quién era el dichoso galán era yo. Acomodé mi falda mientras revisaba los contenidos que tendríamos que dar en la materia mientras las palabrerías de mis compañeros en general seguían, cosa que no duró tanto debido a que unas pisadas fuertes interrumpieron, de forma inmediata levanté la mirada y... Ay mamacita, sí que es guapo. Al contrario de mis compañeras, rápidamente recuperé la compostura y moví mi cabello a un costado. —Te dije que está para comérselo — murmuró Lu. —Bueno a partir de este momento esta hora de sus vidas es completamente mía, soy el profesor que les impartirá la materia derecho penal y estoy casi tan emocionados como ustedes por compartir este año y los siguientes tres con ustedes — Su cabello n***o y corto brillaba, estaba bien formado de cuerpo, sus ojos azules eran preciosos al igual que todo él. Acarició su barba de unos días para girar y buscar algo de su maletín. —Profesor, disculpe ¿Cuál es su nombre? — una voz chillona se escucha de fondo. Hugh, Dana. —A eso iba señorita... — —Dana, Dana Portillo — Él arqueó la ceja derecha y contestó — por supuesto, señorita Portillo. Mi nombre es... — Dejó la frase al aire y comenzó a escribir en el pizarrón con un plumón n***o. Lo hacía de forma lenta lo cual aumentaba mi curiosidad, por otro lado, todas disfrutábamos de la vista de su enorme espalda. He de mencionar que el rechinido de la fibra pasar sobre la textura blanca era algo muy efímero pero molesto a la vez. Estuve a punto de reprochar por tal lentitud cuando finalmente acabó y volteó a nosotros dejando libre el lado escrito de la pizarra. Gracias a Dios antes de que suelte una barbaridad, no tengo mucha paciencia que digamos. Mi vista fue directa allí y de pronto sentí como mi boca se secó, mi rostro se puso rojo de pronto y mi respiración se aceleró. No sé si en otra ocasión de mi escasa y turbia vida he tenido esta sensación de casi desahuciarme en tan solo unos segundos, quizás mis sentidos alterados estén haciendo que mi sistema falle y me provoque un infarto prematuro. Fausto Villanueva. Parpadeo varias veces intentando corroborar de que no sea un error de visión, pero lo descarto de inmediato al escucharlo salir de sus labios. —Yo soy el profesor Fausto Villanueva, como les mencioné con anterioridad mi materia a impartir es Derecho Penal, vamos a ir viendo todo según el plan de estudios que ustedes poseen en sus respectivas guías, pero antes me gustaría dejar en claro algunas reglas: — tomó una botella de agua que posaba de su escritorio y bebió un sorbo para luego proceder, su tono de voz bastante gélido y firme iba ascendiendo a medida que caminaba por el lugar. —Si bien la calificación es un punto fundamental en cualquier materia, también lo es el respeto, la educación y sobre todo el cumplimiento de las tareas y participación en clases. Cabe recalcar que no tendré ninguna consideración por nadie — al decirlo su vista se posó en mí y pronto noté como se volvió pálido. Vaya...definitivamente es él. Desgraciado. Arqueo mis cejas mirándole con desagrado, logrando así que salga de su trance y se recomponga. Carraspeó su garganta y procedió a caminar a su mesa, sentándose en la silla y soltando un suspiro. —Bien, dejando en claro el punto anterior, me gustaría que todos y cada uno de ustedes procedan a presentarse con su nombre, apellido y edad comenzando por ti — Me señaló sin rodeos y miró expectante. En principio los nervios parecían querer carcomerme, pero como si de brujería se tratase, la imagen de mi abuela apareció en mi mente haciendo que ponga mi cabeza en alto. Bien, es tu oportunidad de comenzar con esto. Me levanté de mi asiento y empecé —Bueno, mi nombre es Carmín Altamirano y tengo veintiun años — —Carmín — susurró — bonito nombre...y dime Carmín ¿Por qué decidiste estudiar derecho? — Para vengarme. —Oh pues, desde que he sido pequeña mi sueño ha sido ser abogada, sobre todo porque mi abuelo lo fue y pues me encantaría seguir su legado, él me ha enseñado muchas cosas y ahora me toca a mí aprenderlas por cuenta propia — di mi mejor sonrisa logrando que se quede hipnotizado. Si, suelo causar ese efecto en los hombres... Vaya, que modesta soy. —¿Profesor, se encuentra bien? — pregunté un poco ya incomoda debido al silencio y las otras miradas encima. —Eh si, perdón es que...tú me recuerdas mucho a una persona — —¿Ah sí? Espero que no sea un mal recuerdo — —No, no, créeme que no es para nada malo — Imbécil. —Puedes tomar asiento, que siga el de alado — Luego de ello, los demás empezaron con sus presentaciones, pero su vista estuvo todo el tiempo puesta en mí. Ay Fausto, Fausto...¿Recién comenzamos y ya caíste? Esto va a ser más fácil de lo que pensé.
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