Capítulo 3

1860 Palabras
Gian observó a la mujer frente a él, sin saber qué decirle. Ella no había llegado hace mucho a su casa, pero la razón por la que estaba ahí no le hizo mucha gracia, ya que no esperó que lo buscara para preguntarle sobre su bebé, de quien solo él, su tía Su Ji y Joon Ho sabían de su existencia, porque todavía su embarazo no era notorio. Se suponía que ella no debería de saber de su bebé, pero no necesitó pensar demasiado para adivinar quién le habló de su embarazo si la mujer no dejaba de llenarlo de preguntas. —¿El bebé es de Joon Ho? —volvió a preguntar ella con la esperanza de tener una respuesta. El doncel sujetó con más fuerza la taza con té de la que bebía. No quería responder esa pregunta, en realidad, no quería responder nada con respecto a su bebé. Su hijo no tenía otro padre. Eso era algo que le dijo a su tía cuando ella también quiso saber quién era el otro papá de su bebé, pero no quería ser grosero con la mujer frente a él, sin embargo, parecía que tenía que darle la misma respuesta si quería que dejara de preguntar y se fuera de su casa. —Joon Ho… ¿él te vi-vi...oló? Los ojos del doncel se ampliaron con esa pregunta y la taza en sus manos casi resbaló, porque suponía que nadie más que él y Joon Ho sabían lo que sucedió en aquel baño del instituto, ya que él no le había dicho a nadie y, creía que Na tampoco lo haría, pero al parecer eso ya no era más un secreto de solo los dos. Vio a la mujer parecer abatida mientras esperaba su respuesta, pero era más fácil si fingía que no sucedió que aceptarlo, incluso si ella parecía dispuesta a creerle si él decía que sí, que Joon Ho abusó de él y que ahora llevaba a su hijo en su vientre. —No. Gian volvió a refugiarse en su taza de té, dando pequeños sorbos mientras esperaba que la mujer estuviera conforme con su respuesta. —Pero el bebé es de él. Gian volvió a quedarse en silencio mientras buscaba una respuesta, ya que sabía que la mujer no iba a rendirse hasta que él le diera una respuesta clara y que incluyera la verdad. —El bebé es mío y solo mío —la miró a los ojos —mi bebé no necesita de un padre que no lo quiera. Yo soy suficiente para él. Por un momento pensó que su respuesta fue suficiente, ya que la mujer se quedó en silencio, sin embargo, ella volvió a hablar. —¿Puedo hablar con tus padres? Gian negó con la cabeza. —Por favor —insistió ella. —No puede hablar con mis padres, señora Na… —cerró los ojos y respiró profundo antes de continuar —porque mis padres murieron hace años. —Gian… El doncel abrió los ojos y maldijo mentalmente al escuchar su nombre ser llamado por una voz bastante conocida. Ese era un mal momento para tener una de las visitas de rutina que le hacía su tía desde que dejaron de vivir juntos y que él creía tan innecesarias, más si la señora Na estaba en la casa y parecía a nada de colocarse de rodillas para que él le diera una respuesta sobre el tema de su bebé. —Buenas noches —saludó Geum Hee colocándose de pie —¿usted es…? La mujer que acababa de llegar observó a Gian en silencio y luego a Geum Hee con algo de cautela, con el temor de que fuera una de las personas de rutina, encargadas de asegurarse de que ella estaba cumpliendo con su deber de cuidar a su sobrino hasta que tuviera suficiente edad para poder cuidarse solo. —Su Ji, la tía de Gian, ¿y usted…? —Geum Hee, la madre del papá del bebé de Gian. —Ya dije que no es el… —intentó intervenir el doncel. —Me gustaría hablar con usted —dijo Geum Hee sin permitirle a Gian hablar. —Tía, no es necesario, la señora Na y yo ya hablamos… —Sin embargo, me gustaría oír lo que tiene que decir. La mirada de Su Ji se endureció, como si le dijera a Gian que no tenía derecho de hablar y que respetara su papel de un adolescente obediente. —Sube a tu habitación —indicó. —Tía… —Gian, obedece. Tuvo que hacerlo. Normalmente se comportaría como un adolescente rebelde y desobediente, pero en el trato con su tía, estaba el comportamiento como un adolescente obediente frente a extraños y conocidos, cualquier persona que podía hacer las cosas difíciles para los dos y los obligara a vivir juntos para cumplir las consignas del testamento de sus padres. Si no le dejaba hablar con su tía, quizás Geum Hee buscaría comunicarse con la siguiente persona en la línea del poder mientras él fuera menor de edad y, las cosas se volverían más difíciles. En ese momento Gian se arrepintió de haber ido a la casa de los Na, porque si no lo hubiera hecho, la mamá de Joon Ho no se hubiera enterado de su existencia ni la de su bebé, pero lo último que esperó fue que ella lo buscara para hablar de su hijo, que supiera lo que pasó. Había ido a la casa de los Na para asustar a Joon Ho, incluso pensó decirle a su madre sobre los golpes que recibió por su parte, pero al ver que ella