Mateo
Cuando salgo de la oficina de Allegra, después de todo el desastre que Selene provocó, me voy directo a mi oficina. Me siento tras mi escritorio y miro al techo. ¿En qué momento todo esto terminó de esta manera? Mierda, amo a esa mujer con todo mi ser, y no se diga mi princesa. Sé que no es mi hija, y me hierve la sangre de pensar que un día George venga a reclamar algo que no se ha ganado. Me duele saber que tiene una hija maravillosa y que él jamás la amó; ni siquiera se dio la oportunidad de conocerla. Para él, siempre fue más importante el dinero y la posición social que lo que sentía por Allegra.
Flashback:
Llego al departamento que alquilo con mi mejor amigo George. Cuando abro la puerta, él está sentado con las manos en su rostro. Tiro la mochila a un lado y me acerco a él. Me siento enfrente de él y le pregunto.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así?
Él retira las manos de su rostro y limpia algunas lágrimas. Empieza a negar y suspira.
—Acabo de terminar con Allegra. Mi madre me ha exigido que cumpla con el compromiso que tengo con María Fernanda. Ella no entiende que no la amo, pero si no lo hago, mi abuelo no nos dará la herencia que me corresponde.
Sé que su situación es complicada, lo entiendo, pero yo jamás dejaría a la mujer que amo por dinero. A pesar de que me duele que Allegra esté a su lado, quiero que ellos sean felices; se lo merecen.
—George, eres un hombre inteligente, bueno en los negocios. ¿Por qué no te olvidas de esa herencia y formas una familia con Allegra? Digo, aún son muy jóvenes, pero sé que se aman. El dinero no lo es todo en la vida.
Él se pone de pie, algo molesto, y empieza a caminar por toda la sala con los puños apretados.
—Tú jamás lo vas a entender porque tu padre es el dueño de todo y tú eres el único heredero, pero yo, yo que compito con primos, sobrinos y mis hermanos, no puedo darme ese lujo. Además, nunca he estado cien por ciento seguro de que Allegra me ame como dice, y después de lo que ha pasado, ahora creo que jamás volverá conmigo.
Yo lo miro algo confundido. He platicado con mi hermana y ella no me ha dicho nada; es la mejor amiga de Allegra. Yo me pongo de pie y me acerco a él, algo molesto.
—¿Qué es lo que ha pasado? ¿Qué le hiciste?
Él sonríe, pero es una sonrisa carente de alegría.
—No le he hecho nada. Tu interés por ella es muy extraño, y no me digas que no es así porque lo he notado. No soy tonto, Mateo, sé que ella te interesa desde hace tiempo, pero ahora eso es lo de menos. Me acaba de dar la gran noticia de que está embarazada. ¿Puedes creer esa estupidez? Intentó amarrarme con un hijo; eso conmigo no funciona.
Yo me acerco hasta él y lo tomo de la camisa. Él me ve sorprendido, pues nunca he sido agresivo. Y no voy a mentir, es verdad, hace tiempo siento algo por Allegra, pero ella decidió estar con George. Además, yo no iba a poner en riesgo la amistad que había entre mi hermana y ella para que después ella, de igual manera, se fuera con él. Yo la acerco mucho a mi rostro y le digo:
—No digas estupideces, Allegra. No es una mujer que utilice un hijo para amarrar a un hombre. Además, la responsabilidad es de los dos. ¿Por qué no tuviste la precaución de usar un estúpido condón si no querías un hijo? Ahora, ¿qué va a ser ella cuando tú pretendes casarte con María Fernanda? No serás tampoco hombre de...
Ni siquiera me deja terminar cuando asiente.
—Sí, sí lo hice. Le pedí que abortara. Yo no voy a perder la herencia de mi abuelo por un niño que ni siquiera se ha formado. Además, en mis planes jamás estuvo casarme con ella. No te voy a mentir, la quiero; es una mujer increíble y, aunque tiene dinero, no tiene la posición social a la que yo estoy acostumbrado. Así que corre, anda. Ahora tienes la oportunidad de ocupar mi lugar, de ser el plato de segunda mesa, de ser el sustituto.
Él no termina de hablar cuando mi puño ya está impactando su cara. Es un maldito cobarde. ¿Cómo se expresa de esa manera de la mujer de la que se supone que está enamorado? Eso no es amor, y pedirle que aborte a su hijo es de cobardes. Yo tomo mi mochila y salgo del departamento. Le llamo a Nina, pero no contesta, así que me dirijo hacia la universidad. Sé que ahí la voy a encontrar. Cuando llego, ella va saliendo del edificio, así que me acerco, beso su mejilla y le sonrío. Sé que está preocupada, pues lo puedo ver en su rostro.
—Nina, ¿dónde está Allegra? Necesito hablar con ella.
Ella suspira y niega. Empieza a caminar hacia mi coche.
—No lo sé. Hace un rato me llamó y me dijo que iría a ver a sus padres; necesitaba hablar con ellos, pero sé que estaba llorando. Yo la escuché muy mal, no sé qué le pasa. ¿Me podrías llevar a su departamento, por favor? Tengo la esperanza de hablar con ella antes de que se marche.
