Capítulo 6

1211 Palabras
TaeOh despertó temprano debido al hecho que tenía que trabajar, SungMin ya se había ido a la agencia hace una hora por lo cual el peliazul no le vio, ni siquiera escuchó la puerta cerrarse, con cuidado entró al cuarto donde Larisa había dormido, la chica estaba abrazada a la almohada con su cabeza fuera de ella, las sábanas cubrían su cuerpo hasta la mitad de su abdomen, Tae admiró esa melena oscura toda enredada y algo despeinada, al ver la hora en el despertador recordó que debía trabajar. — ¿Lari? —movió su brazo con cuidado— ¿Lari? ¿Me escuchas? — ¿Mmm? —entreabrió sus ojos distinguiendo a TaeOh, esa figura le recordó donde estaba, las sirenas en el mar rara vez dormían por la incomodidad, además, era cierto que respiraban debajo del agua, pero muchas iban a superficie la mayor parte del tiempo— ¿Qué sucede? — Debes levantarte, iremos a mi trabajo. — ¿Trabajo? —se incorporó restregando sus ojos. — Buenos días, por cierto—se sentó en la cama— ¿Dormiste bien? —la miró con atención. — Es cómoda tu cama—asintió. — Supongo que no es tan cómodo dormir en el mar... — La mayor parte del tiempo duermo en las rocas, preferiblemente en cuevas subterráneas, así la luz no me molesta—sonrió somnolienta bostezando—He escuchado que los humanos pasan toda su vida trabajando. — Si no lo hacemos no hay dinero y si no hay dinero, no hay comida. — Oh, estaba deliciosa la comida de anoche. ¿Son...sándwiches? —Tae asintió—Sí, eso, SungMin los preparó muy rico—sonrió—Por cierto, ¿Dónde está? — En el trabajo también, es modelo de una agencia, sale en revistas, comerciales, pasarelas y es muy bueno—comentó—Creo que dentro de poco tendrá un evento. — Oh, ¿Por qué no me dijiste que le mentiríamos a tu amigo? — Lo olvidé—rascó su cabeza—Soy distraído, lo siento, pero ahora si te digo, en mi trabajo creen que eres una amiga que vino de España... — Algunas sirenas se fueron allí—interrumpió. — ¿Nadaron desde Seúl hasta España? —abrió sus ojos como platos. — Sí, han ido por todo el mundo, ¿Recuerdas que te dije que no importa los años nosotras no envejecemos? —el chico asintió—Muchas ya han tenido experiencias en Corea y se aburren, deciden conocer otras tierras. TaeOh no pudo ocultar ese asombro y no dudó en preguntar. — ¿Has viajado también? — No se me ha antojado—se encogió de hombros.     TaeOh llegó al trabajo justo a tiempo, después de hacer el desayuno en casa e indicarle a Larisa lo que estaba preparando y como lo hacía, habían llegado, le gustaba mucho el conjunto que llevaba puesto la chica, se había sorprendido cuando ella misma se hizo una larga trenza en su melena, cuando le pidió que esperara con la bicicleta notó que los que pasaban se le quedaban mirando a la chica. — Buenos días, TaeOh—saludó una voz femenina cuando esperaba el ascensor, su corazón latió como loco y una tonta sonrisa apareció en sus labios. La chica tenía un cabello oscuro que caía ahora suelto por su espalda con leves ondas en las puntas, tenía unos tacones que hacían eco al caminar. — Buenos días, MinAh—sonrió con nerviosismo. — Veo que viniste acompañado—señaló y el peliazul volteó a mirar. Larisa esperaba pacientemente con su bolso en la espalda mirando cada cosa con atención—Es linda, ¿Es tu prima? — No, ella es...una amiga—volvió a ver a la chica frente a él—Vino de España y estará un tiempo con nosotros... — ¿Y la trajiste al trabajo? —preguntó con curiosidad, pero ella no dejaba de ver en dirección a la chica, no estaba muy contenta que digamos—Ah, Tae—sonrió por hipocresía—No combines el trabajo con lo personal. TaeOh quiso decirle que eso aplicaba para ella con Leo, pero las puertas del ascensor se abrieron y la conversación acabó entre ellos.     