¡Excelente! Lo recordaba todo. Cada detalle comenzó a caer en su lugar, y la sensación de vergüenza aumentaba con cada segundo. Me acosté con Dylan Reed, no solo una vez, sino dos veces, se dijo así misma. Era un hombre con quien no tenía ningún lazo más allá de los rumores, un completo extraño para ella, excepto por su fama de ser alguien peligroso. ¿Qué demonios estaba pensando?
Estoy condenada.
—Maldición... —murmuró para sí misma, sintiendo que el suelo se abría bajo sus pies. Podría perdonarme por lo que hice anoche mientras estaba borracha, pero... ¿hacerlo de nuevo esta mañana, estando completamente sobria? Camila cerró los ojos con fuerza. Debo estar loca.
—¿Estás ahí? —La voz de Dylan la sacó de su espiral de pensamientos. Levantó la cabeza y lo vio acercarse, su mirada tranquila, como si nada fuera extraordinario en lo que había sucedido entre ellos.
Antes de que pudiera decir algo, él la rodeó con sus brazos, tirándola hacia su cuerpo en un abrazo firme. Camila sintió la calidez de su contacto, pero su mente seguía luchando por entender cómo habían llegado a este punto.
—Puedes volver a dormir. No te dejaré, te lo prometo. —Le susurró mientras la envolvía con la manta.
No. No quiero dormir. Solo vete. Por favor. Los pensamientos de Camila eran un caos, pero no sabía cómo expresar lo que sentía.
Dylan se acomodó junto a ella, levantando una pierna sobre la suya, envolviéndola completamente. ¿Cómo puede estar tan tranquilo?
No podía entenderlo. Me trata mejor de lo que esperaba. Cuando lo hicieron de nuevo por la mañana, él fue considerado, cuidadoso. ¿Le agrado de alguna manera? La pregunta flotaba en su mente, pero no lograba encontrar una respuesta que hiciera sentido.
—Dylan... —Camila murmuró, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo. Su voz sonó más débil de lo que había planeado. Él emitió un leve zumbido, animándola a continuar—. ¿Por qué... por qué me tratas así?
El silencio que siguió fue denso, y el corazón de Camila latía con fuerza en su pecho. ¿Está enojado? ¿Decepcionado? ¿Por qué suspiró de esa manera? Las preguntas rebotaban en su cabeza, pero no se atrevía a interrumpir el silencio.
—Camila... —Finalmente, su voz rompió la tensión, pero permaneció calmada—. ¿Todavía no recuerdas todo? —La pregunta quedó suspendida en el aire, y su siguiente sugerencia hizo que el estómago de Camila se hundiera—. ¿Deberíamos hacerlo de nuevo para que recuerdes lo que me prometiste antes de que todo esto comenzara?
¿Qué le prometí? ¿De qué habla? La mente de Camila se nublaba con cada palabra suya. Intentaba recordar, pero todo era un borrón de alcohol, emociones desbordadas y arrepentimiento. No importa cuánto lo piense, no entiendo por qué me trata así. Era tan extraño... ¿Acaso no debería estar furioso con ella? ¿Debería sentir desprecio? En cambio, su trato era casi... tierno.
—¿O planeas olvidar todo lo que pasó después de robar mi primera noche?
¿Su primera noche?
Los ojos de Camila se abrieron de par en par, incapaz de creer lo que acababa de oír. ¿Su primera vez? Dylan Reed, el hombre del que se decían tantas cosas, el monstruo de los rumores, ¿había sido virgen hasta esa noche? Su mente se tambaleaba con la revelación. ¿Cómo era posible?
—¿Tu primera noche? —repitió, incrédula. ¿Está molesto por haber perdido su virginidad conmigo? Camila se sintió atrapada en una maraña de emociones que no sabía cómo procesar.
Dylan la miró con una expresión que no supo descifrar, pero era imposible ignorar el leve rastro de amargura en su sonrisa. ¿Cómo alguien como él se preocupa por algo así? Camila nunca habría imaginado que esto significara tanto para él.
