04 de diciembre
Abril abandonó la oficina de su editor hecha un torbellino. Daba pasos largos y rápidos apretando su Ipad con fuerza entre sus brazos. Era la décima vez que rechazaban sus propuestas y le volvían a indicar que debía escribir sobre la farándula y limitarse a cortas notas para r************* .
Llevaba tres años en el periodico, había terminado su maestría en comunicación social y seguía estancada en un puesto del que parecía no poder salir.
Esperaba el ascensor con el ceño fruncido y los labios apretados cuando alguien le habló.
-¿No me gustaría ser el responsable de esa furia? - le dijo un joven de cabello rubio desmechado hasta el nacimiento de su cuello, que llevaba varios papeles en una mano y un casco de moto en la otra.
Abril lo miró sin terminar de comprenderlo, pero cuando las puertas del ascensor se abrieron y pudo ver su reflejo en el espejo, entendió a lo que se refería.
Buscó los ojos del joven en el espejo y le regalo una escueta sonrisa. Se veían tan diferentes uno al lado del otro. Abril era alta y delgada, tenía el cabello lacio de un rubio apagado y los ojos marrones de gran tamaño, vestía una falda entallada hasta las rodillas de color n***o y una camisa con un gran volado en color celeste, a tono con los zapatos de taco bajo, pero elegantes. El joven llevaba una remera de Pink Floyd, bastante desgastada, unos jeans negros angostos y una zapatillas acordonadas del mismo color. Parecía desentonar con el resto de los que trabajaban en la oficina, pero cuando detuvo sus ojos negros en ella, por un segundo olvidó donde estaba.
Subieron al ascensor y cuando las puertas se cerraron él se colocó los papeles bajo el hombro y le ofreció su mano.
-Hola, soy Ciro, el nuevo cadete. Rodri consiguió otro trabajo y me dejó su puesto. -le dijo desprejuiciado.
Abril estrechó su mano y lo miró sin terminar de comprender. No tenía idea de que el anterior cadete se llamara Rodrigo y menos que se hubiese ido. Ella se limitaba a quedarse en su box y escribir, incluso almorzaba allí, gracias a la comida que una de sus amigas, solía prepararle.
-¿Tuviste un mal día?- le preguntó Ciro, ignorando la falta de respuesta frente a su presentación. Ella sacudió su cabeza y se giró para mirarlo.
-Disculpame, sí, terrible. Me llamo Abril, soy cronista eterna de la sección de espectáculos. - le dijo con resignación.
-Parece que no te gusta mucho tu puesto.- le respondió él, a lo que ella asintió apretando sus labios.
-No es que no me guste, es que después de tres años pensé que me permitirían crecer, pero mi jefe es un retrógrado y siempre rechaza mis ideas. - le dijo, sin saber muy bien por que lo hacia.
-¿José? - le preguntó él haciendo que ella se llevara las manos a la boca para que sus palabras vuelvan a entrar.
-¿No me digas que lo conoces?- le preguntó ella arrepentida.
-Algo así, pero te digo que comparto tus referencias. - le dijo enseñándole una sonrisa que de repente le pareció demasiado seductora.
En ese momento las puertas del ascensor se abrieron y los dos descendieron.
-Eh… yo iba a la cafetería. - le dijo ella dubitativa, sin saber muy bien cómo despedirse.
-Yo tengo que seguir recorriendo el microcentro, pero espero que nos crucemos pronto.- la saludó él comenzando a caminar hacia la puerta, pero luego de dar un par de pasos giró y volvió para darle un beso en la mejilla.
-Chau Abril, ojalá mejore tu día. -agregó y esta vez sí salió del edificio dejando a Abril con una rara pero dulce sensación que la hizo sonreír.