La condición

1160 Palabras
Narra Alejandro Era oficialmente el nuevo director ejecutivo de Empresas Torres, dos años antes de lo previsto. Pasé el fin de semana celebrandolo con mis amigos, al final de la noche una chica me acompañó a mi departamento donde tuvimos una noche de sexo increíble. Todavía tenía un poco de reseca y dolor de cabeza. Pero era lunes por la mañana y estaba a punto de entrar a la oficina de mi padre, el cual me había enviado un mensaje temprano citandome a su oficina. Quizás quería celebrar conmigo mi nuevo título. Toque la puerta. —Pasa hijo–ingresé y él me pidió que tomara asiento–¿Celebrando el fin de semana? Sabes que a partir de ahora no tendrás dias libres. Debes dejar esa vida de libertinaje. Le decía a papá, y a mí mismo, que para cuando me tocara ser la cara de la empresa, tendría todo bajo control. En el fondo, sabía que le mentía. ¿Quién demonios querría ser un tipo serio, trajeado y sin sexo como papá? —Lo se papá –respondí sin muchos animos ¿Listo para hablar? ¿Para que verias verme? Me dirigió una de sus famosas miradas agudas y reprendientes —a las que me había vuelto inmune alrededor de los quince años— y suspiró. —Voy directo al grano–dijo haciendo una pausa—.Ha habido un ligero cambio en relación con tu nuevo puesto como CEO. De repente, mi dolor de cabeza desapareció y mi sentido comercial se puso en alerta máxima. Me senté más erguido. —¿ Un ligero cambio?—entrecerré los ojos al verlo empezar a caminar de un lado a otro. Papá caminaba de un lado a otro cuando estaba molesto o nervioso. —Ha ocurrido un desafortunado giro de los acontecimientos y tengo que cumplir mi palabra. —Dilo ya—la mención de mi nuevo título me puso nervioso. Tenía un mal presentimiento sobre lo que se avecinaba. Papá se aclaró la garganta y dejó escapar un largo suspiro. —Vicente fallecio— bajó la voz, con un marcado tono de dolor—. Hace dos días. Me quedé atónito. —Mierda. Papá, lo siento— Vicente Córdoba era su mejor amigo. Su amistad duró dos décadas. Estoy bien. Llevaba un tiempo sintiéndose mal, así que era de esperar... Asentí solemnemente. Había oído que estaba enfermo, pero no le di importancia, demasiado absorto en mis propios problemas. —No es que parezca que no me importa la muerte de tu amigo, pero ¿qué tiene eso que ver con que yo tome el control de la empresa?— de nuevo, miré con recelo el sobre que aún sostenía. —Antes de morir Vicente me vendió su empresa. Arqueé las cejas. Siempre habían sido rivales en los negocios a pesar de su amistad, así que no me sorprendió. —Un logro más para nuestra empresa—dije encogiéndome de hombros—¿Es eso lo que ansiabas decirme? —Hay más. Vicente me vendió la empresa con una condición. Una que pensé que te beneficiaría: tendrás que casarte. Sus palabras no me convencieron al instante, así que lo miré con la mirada perdida durante unos segundos. Cuando lo que dijo sí me convenció, casi me reí, porque seguro que bromeaba. La sola idea de sentar cabeza me aterrorizaba. Por eso me divertía con mujeres —muchas— para acallar mi miedo. Todo fue culpa de mis padres. Su relación era... digamos que he visto tanta toxicidad que dejaría a cualquier niño marcado de por vida. Sinceramente, no sabía por qué no se habían divorciado ya. —Bien dicho, papá. Nunca pensé que fueras de los que hacen bromas pesadas. Las cejas de él se fruncieron en el puente de su nariz. —Hijo, hablo en serio. El nuevo requisito para tu puesto de director ejecutivo es que te cases... con Bianca Córdoba. El papeleo se preparó hace tiempo. Pensé que Vicente estaba exagerando al enfermarse. No pensé que el viejo... La tristeza nubló sus ojos, pero no pude consolarlo. Seguía pensando en ese nombre: Bianca Córdoba. Tras un rato de silencio, me eché a reír. Papá esperó, con cara de fastidio. Al ver que no había esbozado una sonrisa y que había un destello de culpa en sus ojos, me serené. Al instante, conecté con esa parte de mí capaz de ser seria. —Papá, explícame ... Golpeó el sobre repetidamente y suspiró. —No hay mucho que explicar. Cásate con Bianca y conservarás tu título. Como dije, tengo que cumplir mi palabra con Vicente.. y hay aspectos legales. Estaba confundido y al borde del pánico al pensar que me arrebataran lo único por lo que me había esforzado tanto. De algo estaba seguro: prefería cortarme el pene antes que casarme con Bianca Córdoba. Hacía años que no la veía. ¿Ahora papá quería que me casara con ella? ¿ Qué demonios ? Me puse de pie y dije: —No. No me voy a casar con nadie para conservar lo que me costó tanto. Me gané mi título. No puedes cambiar las reglas sin más. —Sabía que me lo pondrías difícil, por eso no lo mencioné antes. Mira, Alejandro, esta es la única vez que no te saldrás con la tuya. Cásate con Bianca y sigue al frente de la empresa o niégate y tendré que seguir en el puesto. Dentro de un tiempo, quizá tu hermano... —¡Sobre mi cadáver! —Pensé que te sentirías así. Mi padre se mostró algo presumido al entregarme el miserable sobre blanco. Quise lanzarle algo. La noticia de la muerte de Vicente me hizo controlar la ira. Apenas. Si perdía los estribos como de verdad quería, le daría al viejo otro infarto. —Esto es para Bianca. Pensé que sería apropiado que se lo dieras, así podrías proponerle matrimonio de una sola vez–sonrió—.Supongo que a ella tampoco le hará mucha gracia el acuerdo, pero, con tu puesto de director ejecutivo en peligro, estoy seguro de que serás bastante persuasivo. —Esto es una mierda y lo sabes— fue lo único que pude decir. —Puede que ahora te parezca así, pero tengo el presentimiento de que las cosas saldrán a tu favor, ahora tengo asuntos que atender en mercadotecnia, me voy—creí ver un brillo de alegría en sus ojos antes de que cruzara la puerta, pero podía estar equivocado. Sabía que haría lo que fuera por Empezas Torres. Él es un conspirador que me tendió una trampa. ¿Para qué ? ¿Para cumplir el último deseo de su querido amigo? ¿Para obligarme a sentar cabeza? Enfadado y confundido, me pasé los dedos por el pelo con agresividad; mi gruñido resonó en la habitación. ¡Caramba!, iba a hacerlo. Iba a ver a Bianca. Me sentía mal, pero la empresa que dirigí entre bastidores durante tanto tiempo no me la arrebatarían.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR