Prólogo
Pasaron 7 años del último y desastroso encuentro con él.
Todavía me pregunto como pude ser tan débil ante él, ¿Por qué permití que todo eso sucediera?, realmente no lo sé.
Apoyo mi café en el escritorio, debo dejar de pensar en cosas innecesarias.
-Dra Krust, la esta buscando el Dr Simons -dice Abigail con una gran sonrisa, sus ojos brillan como una damisela enamorada.
Suspiro resignada, debe de ser una locura el pasillo.
-Abi, por favor dile que entre -respondo con una sonrisa.
-¡Enseguida doctora! -exclama feliz, corriendo hacia a fuera a una increible velocidad.
Enciendo el ordenador y empiezo a chequear mi horario.
Golpeó mi cabeza contra el escritorio.
-Si Brandon y Estrella te ven con un prominente chichón en la frente se preocuparan -me regaña divertido mi viejo amigo sentándose en frente de mí.
-¡Cállate que es tu culpa!, cada vez que llegas al área de Ginecología descontrolas todo.
-¡Lo dices como si fuera mi culpa!.
-¡Claro que es tu culpa Mateo Simons, deja de enamorar a toda mujer a tu pasó! -grito exasperada masajeando mi frente, no quiero preocuparlos.
-¿Estas celosa Dra Krust? -contesta divertido.
Mateo se para de golpe, corta la distancia y una hermosa sonrisa surge en sus labios.
¿Qué esta haciendo él?, intento hablar pero las palabras no salen.
Me da un pequeño golpecito en el área adolorida.
-¡Bestia! -gruño.
-Tranquila Alex estoy jugando, pase a buscarte porque hoy tenemos el acto escolar.
¿Acto escolar?, abro desesperada la agenda de mi teléfono y efectivamente, es así.
Cierro mis ojos impotente, soy una pésima madre.
-¡No eres una pésima madre! -corrige Mateo.
-Deja de leer mi mente -reclamo de mal humor.
-Alex no leí tu mente, solo que eres mala para ocultar tus emociones, ¡Pésima!.
-Gracias me siento mucho mejor después de tus reconfortantes palabras.
Él sonríe, ¡Maldito Mateo!.
-¿Vamos?, o Estrella se enfadara.
-Si, tiene un pésimo carácter nose a quien se parece...
Guardo silencio, sin dudas se parece a él.
Siento como soy tomada por los hombros y tironeada hacia adelante.
-No guardes nada ya no hay tiempo pero no te preocupes ya hable con Bianca, ella te cubrirá hoy y luego dejara todo en su lugar.
-Pero...
-Nada Alex, vámonos no los entristezcamos -Mateo tiene un semblante equivocado cuando pronuncia esas palabras.
-Lo lamento -murmuró, no soporto causarle dolor, él es un gran hombre.
-No tienes que disculparte yo soy su padrino y ellos son mis consentidos, imagine sus caras de dolor, me duele verlos decaídos.
-Gracias por ser el mejor padrino del mundo.
-Me encanta serlo, ellos son personitas increíbles como tú, no lo olvides Alex -susurra juntando nuestras frentes, cierro mis ojos y siento un beso en mi frente.
-¡Simons! -advierto enfurecida.
Él toma la delantera ignorando mis gritos.
-Tardaste una eternidad -se burla él apoyado en su auto mientras juega con las llaves.
-Tengo tacos Simons, yo no vuelo.
-Si, si como digas, ¿Vamos?.
Giro mis ojos, antes de subir siento como soy sujetada del brazo.
-¿Abi que haces aqui? -pregunto sin poder comprender que hacia aquí, hace menos de 10 minutos nos despedimos, tendría que estar ayudando a Bianca.
-Llego el Doctor Juárez, me dijo que es de suma urgencia que vayas ahora a su oficina -dice agitada, pobre Abi por lo visto corrió.
-Mateo...
-No Alex yo voy a hablar con Juárez y tú vas a su acto escolar, diles que surgió una emergencia pero como compensación iremos luego al patio de juegos.
-¡Gracias, te debo una!.
-En realidad son dos -contesta arrojando las llaves, intento atraparlas sin éxito.
-¡Eres pésima! -exclaman ambos como si fuera lo más natural.
Los miro mal, camino hasta Mateo lo empujo sin éxito, él muy maldito se cruza de brazo.
-Alex eres una mujer adulta con hijos -recalca la última parte-, tienes que dar el ejemplo.
Quiero golpear a Mateo pero tiene razón, debo calmarme solo tengo que respirar.
-No puedo subir Dr Simons, permiso -digo lentamente intentando no perforar mis dientes de la rabia.
Él camina triunfal, antes que me diga algo y quiera pasar encima de él con el auto me voy.