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Amor en Duelo.

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Descripción

Samantha, una entrenadora de vóley ball de toda la vida en la Secundaria General 87, ha llevado a su equipo a campeonatos estatales durante más de 15 generaciones. En su última temporada antes de jubilarse, surge Jareth, su antiguo amor de secundaria, como su rival al frente de la Secundaria 101. Aunque siempre derrotó a la secundaria 101, ahora con Jareth al frente las cosas han cambiado. Samantha lo odia no solo por quitarle la oportunidad de retirarse invicta, sino porque él fue su primer y último amor, quien la dejó plantada en el altar.

Decidida a no dejar que Jareth le arrebate más, Samantha se embarca en una misión para mantener su legado intacto. Mientras tanto, Jareth busca demostrarle que ya no es el mismo que la lastimó en el pasado y que, a pesar del tiempo, todavía pueden encontrar la felicidad juntos. La cancha de vóley se convierte en el escenario de su reencuentro, donde se entrelazan la pasión por el deporte y la oportunidad de redimir un amor perdido.

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1. ¡Vamos chicas!
—Bien, chicas, ya sabemos lo que debemos hacer — les dijo Samantha a su equipo. —¡Ganar! Eso es lo que haremos — exclamaron todas, colocando sus manos enfrente y formando un círculo. En ese momento, Samantha y su equipo se encontraban a punto de enfrentarse a la secundaria 101, su mayor rival en los campeonatos estatales. Durante más de 20 años, ambos equipos se han enfrentado en estas competiciones, y Samantha ha logrado llevarse el trofeo a casa en cada ocasión. Por lo tanto, no podían bajar la guardia en ningún momento ni bajo ninguna circunstancia, incluso si el partido parecía ser solo amistoso. Samantha se sentía orgullosa de haber iniciado esa rivalidad cuando asumió el mando del equipo en su antigua escuela secundaria, que en ese momento era la peor en ese deporte, transformándola en la mejor de todo el condado de Bretaña. El ambiente en el gimnasio, donde se llevaría a cabo el encuentro, estaba caldeado, especialmente cuando ambos equipos cruzaron la cancha. —¡Bien, chicas, no me decepcionen! —¡No lo haremos! — gritaron las chicas. El primer saque vino de la secundaria 101. El balón se movía en el aire, pasando de un lado a otro hasta que cayó dentro de la cancha del equipo de la secundaria 87 de Samantha. —Vamos, chicas, ustedes pueden hacerlo — las animaba Samantha desde fuera de la cancha. Los gritos de los visitantes apoyando a la secundaria 101 solo aumentaban el estrés para ella. —¿Cómo es posible que no puedan remontar? Novata — se refirió a la nueva integrante del equipo. —Mi nombre es... —No me importa tu nombre en este momento. Tú entras por Abigail. ¡Abigail fuera! — le gritó a su zaguera izquierda. Después de ese primer balón clavado en su cancha, muchos más siguieron, y tras una hora de partido, el narrador dio por concluido su trabajo diciendo: —Y así concluye por primera vez, con las chicas de la secundaria 87 siendo derrotadas por la secundaria 101. ¿Será que el reinado de las chicas de Samantha está llegando a su fin? Samantha no podía creerlo; era la primera vez en 20 años que sufrían una derrota contra la secundaria 101. —¿Qué diablos les ha pasado? — les preguntó Samantha a sus chicas. —No lo sabemos, es como si fueran otras. —No se puede mejorar de la nada — dijo Samantha enfadada. —Tal vez sea porque tienen a un nuevo entrenador — interrumpió el asistente de Samantha. —¿Un nuevo entrenador? — preguntó ella. —Sí, desde el inicio de esta temporada, las chicas de la secundaria 101 tienen un nuevo entrenador. Creo que su nombre es Jareth O’Brien. Al escuchar ese nombre, el rostro de Samantha palideció de pronto, trayendo consigo un montón de recuerdos amargos de años atrás. —¿Pasa algo, entrenadora? — le preguntaron sus jugadoras. —No, no me pasa nada — les respondió ella a sus chicas — sé que están cansadas, pero el haber perdido un juego que debieron ganar las hace merecedoras de un castigo. Diez vueltas a la cancha. —¿Pero, entrenadora? Hoy es nuestra fiesta de primavera. Susan podría ganar para ser la reina del baile — dijo una de las chicas. —Sí, saben lo que significa que una de nosotras gane y más si es nuestra capitana. —Nada de "peros". Eso debieron haberlo pensado antes de dejarse ganar. Las chicas sabían que nada haría cambiar a su entrenadora, Samantha, así que de inmediato hicieron lo que les había dicho. Por su parte, Samantha decidió salir del vestidor, dejando a las chicas solas. Necesitaba estar a solas; la simple mención del nombre del nuevo entrenador la había descolocado un poco. El aire fresco de esa tarde de primavera golpeó el rostro de Samantha, haciéndola suspirar. —Hola, Samantha. Escuchó una voz familiar llamarla. Ella no tenía que voltear para saber de quién se trataba. —Hola, Jareth — le devolvió ella el saludo. —He vuelto. Samantha no dijo nada, aunque en su pecho bullían un montón de sentimientos y emociones contradictorias. La mayoría eran emociones negativas, al igual que varios reclamos dirigidos al hombre que se encontraba frente a ella. Por su parte, Jareth estaba frente a Samantha, y al igual que ellas, muchos sentimientos de antaño y nuevos se arremolinaron en su interior. Un creciente deseo de acercarse a la mujer frente a él y atraerla contra su cuerpo como lo había hecho en el pasado. Sin embargo, no podía hacerlo. La expresión severa en el rostro de Samantha le hacía saber que había perdido ese derecho. —Bien jugado. No me sorprende para nada — le dijo ella — pero no te será fácil volver a ganarles a mis chicas. —No es por eso que he venido a hablar contigo — le dijo él acercándose a ella. —Si no es por eso, no sé de qué otra cosa podríamos hablar — le respondió ella alejándose de él y recuperando nuevamente el espacio personal que él le había quitado. —De nosotros. Podemos hablar de nosotros. La simple mención de la palabra "nosotros" en los labios de él hizo que el corazón de Samantha doliera. —Crees que soy esa estúpida chica de antes a la que le rompiste el corazón. No hay ningún "nosotros", nunca existió un futuro entre nosotros. Jareth guardó silencio al escucharle decir eso último a Samantha, ya que ella había citado en ese momento las últimas palabras que él le había dicho el día que la abandonó. Ella sonrió con sarcasmo al ver en el rostro de Jareth la sorpresa que sus palabras le habían causado. —Nos vemos, Jareth, y recuerda que la próxima vez mis chicas vencerán a las tuyas — se despidió con esas palabras, Samantha comenzando a alejarse. Por supuesto, él no permitiría que Samantha se fuera de esa manera, por lo que antes de que se alejara más, la abrazó por la espalda. —No te vayas, por favor. Escucharle decir esas precisas palabras a Jareth fue como una burla para Samantha. Una maldita ironía de la vida que había querido burlarse de ella ese día. Porque cuántas veces ella no había fantaseado y anhelado encontrarse en esa posición, donde fuera Jareth quien le suplicara que ella no se marchara. Pero eso jamás había pasado. Hasta ahora que ya no esperaba ni ansiaba escuchar esas palabras de los labios de él. Aún así, se sorprendió a sí misma llorando y se odió por eso. Por lo que se deshizo del abrazo de él, alejándose. Renovando la promesa que se había hecho a sí misma tiempo atrás de no volver a llorar por él.

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