Larisa estaba más que distraída mirando los autos, los edificios alzarse a su alrededor, las personas caminando metidas en sus asuntos, las calles de asfaltos, algunas mascotas que los humanos paseaban, niños corriendo, etc. Los humanos hacían demasiadas cosas desde su punto de vista. Miraba en silencio como TaeOh entregaba sobres, carpetas o cartas, le parecía simple lo que hacía, en una oportunidad cuando debió esperar fuera de otro edificio sonrió por la tienda a un lado de éste, era una tienda de mascotas, había unos cachorros en adopción, gatitos, aves y unas cositas peludas que movían su nariz graciosamente. — ¡Aquí estás! —Tae se acercó a ella al salir del edificio. — TaeOh, ¿Cómo se llaman esas cosas? —quiso saber señalándolo en la ventana. — Estos son conejos y estos son hámster—indicó sonriendo divertido por su reacción— ¿Las sirenas tienen mascotas? — ¿Mascotas? —miró a TaeOh—No, la verdad es que estamos acostumbradas a vivir con todo tipo de peces, incluso los tiburones o ballenas son amables con nosotros—borró la sonrisa por la expresión de horror del chico— ¿Qué sucede? — ¿Has estado cerca de un tiburón? — Sí, muchas veces, delfines, medusas... — Los humanos consideramos muchos animales como peligrosos, estos que ves aquí...—señaló—Son los que encontrarás muchas veces en las familias o en sus casas. Larisa miró a los animales pequeños sonriendo y luego miró a Tae. — ¿Has tenido mascotas? — Sí, una vez, tenía cuatro años, era el perro de mi madre y éste acabó escapando de casa una noche—se encogió de hombros—Nunca más volvimos a verle—tomó su mano—Ven, lo veremos de cerca. Entraron a la tienda tomados de la mano, Larisa vio como TaeOh cargaba uno de los gatitos y lo acariciaba, la chica temerosa acarició sus orejitas. Estuvieron unos minutos allí hasta que debieron volver a la bicicleta para seguir trabajando. — ¿Podemos adoptar uno de esos perros? —pidió. — Recuerda que sólo te quedarás una semana, ¿Qué pasará cuando regreses? La chica hizo un puchero subiendo a la bicicleta, abrazó a TaeOh mirando con pesar aquella tienda alejarse, le hubiese gustado tener una mascota, pero sabía que el peliazul tenía razón.     La última entrega que TaeOh hizo fue en la empresa, cuando él iba saliendo también lo hacía JunHo. La noche había comenzado a caer en la ciudad y Larisa estaba cansada, sus pies dolían, por eso no pensó en sentarse en el suelo mirando sus zapatillas rosadas que hacían juego con su ropa, realmente sus pies dolían. ¿Cómo los humanos vivían con ese constante cansancio? Larisa sentía que moría. — Lari—escuchó su voz y subió la mirada. TaeOh iba acompañado de un chico con cabello rojo, a Larisa no le gustó, ese chico le intimidaba—Él es Jeon JunHo... ¿Qué haces aquí en el suelo? — TaeOh, estoy cansada, siento que mis piernas van a romperse—movió sus pies, JunHo sonrió de lado admitiendo para sus adentros que esa chica era muy bonita...pero no parecía española. Tae tomó su mano ayudándola a colocarse de pie, la chica miró a JunHo y tuvo que presentarse sin muchos ánimos. — Me llamo Larisa, gusto conocerte. — El gusto es mío, TaeOh estaba ansioso porque llegaras—se sonrojó ligeramente— ¿Realmente eres de España? Lo digo porque... — Larisa es de padres coreanos—se apresuró a decir Tae rodeando los hombros de la chica—Ellos se la llevaron de aquí cuando era niña—sonrió. — Sí, sí—asintió—TaeOh, ¿Podemos volver a casa? Enserio estoy cansada. El peliazul asintió, quizás había sido mucho para la chica, no estaba acostumbrada a tanto movimiento y ajetreo. — Te veo el lunes, JunHo. — Hasta el lunes—el pelirrojo los vio alejarse en la bicicleta, pero sus ojos no se apartaron de la chica que apoyó su cabeza en la espalda de su amigo. Esa Larisa era realmente muy hermosa.
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