—¡También es mi primera noche! —Las palabras escaparon de los labios de Camila antes de que pudiera detenerse. Su cerebro se congeló, y por un momento, no pudo procesar lo que acababa de decir. ¿Por qué dije eso? pensó, sintiéndose estúpida por abrirse de esa manera.
Dylan la miró fijamente, sus ojos serenos, como si nada estuviera fuera de lugar.
—Sí, lo sé. —respondió con una sonrisa que solo empeoró el nudo en su estómago—. Son nuestras dos primeras noches, así que es razonable asumir la responsabilidad del otro, ¿no lo crees?
¿Responsabilidad? Las palabras de Dylan la envolvían como una red. ¿Me está amenazando? Camila sentía que su piel se tensaba, y aunque él sonreía mientras hablaba, algo en su tono la inquietaba profundamente. Los dos somos adultos, y no lo forcé… ¿o sí?
—Camila, ¿realmente olvidaste lo atrevida que fuiste anoche? —dijo él, con una mezcla de diversión y seriedad en su voz—. Como era nuestra primera vez, supuse que serías gentil y reservada, pero... —hizo una pausa—. Los leones de la jungla probablemente serían tímidos comparados con tu fiereza.
¿Qué? Camila sintió que su cara se ponía roja. ¿Así distingue él entre expectativa y realidad? Las palabras de Dylan no hacían más que aumentar su confusión y vergüenza. Esto no puede estar pasando.
Dylan continuó, inclinándose hacia ella, sus ojos fijos en los suyos.
—Acepté valientemente tus llamas con los brazos abiertos. Ni siquiera pienses en huir después de lo que has hecho. —La seriedad en su mirada la dejó paralizada—. También dijiste que no tienes pareja, así que supongo que no será un problema para nosotros casarnos.
¿Casarnos?
—Espera un minuto. —Camila levantó una mano, desesperada por detenerlo antes de que la conversación fuera más allá de lo que su mente podía soportar.
—¿Por qué? —preguntó Dylan, inclinando la cabeza ligeramente, como si fuera una simple cuestión de lógica—. ¿No quieres casarte todavía? —Su tono era despreocupado, pero había una intensidad subyacente que no podía ignorar—. Estoy bien con las citas si eso es lo que prefieres... Solo por ahora.
¿Citas? ¿Matrimonio? Camila apenas podía seguir el ritmo de lo que estaba sucediendo. Estoy hablando con Dylan Reed, se recordó. Ese nombre, esa reputación, todo lo que había escuchado sobre él no encajaba con la situación en la que se encontraba. Puede que sea agradable por ahora, pensó, pero... ¿qué planea realmente?
—Dylan, esto no tiene sentido. —Finalmente encontró su voz—. No puedes estar hablando en serio. Apenas nos conocemos... y...
Él la interrumpió, apretando ligeramente su mano.
—Camila, ¿por qué no estaríamos hablando en serio? —sus ojos brillaban con una determinación que la hizo estremecer—. No estoy bromeando. No quiero que esto sea solo una aventura. Quiero más. Tú dijiste anoche que querías lo mismo.
¿Yo qué? Su mente retrocedió al caos de la noche anterior, pero no lograba recordar haber dicho algo así. ¿Lo dije? ¿De verdad lo dije?
—No es una decisión que puedas tomar a la ligera. —continuó Dylan, su tono volviéndose más suave—. No te estoy pidiendo una respuesta ahora, pero... lo que pasó entre nosotros no fue solo un error.
Camila sintió que su mundo se estrechaba. ¿De verdad había sugerido matrimonio mientras estaba borracha? La idea la hacía querer hundirse en la cama y desaparecer.
—No espero que tomes decisiones precipitadas, pero quiero que sepas lo que siento. —Dylan la miró intensamente—. No voy a retroceder.
¿Retroceder? Camila lo miró, sus pensamientos girando como una tormenta.
—Esto es real, Camila. Y si no quieres verlo ahora, lo entenderé, pero... —Dylan hizo una pausa, bajando un poco la mirada antes de volver a clavar sus ojos en los de ella—. No dejaré que huyas tan fácilmente.