Disfrutando por dos
La noche había sido, finalmente, más larga de lo esperado. Mi cabeza no cesaba en su empeño de martirizarme con su constante martilleo; la resaca, se apoderaba de mi ser, sin ningún tipo de remordimiento.
-¿Qué demonios pasó anoche? - Pregunté en voz alta, observando el habitáculo en el que me hallaba, completamente desconocido para mi.
Pasaron unos interminables diez minutos, cuando lo vi. Fruncí el ceño ante aquél descubrimiento. Una cámara de vídeo, de las que ahora apenas se usan, descansaba sobre la mesilla de noche.
-¿Qué demonios? - Dije, alargando la mano, y agarrándola con mimo. La di varias vueltas, antes de descubrir donde estaba el botón de encendido. Al encontrarlo, pulsé sin pensarlo, y contuve la respiración.
La habitación en la que me hallaba, se dibujaba en la pantalla, pero el color, distaba mucho de ser cómo el de ahora. Con la mente embotada, me di cuenta de que era porque las cortinas rojas, en ese momento, permanecían cerradas. Alguien movía la cámara lentamente, hasta que apareci yo en escena, completamente desnudo, con el pene erecto, y tumbado en la cama.
-Esta noche, tiene que ser mágica - Dijo, con voz aterciopelada una preciosa rubia, con ojos marrones. Estaba con ropa interior.
-¿Vamos a pasarlo bien, Cindy? - Preguntó la persona que grababa la escena. Una voz masculina, que me llegó a lo más hondo.
-No lo sabes tú bien, querido.
Y, tras contestar, agarró mi pene, y, despacio, comenzó a lamerlo con una lengua, que se me antojaba demasiado sensual para mirarla sin más; comencé a masturbarme.
-¿Está rica, Cin?
-¿Quieres comprobarlo tú mismo?
Mi respiración se cortó ante esa pregunta. "Por favor... Di que no, di que no..." Me apresuré a pensar.
-Claro, cielo.
Y el hombre, se levantó, dejando la cámara sobre una mesa, sin apagarla; se aproximó a la cama, y, echando a Cindy a un lado, agarró mi sexo, y lo introdujo en la boca. Ahogué un grito. No tengo nada en contra de la homosexualidad, pero soy hetero al cien por cien.
-Delicioso, cariño.
Mis gemidos sonaron por la estancia, mientras Cindy, sobre una mesa, se masturba mientras nos observaba. Tenía un cuerpazo precioso. Sus pezones, erguidos, parecían observar la escena, junto a ella.
-Cómeselo, Marc.
Y lo hizo. Vaya si lo hizo. Mi pene acabó desaparecido en la boca de aquél desconocido, mientras Cindy, no dejaba de masturbarse.
-Me encanta - Gimió Marc. Sin dejar de saborear mi falo.
-Me corro - Gemí.
-¿De verdad dije eso? - Me pregunté horrorizado, mientras, misteriosamente, mi pene parecía cobrar vida. Sin ser consciente, comencé a tocarme.
-Danos tu esperma - Suplicó Marc.
Cindy se aproximó, y, colocándose junto a Marc, comenzó a masturbarme. Esa escena, hizo que me masturbara más fuerte. Estaba muy excitado.
-Ya sale. Ya sale - Gemí.
Un chorro de semen, inundó la boca de Cindy, que, como una gata en celo, mantuvo abierta todo el tiempo.
-Ven, cariño.
Marc se acercó a ella, y se besaron, compartiendo mi esperma, como dos buenos amigos.
-Dios...
Me corrí al fin. No recuerdo muy bien quienes eran, pero, entre Marc y Cindy, hicieron replantearme, si, en realidad, yo no sería bisexual.