Soledad

1275 Palabras
Capítulo 2 – ¿No has podido bloquearlos? ¡j***r Nicki! – masajeo mi sien, que otra cosa puedo hacer, no quiero hablar de mi cautiverio, no quiero que me pregunten nada. En la sala hay como mínimo 10 cámaras, 30 personas de diferentes compañías de servicio de telecomunicación, con micrófonos y grabadoras. – No quiero verlos. – Lose nena, – lo fulmine con una mirada, odio sus apellidos y lo sabe – el problema es que tenemos que pasar por ahí para llegar a mi Jeep o al Sáb de Brisa. – Pues no te detengas y atropellalos – me levanto de la silla y con el cuerpo caliente comienzo a caminar, en cuanto se abren las puertas que me separaban de los reporteros, estos se abalanzan para tener la exclusiva, a sacar fotografías y empiezan a bombardearme con preguntas, Nick intenta apartarlos pero estos se apretujan y no puedo romperles la mandíbula, ni empujarlos. Me están poniendo de los nervios al acorralarme... El sudor me escurre por la frente goteando por mi barbilla, el oxígeno se reduce en mis pulmones, me pitan los oídos y me pierdo en el recuerdo. – ¡Dame los datos zorra! Golpe. Golpe. Golpe. No. No. No. Malditos fragmentos. Aun veo entre nublado la luz roja de una cámara burlándose de mí. Estoy apunto de perder la cabeza cuando entran cuatro escoltas trajeados de n***o apartando a los camarógrafos, se acercan flaqueándonos, y así podemos avanzar hasta una camioneta blindada, un chofer de traje gris me abre la puerta, volteo a ver a Brisa y Nick. – Síganme en sus coches – y me deslizo. La puerta se cierra. Me encuentro aun lado del capitán Rogde, me sonríe y le indica a su chofer avanzar. – ¿Qué hace aquí? – lose, lose, debería ser más amable, jamás me han importado los modales y falsos saludos. – También me alegro de verte y de nada. – No hay de que – digo encogiéndome de hombros mientras el coche avanza, el silencio no es gratificante – ¿A dónde vamos? – A mi escala. – ¿Por qué? – Deduzco que con todo esto, saben donde vives, de tu amiga también. Así que si no quieres enfrentarte a los medios de comunicación, mi escala es tu mejor opción. – No me explique. ¿Por qué quiere ayudarme? Nadie hace un favor si no quiere algo después, lo típico. – Tú me ayudaste. Te devuelvo el favor. – Yo ¿Qué hice? – Dejarme ser tu amigo. – Eso es ridículo. No soy tu amiga. Ni me conoces. – Se cuando estás solo la mayor parte del tiempo. – Vale lo pillo, prefiero quedarme en un hotel. – ¿Y crees que los del hotel no te venderán? – No en este – y no precisamente con dinero. – Déjame recompensarte... Puedo... – No. – Ni si quieras sabes... – No necesito tu dinero... Llévame a Star Gray tengo un amigo cerca – me reclino contra el asiento y cierro los ojos. Estoy cansada, me arde el cuerpo como si tuviera fiebre, síntoma que ni cuerpo está al limite. El cap. No dice nada. Después de media hora llegamos al hotel donde suelo hospedarme cuando quiero estar lejos de mis amigos, aquí se hospedan la mayoría de marines, es un hotel cuatro estrellas. El portero abre la puerta y salgo con el cap. – Este es mi numero. Por si me necesitas – Tomó su tarjeta sin tocarle la mano y me dirijo a la entrada. Nick y Brisa llegan segundos después. – ¿Quién es ese? – pregunta un Nick celoso, pongo los ojos en blanco con fastidio. Cómo si no supiera que no me gustan los viejitos. Nick tiende a ser muy cariñoso , desde que decidimos perder nuestra virginidad juntos, solo por experimentar nuestra sexualidad y porque me parecía un tío sexi y ardiente con sus chalecos de cuadros. No es feo, al ser alto le da un aire serio. Aunque decidi dejar esa parte de nosotros, había cosas que a mí me gustan durante el sexo y el no podía complacerme, me agradaba su calidez y sus caricias, pero Nick se convirtió en alguien constante en mi vida, después de eso nunca pude negarle que me abrazara y de vez en cuando me robara un beso. Hasta ahora. Cuando poso su mano en mi espalda todo mi cuerpo se tenso como un mecanismo de defensa, mi respiración se agito, se me nublo la vista y mi corazón latió palpitando hasta explotar contra mi pecho. – Tranquila – el sabía que justo ahora no toleraba el contacto físico. Pero me estaba mirando con pena lo cual quería borrarle la expresión de un golpe. – Estoy bien – dije con brusquedad. Aparto su mano y me miró con tristeza antes de desviar la mirada. – No pasa nada. Te veo luego – se sobo la muñeca e hizo un intento de acercarse pero retrocedió. – Neardertal – dijo a Brisa mientras él se despidió con la mano. – ¿Qué fue eso? – me pregunto Brisa. – Nada. Te veo luego o te llamo. Una vez registrada el botones se acercó con la tarjeta de mi habitación y llevo mis dos maletas en un carrillo hasta el ascensor. Lo seguí en silencio. Las puertas se cerraron. “Estoy bien. Tengo que superar esto” A cada piso que subíamos. Me sudaban las manos, el botones nota la tensión y eso logra ponerme de malas, masajeo mi cuello intentando aliviar la bola de nudos intentando encontrar alivio, vuelvo a mirar de reojo al botones y se removió nervioso, intenta por todo lo sano no mirarme, se lo que ve, una chica con la cara amoratada, cortes con ese tono rojizo. La imagen por sí sola dice problemas. El hombre está intimidado. Pero no me moví. El ambiente está cargado de una atmósfera peligrosa. Mi respiración agitada, empecé a contar los pisos hasta el 23 y durante la espera cerré los ojos apretándolos con fuerza. También formé mis manos en puños , torcí mi cabeza para estirar los tendones, sentía el sudor frío recorrer mi columna. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Sentía ese entumecimiento familiar en el cuerpo, pero era algo tolerable. El timbre sonó, escuche un quejido sordo del botones cuando se abrieron las puertas. Salí con él detrás de mí. Lo miré de lado y estaba empapado en sudor, se pasaba por la frente una y otra vez un pañuelo. Desconfíe de él, pero reprimí el impulso de asustarlo más y zarandearlo. – Su.. Su.. Lla.. Ve – tartamudeo entregándomela con mano temblorosa. Se la arrebate y la deslice por el escáner. Entro y dejo las maletas en la entrada y sin mediar palabra salió precipitado por la puerta. “Patetico” Cuando cerré la puerta fui consciente de la oscuridad que me rodeaba y me acerque al balcón arrestando una silla y ,me quedé mirando la nada, no tengo sueño, ya había dormido mucho en el hospital. Me quite la escayola del brazo e ignorando el hormigueo, estire los dedos. No estaba tan mal. Me sentía agradecía poder moverme. Estar viva. Así podría vengarme hasta cazar a los malditos que me hicieron esto. Primero necesitaba de hacerme de un arma, la seguridad es primero. Me quedé mirando la nada, las luces, las sirenas de New York me recordaban a ese día. Cerré los ojos e intenté calmar mis nervios. ¿Porque era eso, solo estrés? Acababa de salir del combate, alguna secuela debía de quedar, podía con ello. Ya sobreviví una vez. Lo haría de nuevo.
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