Yo no digo nada más y caminamos hacia mi coche. Le abro la puerta y le ayudo a subir. Rodeo el coche y, cuando me subo, aprieto el timón hasta poner mis nudillos blancos. Estoy seguro de que se va y también estoy completamente seguro de que ella jamás abortaría a ese bebé; la conozco perfectamente. Conduzco en completo silencio. Puedo ver cómo mi hermana muerde sus uñas. Yo tomo su mano y la aprieto.
—Deja de hacer eso, ella va a estar bien.
Ella niega; también la conoce y debe de pensar lo mismo que yo.
—No lo creo. Lo escuché muy mal y si ha decidido irse. Es que está pasando algo malo. Aún faltan días para las vacaciones; ella jamás se iría y dejaría la universidad solo porque sí.
Si mi hermana supiera, creo que en lugar de pedirme que la lleve al departamento de Allegra, me pediría que la llevara al departamento de George. Pero creo que esa noticia no me corresponde a mí; Allegra tiene que hablar con ella. Cuando llegamos a su edificio, vemos un camión de mudanza. Mi hermana se acerca al portero y le pregunta por su amiga.
—Lo siento señorita, pero ella ha decidido mudarse.
—No, eso no puede ser. Tiene que haber un error. ¿Puedo pasar a su departamento?
—Lo siento, pero en su departamento no se encuentra nadie. De hecho, los chicos están desocupando el departamento.
Mi hermana empieza a negar y corre hacia dentro del edificio. Yo voy detrás de ella. De inmediato, subimos al elevador y llegamos hasta el piso donde vive Allegra. El señor no se equivocó; venían varios hombres con sus cosas. Mi hermana, de igual manera, ingresa al departamento y, efectivamente, casi se encuentra vacío. Veo cómo Nina empieza a derramar lágrimas y me acerco a ella y la abrazo. Ella se acurruca en mi pecho y yo solo suspiro. Creo que es momento de decirle lo que ha pasado.
—Nina, creo que se el motivo de por qué Allegra se ha ido.
Ella se separa de mí y se cruza de brazos.
—Espero que el estúpido de tu amigo no tenga nada que ver en esto.
Yo agacho un poco la cabeza y suspiro. Cuando la miro a los ojos, ella se da cuenta de que sí.
—Lo siento, Nina, pero hace un rato hablé con George. Por eso te fui a buscar a la universidad, ya que no contestabas mis llamadas. Me dijo que había terminado con Allegra y que está embarazada.
Ella se sienta en un sillón que todavía se encuentra en el departamento. Se ve sorprendida; creo que Allegra ni siquiera lo había hablado con ella, que es su mejor amiga. Levanta su rostro, se ve furiosa y me dice.
—Y yo supongo que el estúpido de tu amigo se va a hacer responsable de ese bebé.
—No, él piensa que Allegra se embarazó para amarrarlo. No necesitas decírmelo ni mirarme de esa manera; sé que es una completa estupidez. Yo la conozco y sé que jamás haría algo así para tener a un hombre a su lado.
Ella se pone de pie y se acerca a mí como si yo fuera el responsable de todo lo que está pasando.
—Tu amigo es un maldito cobarde. Escúchame lo que te voy a decir, Mateo: voy a encontrar a mi amiga y la voy a ayudar, pero dile a George que, aunque venga de rodillas, no voy a permitir que se acerque a mi amiga ni a ese bebé. Si no, yo misma le corto las bolas.
Yo suspiro porque yo mismo quisiera cortarle las bolas. Ella camina fuera del departamento; yo la sigo, pero solo se acerca al coche a sacar sus libros y se va caminando. Yo la llamo, pero ella no voltea ni siquiera a verme. Regreso al departamento que comparto con George. Y cuando llegó, él esta con una botella en la mano. Me ve y se acerca con una sonrisa en su rostro, como si fuera el hombre más feliz del mundo.
—Hermano, ya te di la noticia: voy a ser papá. ¿Puedes creerlo? De la mujer que más he amado en el mundo. Ya no me importa nada, que mi abuelo se quede con todo su maldito dinero. Algún día voy a ser millonario, pero me voy a casar con Allegra.
Yo retiro la botella de su mano y lo ayudo a meterse a la regadera. Cuando sale, se sienta en la cama y le entrego un café n***o para que se le pase esa borrachera. Me paro enfrente de él y me cruzo de brazos.
—No me veas de esa manera. Mateo, tenía que celebrar. Lo he decidido, y lo siento por ti porque sé que sientes algo por ella, pero yo también la amo y voy a luchar por estar a su lado junto a nuestro bebé.
Yo acerco una silla para sentarme frente a él. Creo que se precipitó al hacer las cosas, y como él dijo, Allegra ya no va a volver con él. Ni siquiera yo voy a tener la oportunidad de verla.
—Lo lamento, George, pero Allegra se ha ido y ni siquiera mi hermana sabe dónde se encuentra. Lo lamento.
Él empieza a negar y se pone de pie, se empieza a vestir y sale corriendo del departamento, pero desgraciadamente ya es muy tarde.
Fin del flashback.
Dos años después, yo la volví a encontrar. Pensé que en este tiempo mis sentimientos habían cambiado, pero me equivoqué, y ahora que tengo la oportunidad de conquistarla, me tengo que alejar para no hacerle daño a ella y a mi princesa.