Capítulo 1
El chico de cabello azul eléctrico sollozaba con sus piernas colgando de la orilla de aquel muelle, desde ahí veía aquel océano que se extendía sin límites, el agua se veía oscura por la noche, pero Kim TaeOh distinguió la luna reflejada en aquel océano. También distinguió su propio reflejo en el que se vio siendo patético llorando por una chica que rechazó sus sentimientos.
"Debí hacerlo desde un principio"
Sollozó y más lágrimas cayeron por sus mejillas, su nariz estaba roja, su corazón estaba hecho en mil pedazos, se sentía tan...triste y decepcionado.
¿Por qué An MinAh tuvo que iniciar una relación con el hijo de su jefe, Kang JiHoon? Aunque muchos le llamaban Leo, el chico siempre había sido simpático con Tae, pero ahora lo odiaba, lo odiaba por robarle el corazón a la chica que él tanto amaba.
Kim TaeOh era un simple mensajero de la empresa, iba y venía entregando los sobres, correos, entregas, carpetas, papeles, encargos y todo en su bicicleta. Solía ir de una empresa a otra, sólo eso, conoció a MinAh en el ascensor, la chica iba conversando animadamente con una de sus compañeras y Tae desde ese instante no pudo quitarle el ojo.
Ahora entendía que ella nunca sintió lo mismo.
— Soy un idiota—arrojó al agua aquel brazalete que él iba a regalarle cuando se confesara. Había gastado la mitad de sus ahorros en ese estúpido accesorio de oro puro, todo para nada—Eres un estúpido, TaeOh—limpió sus mejillas queriendo llorar aún.
— ¿Esto es tuyo? —preguntó una voz femenina que le hizo ver al agua. Allí frente a él había una joven de cabello azabache con reflejos azules, sus labios eran delgados, sus ojos eran de un azul tan intenso como su cabello y su piel era pálida, aquella chica en el agua sostenía su brazalete.
— Era—contestó sonando su nariz intentando respirar mejor, se limpiaba con la manga de su camisa—Puedes quedártela.
La chica frunció su ceño, apretó sus labios admirando aquel brazalete, tenía pequeñas estrellas incrustadas alrededor del accesorio como si bailaran, miró al chico quien lucía muy triste y.…por alguna razón ella no quería verlo así.
"¿Los hombres también sufren por amor?"
Fue lo que se preguntó.
— Eres muy joven para tener un corazón roto.
— ¿Qué? —Tae la miró. Ahora que entraba en razón, ¿Cómo una chica estaba en el mar a esas horas de la noche? —¿No tienes frío? —ella no tenía una camisa que la protegiera, Tae podía ver sus hombros a la perfección, aunque su cabello cubría su pecho al ser largo.
— ¿Te preocupas por mí? —se sorprendió—Mmm... ¿Quieres decirme por qué estás llorando...TaeOh?
— ¿Cómo...sabes mi nombre?
— Te escuché decirlo hace un minuto cuando maldecías todo—sonrió dulcemente, esa chica era tan linda según Tae—Estoy acostumbrada a ver a las mujeres llorar por alguien, pero tú...—señaló—Eres el primer chico que veo llorar.
TaeOh se sintió tan avergonzado que miró sus manos balanceando sus piernas.
— Lamento que conozcas a un idiota como yo...—suspiró decaído—Sí, estoy llorando por alguien que...suponía sentía lo mismo que yo.
La joven asintió comprendiendo. Mordió su labio pensativa moviendo sus brazos en el agua, TaeOh podía jurar que ella no tenía ropa superior. Su cabello solamente cubría sus pechos y eso le hizo sonrojar.
— Nunca me he enamorado, TaeOh, lamento no poder aconsejarte—admitió apenada.
— Descuida—se encogió de hombros—¿Cómo te llamas?
— Larisa, puedes decirme Lari—le regaló una linda sonrisa que Tae correspondió, de repente sentía mucha paz y tranquilidad.
— Larisa—repitió curioso—Es...bonito.
— Gracias, el tuyo también...TaeOh—sonrió de nuevo teniendo el mismo efecto en el chico—Eres muy joven para llorar por alguien, tengo entendido que el mundo es muy grande para que sólo te enamores de una persona.
— Pero es que...creí que ella sentía lo mismo que yo...
— ¿Te rechazó porque ama a alguien más?
— Sí, es el hijo del jefe—bufó, de repente ya no tenía deseos de llorar, pero quedaban rastros de esa tristeza, hablaba sereno con esa voz grave—Una chica como ella siempre busca lo mejor...—suspiró—Le compré ese brazalete creyendo que sería el primer regalo que le daría como novios, pero ella lo rechazó, ama a ese chico y.…yo sólo soy...un tonto mensajero.
Larisa escuchaba con atención, ver aquel chico así le entristecía y por eso es que le había trasmitido paz y tranquilidad, no quería escucharlo de esa forma. Sonrió ante una idea.
— Hagamos un trato, TaeOh—el peliazul la miró—Cada noche que vengas al muelle, yo estaré para ti, seré una buena amiga y tú serías el primer amigo que tendría.
— No tienes que hacer eso, las personas siempre mienten, al final te olvidarás de mí y fallarás tu promesa...
Ahí estaba el dato, Larisa no era el cien por ciento una persona.
— Confía en mí, te doy mi palabra—extendió su brazo a él ofreciéndole el brazalete—La próxima vez que vengas y yo cumpla lo que digo...aceptaré este brazalete.
TaeOh miró el accesorio y luego a ella. Lucía muy segura, suspiró extendiendo su mano tomándola, sus dedos rozaron la mano de la chica y estaba fría, quizás por la temperatura del agua, pero era suave esa piel.
Miró el brazalete frunciendo el ceño cuando éste de repente era azul como su cabello y los ojos de aquella joven, miró al agua sin encontrarla allí, estaba solo.
— ¿Qué? —se inclinó intentando encontrarla, pero en su lugar, el pobre chico acabó cayendo al agua como tonto.
Kim TaeOh había entrado a un nuevo mundo en el momento que aceptó su amistad con esa chica.