era tan diferente de su hijo, se guardó todo para sí mismo, diciéndose que tal vez su agresor se asustaría con el solo hecho de saber que podía ser acusado con su madre, por eso inventó que fue por lo del tutor, pero de nada había servido. Si le habló a Joon Ho de su bebé, fue porque no quería ser golpeado, ya que no deseaba que su bebé estuviera otra vez en peligro, como ya había sido por culpa de los golpes de Joon Ho y sus amigos. Tal vez otra persona hubiera sido feliz si lo perdía, después de todo, su bebé no fue concebido de la manera más idónea, pero Gian quería tener a su hijo, fue algo que tuvo claro luego de que el médico le dijera que estaba embarazado. Después de enterarse de su embarazo, su tía quiso saber quién era el padre, pero él se negó a decirle. Había decidido que él sería el único papá de su bebé, después de todo, lo que quería hacer era olvidar lo sucedido y seguir con su vida como si nada hubiera pasado, por eso ni siquiera denunció a Joon Ho por lo que le hizo, sin embargo, una semana atrás se enteró de su embarazo, lo que le hizo revivir todo y llorar desconsolado, no obstante, no culpaba a su hijo, solo quería protegerlo. Gian había pensado en dejar el instituto para poder llevar su embarazo sin ningún otro inconveniente, no obstante, faltaba poco para que se graduara y creía que su bebé y él eran lo suficientemente fuertes para llegar hasta el final sin que nada pasara. Gian sabía que su actuar no era del todo correcto, que debió denunciar a Joon Ho, ya que lo que le hizo a él podría hacérselo a alguien más, pero en todo lo que pudo pensar en ese momento era que quería olvidar lo sucedido y seguir con su vida. El doncel incluso consideró en cambiarse de instituto, pero sabía que su tía no iba a permitírselo y, sin su consentimiento no podía hacer nada porque ella era su tutora y estaba segura de que ella no estaba deseosa de volver a hacer un largo papeleo para cambiarlo de instituto. Gian y su tía habían llegado a un acuerdo en el que él se cuidaría y viviría solo en la casa de sus padres y que, solo fingirían vivir juntos frente a las personas encargadas de hacer cumplir con la cláusula de la herencia de sus padres, en la que su Su Ji debía de vivir y cuidar de él hasta que cumpliera la mayoría de edad, momento en el que se haría efecto su acceso a su parte de la herencia que los padres del doncel le dejaron a ella. Gian cerró los ojos cuando se acostó en la cama y, la imagen de un niño se hizo presente. Ya no era tan pequeño como en sus sueños anteriores, pero eso no evitó que la sensación de calidez lo embargara, porque sabía que era su hijo, no el que llevaba en su vientre, sino el que había aparecido casi cada noche en sus sueños. El doncel culpaba de sus sueños a todo lo vivido. Al abuso de Joon Ho, el saber que esperaba un hijo de él, por eso incluso este aparecía en sus sueños como un soldado malo, muy malo con él, y se vio a sí mismo como un doncel indefenso. Creía que el Gian de sus sueños era más valiente que el real, porque el de sus sueños había enfrentado a Joon Ho más de una vez a pesar de tenerle miedo, pero también creía que era igual de tonto que el real, por haberse enamorado de ese soldado malvado a pesar de todo lo que le hizo. Si pudiera cambiar los sueños, lo haría con esa parte. Gian no dejaba de repetirse que por muy real que fuera, era solo un sueño, que no debía dejar que influenciara su realidad, pero no pudo evitar que después de esos sueños no quisiera acercarse a Shaoran, uno de los gemelos Song con los que se llevaba bien en el instituto. Sentía que si confiaba en él iba a suceder lo mismo que en sus sueños, que lo traicionaría, tan diferente a cómo se sentía hacia Do Jang, su hermano, porque era inevitable que a su alrededor se sintiera protegido y, tal vez si alguien más no estuviera en su corazón, podría enamorarse de él. Los gemelos habían mostrado interés en Gian más que en una forma amistosa, pero los dos habían llegado tarde, porque cuando ellos aparecieron en su vida, el doncel ya estaba encandilado por la belleza física de Na Joon Ho. Todavía no lograba comprender la razón por la que el Gian real como el de sus sueños eran tan tontos por querer a Na, aunque comenzaba a justificar al de sus sueños, porque ese Joon Ho a pesar de sus errores se había hecho amar, sin embargo, el real, empezaba a ganarse su odio. —Bebé —dijo Gian mientras acariciaba su vientre —no voy a enviar a papá a la cárcel, pero creo que no vas a poder conocerlo. Los dos vamos a ser felices sabiendo que está en alguna parte del mundo, ¿sí? Poco a poco los ojos de Gian se fueron cerrando, dejándolo que fuera envuelto por los brazos de Morfeo y llevado a ese mundo en el que tenía una familia junto a Joon Ho.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR